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El espectáculo inmersivo que ya es un culto en Londres y ha cautivado a DiCaprio y al príncipe Enrique

Viene con hoja de confidencialidad y promete cambiarte la vida

Morgan Lloyd y Kate Bond

El boleto más codiciado ahora mismo en Londres no da acceso a un nuevo restaurante con estrella Michelin, ni a un partido de fútbol, sino a un anodino edificio de oficinas en la avenida de Shaftesbury con una puerta casi imperceptible a la que acompaña un letrero de neón que dice: “You Me Bum Bum Train”. Aunque pueda sonar a frase infantil, en realidad es la bienvenida al espectáculo de teatro inmersivo más deseado de la ciudad. En las últimas semanas ha atraído a famosos como Leonardo DiCaprio, James Corden, Ellen DeGeneres y a Enrique de Inglaterra. Y ha sido reseñado con frases grandilocuentes como: “Una experiencia que cambia la vida” o “Nunca volverán a ser los mismos”. Incluso, se ha llegado a describir como un culto.

Al acceder, cada pasajero del tren —o espectador— debe firmar un acuerdo de confidencialidad, comprometiéndose a guardar el secreto para que lo que haya dentro siga siendo una sorpresa. Lo cual complica bastante el asunto a la hora de escribir.

La experiencia, disponible hasta el 2 de mayo, es en solitario y dura unos 45 minutos durante los que el espectador atraviesa habitaciones donde es obligado a actuar. Hay cientos de extras —todos voluntarios— y aparecen en cada escenario. Cómo actúas, depende de ti. Estás bajo el foco, como una hormiga bajo la lupa. ¿Te retorcerás o darás un paso al frente? ¿Te rendirás o prosperarás?

Las entradas, que cuestan 99 libras (unos 120 euros), solo están disponibles mediante un sorteo en línea. Cada noche hay espacio para 77 pasajeros. Cuando se abre el sorteo, 120.000 personas se inscriben. Cientos de voluntarios, que son fundamentales para que el precio de la entrada no se dispare a más de 3.000 libras, asisten a las veladas como actores. Colaborar como voluntario se ha convertido en una auténtica atracción.

Mezcla entre delirio febril y pesadilla kafkiana, los pasajeros son puestos a prueba una y otra vez. Los escenarios son escenas del mundo real, a veces moralmente ambiguas, a veces aterradoras, y las situaciones están creadas para disparar la adrenalina. Los decorados son espectaculares. Es como meter tu personalidad en un túnel de lavado. No saldrás de ahí sin haber cambiado.

El proyecto fue ideado en 2004 por dos amigos universitarios, Morgan Lloyd y Kate Bond, y ha tenido ya varias ediciones. Y además de los viajeros que consiguen entrada a través de los sorteos ordinarios, Bum Bum Train organiza noches especiales para personas sin hogar, beneficiarios de ayudas sociales y personas con enfermedades terminales.

Los voluntarios ya han formado una comunidad. Algunos viajan desde Estados Unidos solo para participar. Una mujer llegó a coger un mes libre de vacaciones solo para poder ser voluntaria en el espectáculo a tiempo completo. “Aquí se han forjado bodas, hijos y amigos para toda la vida”, asegura Kate Bond.

Es fácil entender por qué los famosos, acostumbrados a estar bajo los focos, disfruten tanto. Montar en el Bum Bum Train es como tomar una droga. Se inspira en la película The Game (1997), en la que un multimillonario aburrido se pone en situaciones de riesgo para sentir la adrenalina. Para empezar, no se permiten teléfonos. Todos son anónimos. Es un espacio seguro para desinhibirse, un patio de juegos donde puedes dar rienda suelta a tus fantasías en un entorno de bajo riesgo donde, irónicamente, uno siente como si todo estuviera en juego. “Las reglas de la vida cotidiana ya no se aplican”, dice Bond, “así que todos sienten una sensación de libertad”.

Cuando mis 45 minutos de experiencia terminaron, rompí a llorar. Un día después, sigo conmocionada, con la mente completamente alterada. Me he inscrito como voluntaria para la próxima semana. Si esto es un culto, apúntenme.

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