Las últimas artesanas del junco
Las artesanas portuguesas del junco están en vías de extinción. Después de una era en la que el plástico y lo fabricado en masa ha sustituido las creaciones manuales, las últimas esteireiras tratan de transmitir su legado a las nuevas generaciones. El fotógrafo Juan Pablo Moreiras ha documentado todo el proceso: desde el junco verde hasta las cestas tradicionales finalizadas.
La espectacularidad puede surgir de la suma de nimiedades. El fotoperiodista gallego Juan Pablo Moreiras (Normandía, 57 años) ha encontrado una plasticidad y un exotismo inesperados en estuarios del norte de Portugal. Los tapices vegetales coloreados de azules, verdes, ocres y lilas que captó con un dron son humildes juncales que crecen en las desembocaduras de los ríos Coura, Limia y Miño. Nadie adivinaría a ras de suelo que esas plantas de tallo flexible y minimalista conforman masas donde se confunden la tierra y el agua en juegos de gran belleza. Con esas imágenes comienza el libro Urdir o Junco, donde Moreiras ha documentado el trabajo de elaboración manual de cestos de las esteireiras de Forjães, una aldea de Esposende, a 75 kilómetros de la frontera natural que traza el Miño entre Galicia y Portugal.
Las artesanas del junco están en vías de extinción. En Forjães quedan tres. Una de ellas es Mena do Rio, una mujer de 80 años que ahora transmite su conocimiento a nuevas generaciones en pequeños talleres. El fotógrafo la acompañó a lo largo de un verano para rastrear el proceso de fabricación, que comienza con la siega manual de tallos durante el assejo, el momento de máxima bajamar, cuando los juncales se secan por la falta de agua y la luna se encuentra en cuarto menguante o creciente.
Tras la recolección, los juncos se secan al sol. Una parte se tiñe con anilinas para obtener los azules y rosas característicos de la cestería tradicional. Las productoras seleccionan uno por uno los mejores tallos para trenzar en el telar las distintas piezas, que finalmente son cosidas con hilo de yute. A mano elaboran las asas a partir de juncos, una característica que, aclara el fotógrafo, las distingue de otras artesanías del sur de Portugal.
“Es un producto que luego quedó desfasado por el plástico, pero a esta artesanía le ocurre como al oso cantábrico. Estuvo muy mal, pero si se cuida se puede salvar”, sostiene Juan Pablo Moreiras. En uno de los textos del libro, el antropólogo portugués Álvaro Campelo se refiere también a esa evolución de la marginación a la reivindicación: “La confianza en el progreso, en los nuevos productos industriales, con la demonización de lo rural y del trabajo artesanal, relegó para los márgenes de lo útil y apreciado los artefactos del junco”.
Pero el mundo ha vuelto a girar. El cansancio de “lo fútil”, agrega Campelo, y la nueva preocupación por “la proximidad y el sentido de lo local” han contribuido a apreciar la actividad de las esteireiras. “La valorización estética y cultural de la artesanía ha hecho resucitar la producción de las cestas de junco. Ellas son funcionales, antes que ser objetos de culto o patrimonio museológico”, sostiene. Las que salen de las manos de Mena do Rio y sus compañeras siguen siendo eficaces para transportar tanto hortalizas como toallas de playa.
Cuando a Moreiras lo invitaron a realizar el proyecto gráfico, editado por el Ayuntamiento de Esposende, de entrada dijo que no. “Finalmente me convencieron diciendo que querían algo distinto, mi trabajo ha sido buscar fotos escondidas”, expone por teléfono. Unas manos, unos hatillos vegetales o una hoz salieron así del anonimato y del rincón de lo desconocido, como esas especies amenazadas que el fotoperiodista ha retratado durante años en Ruanda, Borneo, la Patagonia o Filipinas. Durante una década, Juan Pablo Moreiras fue el director creativo de Fauna & Flora International y también ha mostrado el impacto de grandes catástrofes naturales como el tsunami en Aceh (Sumatra), el huracán Mitch en América Central, la deforestación en Ecuador o los incendios forestales en Portugal y Galicia.
Los humedales, como los que necesita el junco para vivir, también están en riesgo. “Son vitales para la supervivencia humana y, sin embargo, numerosos estudios muestran que su superficie y su calidad están disminuyendo en la mayoría de las regiones del mundo”, advierte Moreiras, que hace unas décadas abandonó los estudios de Biología para poner su cámara al servicio de la fragilidad de la naturaleza, ya sean grandes simios o pequeños juncos. Lo excepcional y lo amenazado puede estar a miles de kilómetros o a la vuelta de la esquina.
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