Europa retoma posiciones
La independencia en defensa y la competitividad son los grandes retos de la Unión Europea
La Unión Europea, en plena crisis de productividad y anclada en un tablero geopolítico en llamas, afronta este 2025 ingentes retos para garantizar su futuro. El club comunitario, con 27 Estados miembros y unos 450 millones de ciudadanos, teme las consecuencias de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca el 20 de enero. El populista republicano ha amenazado con lanzar una escalada comercial sobre los productos europeos con una subida de aranceles que pondrá en jaque a la UE, que ha prometido responder.
Pero con la guerra de gran escala de Rusia contra Ucrania en su tercer año, la Unión analiza con ansiedad la cada vez más factible opción de que Washington retire su apoyo a Kiev y se quede sola en el sostén al país invadido. La Comisión Europea y los Estados miembros deberán decidir cómo y durante cuánto tiempo pueden seguir suministrando fondos y armas a las tropas ucranias llegado el caso.
La Unión también deberá luchar por un hueco en la mesa de negociación para poner fin a una cruenta guerra en suelo europeo con un vecino, Rusia, de apetito colonialista e imperialista voraz. Esa mesa de diálogo, que puede llegar incluso antes del verano —se prevé que la nueva Administración de EEUU presione para ello— puede generar divisiones internas sobre un acuerdo que tiene serias implicaciones para los países del este y los bálticos, siempre en alerta por la agresividad del Kremlin.
Europa —que inicia el año con serios problemas en sus dos mayores potencias, Alemania y Francia, que están lastrando el avance de toda la Unión— esta en pleno invierno demográfico pero se está blindando a los migrantes. El continente cada vez más derechizado y en el que avanzan los populismos en unas sociedades traumatizadas por la pandemia de covid-19 y refugiadas en las redes sociales, también busca blindarse de sus enemigos externos. Pero con una industria de la defensa descuidada y externalizada al aliado americano durante décadas, se abre ahora el oceánico reto de impulsarla. Para ello harán falta fondos.Y aquí llegará una de las grandes peleas de una legislatura de cinco años.
El club comunitario, en el que España entró en 1986 y a que ahora esperan sumarse casi una decena de nuevos socios (entre ellos, Ucrania), necesita un empujón si no quiere adentrarse en el abismo. Precisa de más inversión, y de una revisión radical de su política industrial para revertir el declive competitivo frente a EE UU y China. Tendrá que cerrar la brecha de innovación, aumentar la seguridad y la independencia y lograr la descarbonización para hacer la industria y las empresas europeas también más sostenibles.
El expresidente del Banco Central Europeo (BCE) Mario Draghi, cifró en 800.000 millones de euros anuales (el cuádruple de la envergadura del plan Marshall) el coste de un plan para impulsar la competitividad y lanzar una inversión productiva. Queda por ver si los líderes de los Estados miembros, poco dados a reaccionar si las crisis no están ya encima de manera palpable recogen el mensaje.
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