Para nada
Las guerras son el cáncer de la humanidad. El infierno en la Tierra. Y todo para nada. Para nada
La guerra de los Cien Años duró en realidad 116, desde 1337 a 1453, y se combatió principalmente en suelo francés. Imagínate qué pesadilla nacer en un enfrentamiento bélico sin fin, el mismo que sufrieron tu madre y tu abuela y que también sufrirá tu descendencia, porque el conflicto asoló a cuatro generaciones por lo menos (una generación es el tiempo que media entre el nacimiento de alguien y su primer hijo, es decir, unos 20 o 30 años). Sí, qué malísima suerte vivir allí y entonces. La cosa comenzó porque Inglaterra poseía ciertos territorios en Francia, y en 1337 al rey galo se le hincharon las narices y le arrebató la región de Gascuña al enemigo. Entonces los ingleses se lanzaron al combate para recuperarla. Perdieron: Gascuña y el resto de los territorios siguieron siendo franceses. O sea que 116 años de guerra no cambiaron nada, no sirvieron de nada. Murieron entre 2,3 y 3,3 millones de personas, entre ellas la pobre campesina analfabeta Juana de Arco, quemada viva a los 19 años.
Hay otro conflicto bélico más largo e igual de inútil: las Cruzadas. Duró de 1096 a 1291, es decir, la friolera de 195 años, y en ese tiempo hubo ocho o nueve cruzadas oficiales (los académicos disienten) y varias no oficiales. Eran campañas militares lideradas por el Papa de turno (hubo 34 pontífices en los casi dos siglos) y peleadas por reyes y nobles europeos con el propósito de conquistar para la cristiandad la llamada Tierra Santa, que en lo sustancial coincide con lo que hoy es Israel y Palestina y que llevaba desde el siglo VII en manos del islam. En la primera cruzada, los cristianos se apuntaron un tanto y tomaron el control de Jerusalén en 1099, masacrando a sus habitantes. Sólo pudieron mantener el territorio (el Reino de Jerusalén) durante 88 años, con muchas dificultades y rodeados de musulmanes por todas partes. Solimán recuperó la ciudad en 1187, pero la formidable y angustiosa carnicería continuó durante un siglo más, hasta que el Papa y los reinos cristianos se rindieron en su empeño y abandonaron el loco proyecto de ocupar Tierra Santa. Otros 195 años de matanzas para nada. Se calcula que en las Cruzadas murieron entre 2 y 6 millones de personas tan sólo del lado cristiano (los otros debieron de ser más), una cifra que resulta aún más bárbara si consideramos que la población europea estaba entre 60 y 70 millones. No sé si toda esta tristísima, brutal, patética e inútil historia te recuerda algo. Yo, desde luego, veo paralelismos con el interminable enfrentamiento palestino-israelí y el horror de Gaza.
¿Y qué decir de Afganistán y su larguísima guerra civil? Primero vino el conflicto afgano-soviético, cuando los comunistas dieron un golpe de Estado en 1978 con ayuda de los rusos y tomaron el poder. Las guerrillas de muyahidines contraatacaron y esto hizo que los soviéticos invadieran el país en 1979 para luchar contra ellos. Al final ganaron los muyahidines con ayuda de Occidente. Fue en 1992: de nuevo 14 años de combates que lo dejaron todo igual pero más destruido (un millón de muertos afganos y cinco millones de desplazados). Segundo acto: la guerra que comenzó en 2001 con la invasión de Estados Unidos contra el régimen talibán, y que terminó en 2021 con el triunfo de los talibanes. Otras dos décadas de carnicería sin resultados y la colosal tragedia de todas esas mujeres privadas de los más mínimos derechos. Hasta el punto de que el pasado mes de agosto los talibanes prohibieron que se pueda escuchar en público la voz femenina. El Asad ha caído en 11 días ante los rebeldes integristas y nos hemos quedado patidifusos. La guerra civil comenzó en Siria en 2011, y a Bachar el Asad, conocido monstruo, le costó larguísimos y duros enfrentamientos tomar las ciudades que ahora se han rendido en un plis plas. Estos 13 años belicosos han originado 12 millones de refugiados y desplazados, una de las mayores crisis humanitarias de la historia. En 2016, Europol admitió que desconocía el paradero de más de 10.000 niños sirios que habían salido huyendo de su país sin compañía. Sin duda muchos de ellos cayeron en manos de las mafias de trata. El drama sirio es un fracaso total de Europa y del mundo occidental. Una tragedia que aún continúa. Maldito El Asad, que provocó este dolor inútil. Las guerras son el cáncer de la humanidad. El infierno en la Tierra. Y todo para nada. Para nada.
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