Álvaro Granados: “La primera vez que me tiré a la piscina me tuvieron que sacar porque casi me ahogo”
El goleador más impredecible del mundo, punta de lanza de la selección española, disputa las semifinales del Mundial contra Italia, este jueves
Álvaro Granados (Terrassa, 1998) es el kraken que crece en el seno de la selección española de waterpolo camino de los Juegos de París. El más escurridizo e impredecible de los goleadores. Un talento inclasificable, prodigio de flotabilidad capaz de moverse en el agua como si tuviera aletas para encontrar apoyos que le dan impulsos ahí donde otros se hunden o patinan. Formado en el Natació Terrassa, militó en el Barceloneta antes de recalar en el Novi Beogard, el club del suburbio brutalista de Belgrado, para convertirse en uno de los mejores jugadores que existen. El martes anotó cuatro goles a Montenegro en los cuartos del Mundial que se disputa en Doha y este jueves (14.00 horas, Teledeporte y RTVE Play) jugará la semifinal ante Italia.
Pregunta. Tener la pelota siempre es una responsabilidad porque el que la pierde obliga a todo el equipo a nadar hacia atrás y defender. ¿Cómo experimenta usted el hecho de ser el que más arriesga improvisando tiros?
Respuesta. Soy ese tipo de jugador arriesgado. Aquí en la selección cada uno tiene su rol. Los jugadores me conocen de sobra y saben que en un momento dado puedo tomar un riesgo. Y creo que ese es el secreto: que mis compañeros me lo permitan y me cubran y sean conscientes de lo que puedo hacer.
P. En la final del Europeo contra Croacia hizo cosas en el agua que parecían imposibles, incluso un gol, el 10-11 definitivo, con un tiro de revés, de espaldas a la portería y con un defensa encima. ¿Cómo decide cuándo traspasar el límite, arriesgarse a perder la posesión, y jugársela?
R. Esto es reinventarse o morir. No creo que sea un riesgo. No estoy operando a nadie a corazón abierto. Simplemente estoy jugando a waterpolo. Me lo paso bien y cuando me salen estas cosas me lo paso mejor.
P. ¿Cómo empezó en este deporte?
R. Cuando era pequeño no quería hacer waterpolo, la verdad. Pero mi madre me dijo: “Fútbol no vas a hacer porque tu hermano lo practica y no nos gusta, así es que vas a empezar a nadar”. Y yo como buen hijo dije “vale”. Así descubrí el waterpolo, y como yo era tan competitivo y con tanto nervio me encantó.
P. Desmarcarse un metro en el agua es como desmarcarse diez metros en el fútbol. ¿Cómo hace para ganarle medio metro a los defensas y conseguir una posición de tiro con un solo gesto? ¿Cómo logra esos apoyos?
R. En este deporte usas todos los músculos del cuerpo. La arrancada es de piernas, pero luego tienes que tirar de brazos y necesitas tener una buena reacción de pies. Se usa todo. Yo siempre he creído que para ser un buen jugador de waterpolo tienes que ser un buen nadador. Tener una gran resistencia cardiovascular. Lo ves en el fútbol: cuando un jugador está pasado y no puede correr, llegado el momento de pensar piensa peor. La preparación es muy importante para ser ágil en el agua, porque eso te facilita pensar y tomar mejores decisiones.
P. ¿Siempre tuvo esa facilidad para deslizarse en el agua?
R. Lo que siempre he tenido es mucha ambición. La primera vez que me tiré a la piscina me tuvieron que sacar porque casi me ahogo. No sé si tenía la facilidad pero siempre he tenido las ganas y la locura de hacerlo lo mejor que puedo.
Lo ves en el fútbol: cuando un jugador está pasado y no puede correr, llegado el momento de pensar piensa peor. La preparación es muy importante para ser ágil en el agua, porque eso te facilita pensar y tomar mejores decisiones
P. Dice su seleccionador, David Martín, que usted es como un caballo salvaje.
R. Sinceramente no me gusta que me llamen caballo salvaje; creo que como todo caballo salvaje, al final se puede domar y tener la cabeza perfecta. Con la experiencia y la edad creo que iré dejando de asumir riesgos innecesarios y me quedaré con lo bueno.
P. Pero precisamente, David Martín dice que lo mejor es que usted siga indomable en parte, o en todo, porque de lo contrario perdería su don.
R. He tenido mucha suerte al tener entrenadores como David o Zivko Gocic que me han permitido ser quien soy, nunca han intentado cambiarme; y compañeros como Felipe Perrone o Munarriz que lo han entendido y me lo han permitido desde que era muy joven. Ese ha sido el secreto. Que me han dejado ser yo mismo. Si he llegado hasta aquí es por ser yo siempre. Y así las cosas salen. He aprendido que en un partido cuanto menos piense y más sienta y más tenga ese feeling mejor me irá. Porque cuando he intentado hacer otro tipo de juego me he sentido fuera de lugar.
P. ¿Qué tiene la selección española que la hace más competitiva?
R. Que funciona como una familia; nos entendemos muy bien dentro y fuera del agua, eses es el mayor secreto. Nuestra forma de jugar es totalmente diferente. Es un waterpolo mucho más ordenado, ensayado, al detalle. En los Balcanes se tira más de calidad individual, de fuerza, de uno contra uno.
P. Entones, ¿usted no se siente el balcánico de España?
R. Ni caballo salvaje ni balcánico. Yo soy Álvaro Granados.
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