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La hermandad del agua: el secreto mejor guardado de la selección masculina de waterpolo

Tras el oro en el Campeonato de Europa de Croacia y el bronce en el Mundial de Doha, los nadadores ya piensan en los Juegos Olímpicos de París. Nos encontramos con ellos en la Barceloneta, lugar clave en España para este apasionante deporte

El compañerismo constituye el arma competitiva secreta de esta selección nacional de waterpolo. De izquierda a derecha, Marc Larumbe (con camisa de Mango), Eduardo Lorrio, Bernat Sanahuja (con top de Dolce & Gabbana), Sergi Cabanas, Álvaro Granados (con pantalón de Giorgio Armani), Felipe Perrone (con top de Levi’s) y Unai Aguirre (con pantalones de Prada).
El compañerismo constituye el arma competitiva secreta de esta selección nacional de waterpolo. De izquierda a derecha, Marc Larumbe (con camisa de Mango), Eduardo Lorrio, Bernat Sanahuja (con top de Dolce & Gabbana), Sergi Cabanas, Álvaro Granados (con pantalón de Giorgio Armani), Felipe Perrone (con top de Levi’s) y Unai Aguirre (con pantalones de Prada).Daniel Riera
Diego Torres

“Soy ingeniero químico”, dice Marc Larumbe. “Trabajo en Fluidra desde hace cuatro años. Me va bien porque siento que mientras trabajo estoy en el mundo real. Si no, no podría salir de la burbuja del waterpolo. Sé lo que me digo: yo soy un loco del waterpolo”.

Sentados a una mesa en la Barceloneta, en torno a una cazuela de arroz marinero, Marc Larumbe, Edu Lorrio, Álvaro Granados y Felipe Perrone comparten la última comida antes de dispersarse. Dentro de cuatro meses les esperan los Juegos Olímpicos en París. A su espalda dejan un invierno frenético de concentraciones y torneos. Se han colgado el oro en el Campeonato de Europa de Croacia y el bronce en el Mundial de Doha. Son el equipo que batir. Están felices, pero apenas han tocado la esqueixada y el pan tumaca resiste en la fuente. Dialogan con más energía de la que comen. Preguntan por Pedro Sánchez, por Isabel Díaz Ayuso, por la política nacional. Hablan fugazmente de un libro, Crimen y castigo, y alguien relaciona al homicida con cierto entrenador. Les intrigan cuestiones como la justicia, el orgullo y la “agonía”, la sensación de ahogamiento, de parálisis, de agotamiento absoluto que perciben como una amenaza con la que deben convivir en cada partido eliminatorio. Piensan en voz alta en técnicos que los pusieron a prueba. Reflexionan sobre el bien y el mal. ¿Existen en la máxima competición? Comparan líderes utilitaristas con otros que se implican emocionalmente con sus nadadores sin que les importe más el éxito o el fracaso que la lealtad. Los deportes de equipo estimulan el debate, pero este juego que se practica en aguas profundas, con una pelota, siete hombres desnudos contra siete hombres desnudos y dos porterías en partidos de una hora dividida en cuatro cuartos, produce gente con los sentimientos a flor de piel, tipos que anhelan encontrar un punto de coincidencia. Estos chicos sentados a la mesa en la Barceloneta han descubierto algo de lo que no cualquier equipo puede presumir: cuando están juntos son felices.

Los cuatro han compartido el vestuario del Club Natació Atlètic-Barceloneta. Ganador de las últimas 18 ligas de España y referente de la Champions, el Barceloneta es la base de la selección española que ha construido David Martín con el mortero de la complicidad que une a los grandes equipos de club. Unai Aguirre, Alberto Munárriz, Bernat Sanahuja, Miguel de Toro, Martin Faměra, Roger Tahull y Alex Bustos también salieron del hervidero del Barceloneta. Todos desembocaron en el equipo de España. Desde que ganaron la plata con la selección en el Europeo de 2018 su rastro no deja de crecer: plata en el Mundial de 2019, plata en el Europeo de 2020, cuarto puesto en los Juegos de 2021, oro en el Mundial de 2022, bronce en el Europeo de 2022, bronce en el Mundial de 2023, oro en el Europeo de 2024 y bronce en el Mundial de 2024.

Álvaro Granados, con pantalón de Loewe; Felipe Perrone viste jersey de Hermès; Bernat Sanahuja, de Levi’s; Marc Larumbe, de Gimaguas; Unai Aguirre viste de Tommy Hilfiger; Sergi Cabanas, con camiseta Levi’s.
Álvaro Granados, con pantalón de Loewe; Felipe Perrone viste jersey de Hermès; Bernat Sanahuja, de Levi’s; Marc Larumbe, de Gimaguas; Unai Aguirre viste de Tommy Hilfiger; Sergi Cabanas, con camiseta Levi’s.Daniel Riera

Larumbe es dos hombres en uno: en el agua, un salvaje; fuera del agua, un profesor. “Hay tres tipos de grandes jugadores de waterpolo”, dice el líder de la defensa de España. “Los goleadores, jugadores con un registro muy claro que al final de temporada te aportarán una cifra de goles, y eso puede hacerte ganar partidos. Luego están los arquitectos, que son los que construyen equipos porque tienen una noción muy elevada del juego táctica y técnicamente. A lo mejor en la estadística no aportan tanto, pero hacen mejores a sus compañeros: multiplican. El tercer tipo es el goleador-arquitecto. Son los más raros. Son capaces de hacer todo y se adaptan a la situación de cada partido para hacer más una cosa o la otra. En los últimos años han surgido solo dos: Andrija Prlainović y Felipe Perrone”.

Perrone nació en Río de Janeiro en 1986. Se desarrolló como nadador y como pescador submarino en la bahía de Guanabara, fue el terror de la colonia de pulpos que habita bajo las rompientes del Pan de Azúcar, se instaló en la Barceloneta en 2003, y desde entonces hizo del Mediterráneo su ecosistema particular. Bajo la superficie de su voz dulce y tropical se esconde la persuasión del patriarca que conoció todos los puertos. “Hay un punto en el deporte en el que te expones totalmente”, observa. “Nosotros, por llevar tantos años juntos, nos hemos expuesto mucho. En la derrota, en la victoria, en la frustración, en el miedo”.

“En el día a día es muy difícil compartir experiencias con tanta intensidad como en el deporte de alta competición”, explica Perrone. “Con este grupo de personas vivimos emociones brutales y eso es adictivo. Por eso amamos el waterpolo: porque es un juego que te lleva a conocer a los demás de una manera intensa. Es abrir el corazón. Es la mejor parte de los deportes de equipo y en el waterpolo descubres la esencia. Aquí no te esfuerzas por dinero. Aquí si no hay pasión te quedas por el camino”.

Los bañadores son de One and Another Swimwear. En lo alto, Álvaro, con pantalón de Giorgio Armani. Unai lleva 'shorts' de Prada; Eduardo, top de Carlota Barrera; Marc, camisa de Mango; Bernat, top de Dolce & Gabbana, y Felipe, top de Levi’s.
Los bañadores son de One and Another Swimwear. En lo alto, Álvaro, con pantalón de Giorgio Armani. Unai lleva 'shorts' de Prada; Eduardo, top de Carlota Barrera; Marc, camisa de Mango; Bernat, top de Dolce & Gabbana, y Felipe, top de Levi’s.Daniel Riera

La sintonía personal ha consolidado amistades. En la selección española, el afecto y la lealtad son un combustible explosivo. El compañerismo constituye el arma competitiva secreta de un equipo que en el último lustro ha sometido a Hungría, Serbia, Italia y Croacia, las mejores selecciones del mundo. “Es cierto que la empatía sucede en todos los grupos”, reflexiona Perrone. “La cuestión es, ¿esto se fabrica artificialmente por los entrenadores o surge con naturalidad?”.

“Los códigos son fundamentales”, advierte. “Qué cosas aceptas y qué cosas no aceptas. Esto al final es la clave porque de eso depende el desarrollo del grupo: ¿aceptas el individualismo? ¿Hasta dónde? ¿Aceptas que unos no se esfuercen por otros? David Martín, para aumentar la competitividad, creó juegos: el que perdía tenía que nadar. Dijo: ‘Al acabar el entreno, los que han perdido van a nadar… 400 metros al 100%’. El primer día lo aceptamos. Pero nos generó tanto disgusto tener que competir entre nosotros que decidimos que daba igual el resultado, todos nadaríamos. Todos aceptaríamos el castigo, también los ganadores. ‘David, lo siento pero no puedo competir contra él; ya sé que quieres hacer esto para que nos pongamos las pilas, pero nosotros como grupo no vamos a aceptarlo. Si quieres, hazlo, pero nadamos todos juntos’. A David lo sorprendió. Nos alineamos todos y dijimos: ‘¡No! ¡Vamos a nadar todos!”.

“Nunca compartí un vestuario en el Barceloneta”, dice Sergi Cabanas, jugador de la selección que fue capitán del Sabadell antes de emigrar al Jug de Dubrovnik. “Pero me contagian su manera de entenderse. Para ellos esto es una familia. Muchos han ido a la boda de otros compañeros, han presenciado el nacimiento de sus hijos, y eso crea un vínculo más allá del deporte. Cuando Munárriz hace las videollamadas con su familia y la selección va en el autobús, su teléfono pasa de jugador en jugador y todos saludan a sus hijas. Esto llena. Te alegra el día. Te hace partícipe de lo que para él es importante en su vida personal. Perrone se llevó al Mundial de Doha a su hijo Nicola y a su esposa. Conectas con ellos. Te vinculas. Estoy seguro de que cuando estos jugadores acaben su carrera seguirán ligados de un modo u otro a esa familia que han creado entre ellos”.

“Esto es espontáneo”, afirma. “Aquí no hay coaching. Para crear estos vínculos necesitas haber sufrido y haber llorado juntos. Necesitas los golpes para comprobar que esas personas han estado a tu lado. En la semifinal de Fukuoka del Mundial de 2023 nos marcaron a los tres segundos y había gente llorando. Tú te acercas a esta persona, la abrazas, y compartes su tristeza. O te abrazan a ti. Luego vas a tomarte una cerveza y ya pueden pasar meses sin verla que cuando la vuelves a ver sientes una gran alegría. ¡Ostras, tú, qué feliz me ha hecho el que podamos estar ahora juntos!”.

“Se hace poco hincapié en la dificultad del medio”, advierte el gigante del Jug. “Cuando te tiras al agua, ¡primero sobrevives! Una vez que has conseguido sobrevivir te adaptas a lo que te viene. Las personas se unen más en el agua”.

Tales de Mileto, allá por el siglo VII antes de Cristo, dijo que todas las cosas surgieron del agua. El agua de las ninfas, el agua purificadora, el agua que se traga los sueños, en la playa de Barcino, frente al mar, sede de la mole de hormigón del Club Natació Atlètic-Barceloneta. Allí están, al calor del sol de febrero, jugando al fútbol en la arena, Sergi Cabanas, Felipe Perrone, Marc Larumbe, Álvaro Granados, Unai Aguirre, Edu Lorrio y Bernat Sanhauja. Los encuadra el fotógrafo para que luzcan sus cuerpos vestidos a la moda y la situación les provoca hilaridad. Los waterpolistas, con sus cabezas cubiertas y sus cuerpos hundidos, no experimentan el exhibicionismo como otros deportistas. Después de media vida con un taparrabos por toda vestimenta, ponerse unos pantalones, unas camisas, les provoca un estupor carnavalesco. Se sienten extravagantes. Les asombra verse y les asombra llamar la atención. Pocos viandantes, vecinos del barrio, los reconocen. La mayoría, turistas que vienen del Puerto Viejo, los observan distraídos. Los socios del club los interpelan con chascarrillos.

Julián García, el presidente del Atlètic-Barceloneta, se ha olvidado de bajar a la playa a saludar a los jugadores, despistado como está por la actividad de un club que presta servicios a 12.500 socios. Por la ventana observa la dársena del Puerto Viejo, antiguo canal de trasiego de buques mercantes, ahora convertida en amarradero de superyates. “Ahí se jugó el primer partido de waterpolo en España, en 1908″, señala.

A sus 73 años, luce todas las credenciales. Almeriense establecido en el barrio desde los tres años, socio del club desde los diez, nadador con buenas marcas en 100 metros libres, hijo de estibador, estibador él mismo, presidente de la asociación europea de estibadores, y cabeza visible de la institución más popular del barrio de los pescadores de Barcelona, resume la filosofía del club en tres frases: “Este es un proyecto de vida. Nosotros no fichamos a deportistas que admire la gente tanto como deportistas que se sientan integrados. ¡Tenemos 108 años de historia!”.

Perrone oficia de factótum. Es el anfitrión. El que abre las puertas del vestuario a los visitantes. Su primera advertencia va acompañada de una sonrisa y un gesto reverencial hacia unas infraestructuras magníficas, facilitadas por el Ayuntamiento y financiadas por los socios que van y vienen por los pasillos entre piscinas y gimnasios: “¡Esto es público! ¡La cuota mensual son solo 51 euros! Es una discusión que tengo con los chicos: la gente se queja de España. Y es verdad. A lo mejor hay dos o tres países donde se está mejor. ¡Pero hay otros 200 que no!”.

La risa del capitán es un gruñido pegadizo. Perrone se ríe hasta de sus desdichas. Se ríe de sí mismo. “La Barceloneta es la primera parte de mi vida como inmigrante”, dice. “Cuando los domingos estaba solo en casa me venía al club porque aquí la soledad no existe. Este es el punto de encuentro de mis primeros años en Barcelona. Ahora es el punto de encuentro con mi familia. Ahora mi hija nada en el club y mi hijo los fines de semana me pide ir a este espacio donde encuentras personas y amigos. Aquí se crea una comunidad. Una comunidad de hábitos sanos, un espacio de convivencia donde se establecen relaciones. A pesar de estar en una ciudad grande, a pesar de la modernidad de todas las redes sociales, aquí en la Barceloneta hay una comunidad real. El club lo representa. Y cuando como deportista consigues transmitir y representar a esta gente, sientes una satisfacción tremenda”.

La Barceloneta estará representada a lo grande en los próximos Juegos Olímpicos. La distancia que separa al viejo barrio de la cumbre del más alto de los podios es relativa. “Los Juegos de París son un sueño”, dice Cabanas. “Al final, ¿qué es lo más grande para un deportista? Un oro. Algo que la selección de waterpolo de España consiguió en el 96 y de lo que todavía se sigue hablando. Algo que te hará pasar a la historia. Hagas o no una buena clasificación, tu nombre en los Juegos está puesto”.

“Las personas se unen más en el agua”, dice Sergi Cabanas, jugador de la selección española de waterpolo.
“Las personas se unen más en el agua”, dice Sergi Cabanas, jugador de la selección española de waterpolo.Daniel Riera

Créditos de producción

Fotografía Daniel Riera
Estilismo Marc Forné
Producción Cristina Serrano
Maquillaje y peluquería Rubén Mármol (Kasteel Artist Management) para Prada Beauty y L’Oréal Pro; y Mariona Botella (Kasteel Artist Management)
Asistente digital y de fotografía  Marc de Miguel 
Asistentes de estilismo   Gabriela Alvarado y Paula Ferragut
Agradecimientos Club Natació Atlètic- Barceloneta

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.
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