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Soledad Rodríguez Zubieta (SRZ)

De profesión, decoradora musical

Soledad Rodríguez Zubieta (SRZ) emprendió una carrera a partir de fusionar la psicología con su pasión por la música. Hoy, además de realizar sesiones como DJ en vivo, selecciona los temas que ambientan hoteles, cafés y locales en distintas partes del mundo

La idea surgió hace 16 años y fue tomando fuerza. En el salón de su casa de Vicente López, en Buenos Aires, Soledad Rodríguez Zubieta (SRZ) dice que en ese momento no había nada así. Le pasaba de entrar a un hotel y percibir que, luego de dar dos o tres pasos, dependiendo del tema que sonara en el lobby, la sensación que tenía del espacio cambiara. El edificio era el mismo, el color de las alfombras seguía igual, el olor del ambiente no variaba, dependiendo de la hora el ruido era más o menos similar y, sin embargo, aunque mantenía su clase, a veces el sitio parecía más moderno. Otras, un poco vintage.

La idea se fue haciendo fuerte porque se repetía cuando ella visitaba un local de ropa donde el ambiente chocaba con la música o cuando iba a un restaurante en el que el volumen de las canciones estaba mucho más fuerte de lo que debería: le generaba ganas de irse, se sentía expulsada. En un momento, se le ocurrió. Allí faltaba algo que llamó “decoración sonora”. “Detenerse y entender cómo la música influye en lo emocional. Porque la música transmite cosas e interac­túa con el espacio”, explica.

SRZ, en el despacho de su apartamento (que comparte con sus dos hijos).

Entonces, esta psicóloga con posgrados en gestión cultural, que había trabajado durante años en la radio y como DJ, pensó en la posibilidad de vender esa idea a alguna marca. Se dijo: debería explicarla mucho. Sería complicado. Y, sin embargo, de a poco, yendo de boca en boca, empezó a tener clientes. Hoy, SRZ selecciona la música que ambienta hoteles, cafés y locales en distintas partes del mundo.

La idea no vino de un día para el otro. Se le ocurrió después de un recorrido que hizo cuando la información circulaba de otro modo: “Una época pre-Spotify”. Ella escuchaba discos, los intercambiaba con amigos, se suscribía a revistas extranjeras, las leía y las subrayaba: en las entrevistas a los artistas que le gustaban buscaba menciones a influencias e iba en busca de esos nombres. Ahora todo ha cambiado. Uno clica y puede encontrar muchísima información y eso conlleva otro problema: a veces es necesario alguien que, con criterio, asuma un rol de comisario. ¿Qué escuchar y por qué?

Tocadiscos de Soledad Rodriguez Zubieta.
Algunos libros de la colección de lecturas sobre historia de la música contemporánea de SRZ.

Y si alguien le cuenta a SRZ que hay un crucero que recorre la Antártida y le pide que lo asesore para musicalizar el restaurante del barco, lo que escucharán esos cientos de personas mientras disfrutan de un lenguado de Dover y miran, por las grandes ventanas, la aspereza del hielo, el aletear de los pingüinos sobre algún iceberg, lo primero que ella hace son preguntas: ¿De qué tipo es el crucero? ¿De qué país sale y hacia dónde se dirige? ¿Qué edad tiene la gente que va a ir? ¿Cómo es la empresa que ofrece el viaje? ¿Cómo es la marca que intenta construir? Y así va repasando canciones. “Después, hay que pensar en el entorno: ubicarse en ese lugar. Algo que parece obvio pero no es tan fácil, tener en cuenta lo imponente del paisaje que se va a estar mirando. Porque ese escenario impacta de un modo muy determinado”, dice. “Luego entra otra variable no menor: la expectativa del cliente. Si quiere que no sea muy solemne, si quiere algo moderno o descontracturado, etcétera. Con todos esos elementos, una va pensando, eligiendo, jugando”.

Rodríguez Zubieta cuenta que su diferencial respecto de otras empresas es su oído, el detalle. Y aclara: lo suyo no es música funcional, una selección de temas que se repiten una y otra vez hasta el hartazgo en el vestíbulo de un hotel. También tiene en cuenta que hay gente que trabaja allí y que tendrá que escuchar los temas que ella elija. Luego de asociarse con unos desarrolladores, creó una aplicación para, de forma remota desde su computadora, poder cargar y actualizar la playlist de cada negocio.

Soledad Rodríguez Zubieta, en el salón de su piso en Buenos Aires.

Escucha música todo el tiempo. ¿Con atención plena? “Cada vez me cuesta más. Porque tengo que escuchar mucha música”.

Era distinto cuando era chica. Algunas noches, antes de acostarse, ponía un disco. Luego, cerraba los ojos y, así, con el tema de fondo, se iba sumergiendo en el sueño. Elegía otro al despertarse y se quedaba un rato, escuchándolo en la cama. “En la adolescencia, una genera un vínculo muy fuerte con las cosas. Por eso ahora ciertos temas me llevan a un momento determinado. Incluso, algunas canciones me despiertan cierto olor”, dice.

Ahora le cuesta más. Valora mucho el silencio. Confiesa que hace unos años, durante una entrevista como esta, hubiera puesto un disco de fondo. No aguantaba el silencio. Sin embargo, ahora lo necesita. Lee mucho. Para leer, prefiere el silencio. Y, al mismo tiempo, cada vez, conecta más con los sonidos que escucha. También por situaciones de la vida: tiene dos hijos, Marino (8 años) y Lorenzo (15), y cuando eran chicos, escuchar música por placer se tornaba un tanto imposible. De a poco, lo va recuperando. Escucha muchas playlists, va saltando de una cosa a la otra.

Es una nostálgica del disco. No porque piense que todo lo que sucedió antes era mejor, sino porque cree que el consumo de hoy es mucho más descartable: uno pone la canción un momento y, si no le gusta, la saca.

—¿No se da la posibilidad de encontrar algo que quizás uno no pudo escuchar la primera vez?

—Si te prestaban o te comprabas un disco, aunque al principio no te gustara, antes de cambiarlo o devolverlo lo escuchabas varias veces. Y quizás ese disco que al principio no te había convencido se terminaba convirtiendo en uno de los principales de tu vida… Ya no pasa. Creo que eso habla de una berretización. Siento que falta profundidad.

Además de su actividad principal de “decoradora musical”, SRZ brinda consultorías para clientes o festivales musicales. Dos veces por año, da un curso online de musicalización. También sesiona como DJ: el día anterior a la entrevista se encargó de la previa del show del brasileño Ed Motta.

No puede estar sin hacer nada. Se da cuenta de que hay gente que sí puede, pero ella no. “Para mí, no hacer nada es leer. Y sé que leer no es no hacer nada”, reconoce.

Hace yoga desde hace años. Cuatro veces por semana toma clases de una hora y media y trata de no faltar nunca: es el momento en que se desconecta. También empezó a meditar. “Es bárbaro porque yo no paro. Sueño. He soñado para resolver cosas. Y eso genera estrés, ansiedad. Me cuesta, pero lo trabajo”, dice.

Le parece difícil precisar el modo en el que haber cursado Psicología le sirvió para su profesión, pero cree que, más allá de la empatía que no se puede estudiar, entender cómo funciona lo emocional fue un aspecto clave.

Soledad Rodríguez Zubieta, psicóloga, con experiencia en producción artística, comunicación, contenidos digitales y desarrollo de marcas.

—¿Por qué nunca ejerció?

—En Argentina, la formación y el trabajo de la psicología siempre tuvo que ver con la enfermedad y con lo terapéutico. Y no tanto con la promoción de la salud y la prevención, que era lo que a mí me interesaba. Además, por una cuestión de personalidad —yo absorbo mucho lo que sucede a mi alrededor—, me costaba estar todo el tiempo trabajando con lo patológico. Lo que me interesa es contagiar alegría. Y si bien lo que hago no es musicoterapia, busco generar momentos que puedan conectar a la gente con el placer.

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