David Martín: “Aquí todos son universitarios; ¡el waterpolo no da ni para un año sabático!”
El seleccionador de España reflexiona sobre la construcción del equipo que este domingo se proclamó campeón del Mundial de Budapest
“¡Cómo hemos sufrido!”, dice David Martín, antes de abandonar la Isla Margarita, sede de la piscina Alfréd Hájos, donde España acaba de proclamarse campeona del Mundial de Waterpolo de Budapest. La final ante Italia, conquistada en los penaltis tras un engañoso 9-9, supone un peldaño anunciado en la sólida escalera que ha construido este entrenador nacido en Barcelona hace 45 años, figura puente entre la generación de Estiarte y Rollán y la que representan Granados, Aguirre o Sanahuja.
Pregunta. ¿Qué significa este oro?
Respuesta. Creo que hemos entrado en la historia. Estos jugadores deberían inspirar a las personas que luchan por un sueño y les cuesta llegar. Las tres finales que este equipo perdió en los Europeos de 2018 y 2019, y en el Mundial de 2019, adquieren ahora un significado. Levantarte y volver, y levantarte y volver hasta que lo consigues, tiene un valor incalculable.
P. En 2018 anunció que España volvería a tener otra gran generación de waterpolistas. ¿Qué vio entonces?
R. Vi talento y una ambición inmensa por mejorar. Si sumas talento con trabajo, lo normal es que llegue el éxito. Hemos sido capaces de crear un estilo de juego muy reconocido que nos sirve para competir para ganar títulos. La clave de esta final es que fuimos fieles a nuestro estilo, aunque la jugada del penalti nos descentró.
P. España ganaba por 6-9 en el último cuarto cuando los jueces pitaron un penalti por un incidente tecnológico. ¿Qué ocurrió?
R. El tiempo muerto se pide apretando un botón en un poste junto al banquillo. Un jugador nuestro se apoyó en el poste y se escuchó el sonido de la petición, pero yo nunca hice un gesto pidiéndolo. Los jueces miraron el VAR y como vieron que un jugador se apoyaba, nos señalaron penalti en contra. ¡Tal cual! Pudo determinar totalmente la final porque gracias al penalti Italia se puso a dos goles de remontar y en la última parte llevaron el partido al plano físico, al límite.
Hemos entrado en la historia. Estos jugadores deberían inspirar a las personas que luchan por un sueño y les cuesta llegar
P. El waterpolo tiene un componente físico decisivo que convierte los partidos en un ajedrez. España juega a agotar a sus adversarios y sus adversarios juegan a que España se agote. ¿Qué es lo que más cansa a un jugador de waterpolo?
R. En el waterpolo llega un momento en el partido que la fatiga es clave: hay que saber detectarla. Hay tres tipos de fatiga. Una es la de la lucha. Hay jugadores que son muy rápidos nadando o desplazándose, pero cuando tienen que entrar en la lucha contra equipos balcánicos, o contra los húngaros que pesan más que tú, dejan de ser rápidos y precisos. Hay jugadores que son fuertes, que en la lucha física se encuentran bien, pero en nado en velocidad se fatigan. Y hay jugadores muy pesados, tipo boya, a los que los desplazamientos de salir con brazos y volver a la ayuda les genera mucha fatiga. En los entrenos intentamos trabajarlo para que todo esto no nos afecte a nosotros, y viendo a los rivales siempre se detecta qué tipo de jugadores sufren más haciendo los distintos trabajos.
P. ¿Qué es lo más difícil de gestionar?
R. Los partidos igualados que no han sido de muchos goles y te plantas en la última parte y el balón empieza a pesar tres kilos. Entonces suele endurecerse mucho, las defensas van al cuerpo a cuerpo, a la lucha individual, y cada jugada puede ser hombre de más u hombre de menos y tienes que tomar decisiones. El waterpolo te obliga a resolver problemas mediante lanzamiento o asistencia en momento de fatiga máxima, con los hombros agarrotados y las pulsaciones a 180. Los partidos se deciden en estos momentos. Y los suelen decidir los jugadores con tanta experiencia que saben jugar estos minutajes con mucha fatiga. Los que dicen: “Voy tan destrozado que ahora no toca chutar, la tengo que pasar”. Esto es un error propio de los jóvenes: van muy cansados y se creen que pueden meter los tiros igual, y es imposible. Esto es particular del waterpolo. Solo asimilable a las prórrogas del fútbol, cuando llega el minuto 110 y la gente va con agujetas, y las decisiones son cada vez más determinantes. ¿Qué necesitas más, volcarte al ataque a muerte o esperar a los penaltis? El nivel de fatiga en waterpolo es muy alto y hoy día más. Porque se ha vuelto muy dinámico, muy de lucha. No hay tiempo de descanso. Fallas un lanzamiento y te han pillado. Creo que ese es el secreto. Nosotros somos un equipo trabajado para gestionar esto. Solo necesitábamos ese punto de experiencia para saber tomar las decisiones adecuadas en los momentos clave.
La fatiga en el waterpolo es clave. Solo asimilable a las prórrogas del fútbol, cuando llega el minuto 110 y la gente va con agujetas, y las decisiones son cada vez más determinantes
P. ¿Por qué Serbia, Hungría y Croacia son las grandes potencias, y cómo las consigue contrarrestar España?
R. Los balcánicos tienen una envergadura y un nivel de lanzadores insuperable: suelen tener seis o siete lanzadores de un calibre espectacular en cada equipo. Eso es selección natural. En Hungría el waterpolo es el deporte nacional. Salen miles de niños que quieren ser waterpolistas, el tipo de entrenamiento es muy de juego, de técnica individual, de chutar. De mil niños cinco chutan muy bien. Y esos cinco van a la selección. Nosotros no podemos competir con esto. La parte más difícil de mi trabajo consiste en conseguir que seamos resistentes a los esfuerzos constantes. Que tú sepas mantener la velocidad de tu contra. No que hagas un contragolpe muy rápido y el siguiente al 60%. Ahí está la clave. Si tienes un equipo que constantemente hace contras y bajadas muy rápidas, y es capaz de mantenerlo durante cuatro minutos sin hacer cambios, pocos le van a aguantar este ritmo.
P. ¿Cómo es la rutina de un waterpolista de selección?
R. Tenemos la suerte de que todos los jugadores son universitarios. Esta generación tiene muy claro que esto tiene fecha de caducidad. Es el caso de Dani Pinedo, uno de los mejores porteros del mundo, que se retiró en Tokio y ya se ha puesto a trabajar. El waterpolo no da ni para vivir un año sabático. Los propios veteranos cuando llega algún joven que se despista le empiezan a educar. Les dicen: “tienes que hacer algo, tienes que estudiar algo…”. Porque a pesar de entrenar mucho, si luego lo único que haces es irte a tu casa a jugar a videojuegos tu futuro lo estás lapidando. En eso he sido un privilegiado por la generación de jugadores que he podido dirigir: Dani Pinedo, Felipe Perrone, Fran Fernández… Han sabido educar a estos jóvenes y se ha instaurado una cultura. Aquí te presionan para que te centres. Los que han llegado después, Munárriz, Granados, Larumbe… ya son universitarios con carreras complicadas que comienzan a hacer prácticas. El joven que llega aquí difícilmente tendrá la posibilidad de vivir la vida loca. Yo creo que tampoco es bueno estar todo el día pensando en el waterpolo.
P. ¿Cuál es la gran lección que ha aprendido en este proceso?
R. En los últimos años he cambiado mi mentalidad. Siempre pensábamos en virtud de ciclos olímpicos. Pero el circuito de deportistas profesionales está cambiando y ya no podemos pensar que un tío de 34 años está para retirarse. Mira Luka Modric, Tom Brady, Mira Rafa Nadal… Lo vemos en muchos deportes: cada vez están mejor entrenados, mejor alimentados, descansan mejor… Yo he cambiado mi chip: ¿por qué voy a retirar un jugador que todavía me da cosas que un joven no me puede dar? ¿Por qué vas a cambiar a veteranos que tienen la inteligencia emocional de Perrone? Dicen: “¡toca cambio!” Yo digo: ya veremos en el 2023. Vamos a seguir con esta transición. Por eso le digo a los jóvenes que tienen que romper la puerta. No deben esperar a abrirla y que los dejen pasar. Tienen que romperla. Esto normalmente significa que tienes que quitarle el puesto a un compañero: si eres un joven muy bueno y crees que eres mejor que ese jugador de 36 años, demuéstralo.
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