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Cómo identificar la envidia que nos corroe

El sentimiento de desear lo que otros tienen puede resultar devastador. Conviene analizar de dónde viene. Además, es universal y transversal en cuanto a géneros.

Envidia

“Siento que solo seré feliz si tengo pareja como el resto de mis amigas. Me comparo constantemente. Creo que lo que tiene el otro es mejor que lo que tengo yo. Ojalá yo también lo tuviera. Pienso que todos pueden menos yo, pero me alegro cuando al otro le va mal”, son frases que escuchamos en la consulta. La envidia es una emoción mal vista. Se esconde en la intimidad y da vergüenza reconocerla, y se tiende a juzgar negativamente. Sin embargo, es algo universal. En La monarquía del miedo (Paidós, 2019), la filósofa Martha C. Nussbaum recuerda que emociones como la envidia forman parte de la vulnerabilidad humana y que, cuando se colectivizan, pueden ser destructivas en lo íntimo y en lo político. La crítica literaria Marina Porras Martí, en La envidia (Fragmenta, 2022), la describe como un sentimiento relacional que nace de compararse con los demás y preguntarse por qué tienen algo que uno no posee.

Desde una perspectiva evolutiva, la envidia ha sido calificada como un motor de supervivencia y competencia. Suele aparecer en la comparación entre personas del mismo nivel socioeconómico o cultural. Porras Martí señala que es transversal a hombres y mujeres, aunque históricamente se haya reforzado la idea de que es más femenina ya que el imaginario occidental la ha vinculado a la relación madre-hija y la competencia por el cuerpo. La sociedad interpreta la envidia femenina por la rivalidad en belleza y amor, y la masculina por ambición o poder, lo que simplifica y carga a las mujeres. La psiquiatra Laura Moreno opina que la envidia femenina surge de una competitividad más acentuada y de cánones culturales más rígidos, mientras que el gregarismo está más potenciado entre los hombres.

Existe una diferencia entre la envidia sana, que no desea mal ajeno, y la insana, que sí lo desea. Esta última, si es frecuente, se vincula con sentimientos de inferioridad y baja autoestima. Sus riesgos incluyen vivir con resentimiento, malestar, frustración, dolor y hostilidad. Puede manifestarse en comportamientos defensivos en forma de ironía y agresividad, que llevan incluso a boicotear a otros para impedir su éxito. La neurociencia ha mostrado que esta envidia activa zonas cerebrales relacionadas con dolor y recompensa.

Como retrata la serie Envidiosa (Netflix), aún hoy existe una narrativa social que parece premiar únicamente a las mujeres que alcanzan determinados logros. La protagonista es una mujer a punto de cumplir los 40 que atraviesa una crisis personal por no haberse casado ni tenido hijos. Pasa por conflictos debido a las dificultades para cumplir lo que cree que son deseos propios que, a veces, se confunden con las expectativas o mandatos sociales. Pero independientemente de que sean propios o generados por los demás, lo que refleja la serie es la idea de que se debe competir constantemente para alcanzar esos estándares, lo que, al mismo tiempo, hace que la protagonista tenga numerosos conflictos con sus amigas. Otro aspecto relevante es cuando esos “objetivos” no se alcanzan, y esto lleva a la protagonista y a muchas mujeres a pensar que nada de lo que tienen es satisfactorio.

La envidia es un sentimiento que si no se maneja bien puede resultar devastador. Conviene saber identificarla, analizar de dónde procede y cómo se ha generado. Para la doctora Marina Romero, psiquiatra infantil, la envidia es un reflejo de heridas de la infancia donde la persona experimentó carencias emocionales, con falta de aceptación o validación por parte de figuras importantes. Las personas envidiosas entran en un circuito de validar más lo que está en el otro que en cumplir los deseos propios porque aprendieron que para ser merecedoras del amor había que ceñirse a determinados roles o expectativas ajenos en vez de ser aceptados por quienes ellos son.

Si se lee como una brújula o señal de lo que quisiéramos ser o hacer, puede tener un uso creativo ya que puede señalar cosas de la vida donde poner más esfuerzo o tener un marco de referencia y motiva a buscar una situación de equidad frente a algo que se percibe como injusto. Pero ojo si ya no se pueden alcanzar ciertos objetivos, ya que ahí conviene más replantearse la vida de otra manera u optar por la aceptación. La terapia puede ser un espacio para ello al romperse la vergüenza de hablarlo. Melanie Klein, en su libro Envidia y gratitud, publicado originalmente en 1957, subraya cómo este proceso ayuda a transformar la envidia destructiva en comprensión de sí mismo.

La envidia es más sutil, secreta y destructiva de lo que parece, y no es patrimonio de un género. Es universal, pero está moldeada por la cultura y los mandatos sociales. La serie Envidiosa invita a repensar prioridades, reflexionar sobre la envidia y la competencia destructiva en las formas de relacionarse de las mujeres. El feminismo no puede eliminar la envidia, pero puede cuestionar los estereotipos que históricamente han recaído sobre las mujeres, señalando que la envidia no es patrimonio femenino y tratando de resignificarla. La amistad femenina sí puede, y debe, sobrevivir a la envidia.

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