Pura biología
Avista de dron parecen hormigas, pero son seres humanos, hombres, mujeres y niños hambrientos agitándose alrededor de camiones de ayuda humanitaria. Iban a por pan y recibieron plomo. Más de cien muertos y entre 700 y 800 heridos, todos revueltos, todo al por mayor, todo a lo grande, como si, en vez de disparar, los hubieran fumigado. Va resultando más difícil cada día llevar la contabilidad de civiles abatidos por el ejército israelí desde el brutal ataque de Hamás del 7 de octubre del pasado año. En torno a 30.000, suele decirse. Pero son unas cuentas hechas a lo bruto, sin discriminar los niños de los ancianos o las mujeres de los hombres. Eso, por lo que se refiere a los enterrados deprisa y corriendo en cualquier parte, en fosas de las llamadas comunes, que son las menos comunes de las fosas. Pero no hay, por ejemplo, un apartado especial para los huérfanos, para los viudos o las viudas, no hay un apartado especial para los amputados, para los ciegos o para los que se han quedado sordos. No hay un apartado especial para los aturdidos, tampoco para los desplazados, cuyos cálculos resultan muy groseros también porque resulta difícil informar desde el lugar de los hechos: está prohibido. Mucho horror, en fin, muchas piernas sueltas por aquí o por allá, mucho bulto, muchos brazos separados del cuerpo, muchas operaciones sin anestesia, mucho quirófano pulverizado.
La imagen nos la facilitó el Gobierno israelí tal vez porque así, desde las alturas, ya decimos, no parecen seres humanos, sino meros insectos devorando una presa. Pura biología.
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