Laura Pausini: “Se ha convertido casi en un trabajo levantarse y pensar: ‘Hoy a quién juzgo, a quién odio’. Estoy harta de eso”
Este 2023 ha sido un año especial para la cantante: se ha casado, ha celebrado tres décadas en la música, ha publicado su decimocuarto álbum y ha sido reconocida como Persona del Año en los Grammy Latinos. Empieza 2024 con una gira y mucha energía
Delante de la cámara, Laura Pausini (Faenza, 49 años) es arrolladora. Gesticula, ríe a carcajadas. Grita “¡bellissima!” en italiano al ver una foto. Grita “olé” cuando se pone un abrigo rojo con lunares negros. “Me siento Laura en el país de las maravillas. Saber cómo tomarme el pelo me ha ayudado a creer más en mí y sentirme más fuerte”, dice. Llega al set con unas gafas graduadas de pasta, camiseta a rayas y botas de plataforma de Valentino. Durante la sesión de fotos no calla. Le gusta hablar, lo reconoce. “Ser charlona puede ser pesado para las personas alrededor, pero a la gente con mi carácter le sirve mucho. Tengo mal de estómago cuando no hablo”, explica. Esa naturalidad es el sello de Pausini. Lleva 30 años sobre los escenarios, ha vendido más de 75 millones de discos, suma un Globo de Oro, cuatro Grammy Latinos, un Grammy y en 2021 estuvo nominada al Oscar a la mejor canción original por Io sì, de La vida por delante. Parece paradójico que, pese a lo logrado, sienta inseguridades y, más aún, que no le importe decirlo. “Cuando era más joven no tenía preocupaciones, solo quería hacer cosas, y si no funcionaba, no tenía la responsabilidad ni la presión de los últimos 10 años. Pensaba: ‘Lo haré mejor la próxima’. Ahora con una canción o un disco hay que cumplir resultados. Además, tengo una niña preadolescente, de 10 años, me gustaría dedicarme más a ella”, reflexiona.
Se refiere a Paola, su hija con el músico Paolo Carta, con quien se casó en marzo, después de 18 años de relación. Ha contado que quedarse embarazada fue complicado. “A mi madre no le gusta que hable de mis cosas personales públicamente, le da miedo. Pero yo hablo de mi verdad en mis canciones, ¿por qué debería tener miedo de decir que quería una hija y no llegaba? Hice tratamientos y no llegaba. Y cuando me paré, después de seis meses, pasó. Todo el mundo te dice: ‘Ya verás, cuando no pienses en eso te quedarás embarazada’. Es algo que odias oír. Con los tratamientos engordaba, me paraban en la calle, me felicitaban y yo me sentía muy mal. Muchas parejas se separan en estos procesos. Nosotros tardamos cinco años. Yo culpaba a mi trabajo y decía: ‘Dios, ¿por qué me hiciste famosa? Quítame eso y dame un hijo”.
Las divas no suelen hablar de sus tratamientos de fertilidad, sus inseguridades o de que les apena poder perderse la función de Navidad del colegio por estar de gira. “Pero es que yo no soy una diva”, puntualiza Pausini, que acaba de iniciar un tour que hasta abril la tendrá alejada de su casa en Roma. En enero pasará por Madrid y Barcelona (los días 27 y 29, en el WiZink y el Palau Sant Jordi), luego continuará por Europa y América, de Buenos Aires a Chicago, hasta finalizar en el teatro del Madison Square Garden de Nueva York. Está acostumbrada a la disciplina del escenario. Todo empezó cuando tenía 18 años y ganó el Festival de la Canción de San Remo con La solitudine (La soledad), cantándole a un novio, Marco (su primera pareja), que se había marchado para no volver. Bueno, en realidad todo había comenzado mucho antes, cuando el día de su octavo cumpleaños debutó en el piano bar en el que tocaba su padre. Él la animó a aferrarse al micrófono. “Durante 10 años estuvimos cantando en verano en los piano bars de mi región, había extranjeros que nos pedían canciones y mi padre me las traducía para saber el argumento. Creo que por esto cuando empecé a grabar mis discos me salió normal cantarlos en otros idiomas”.
Por aquel entonces, su madre, profesora de italiano, deseaba que fuese farmacéutica, aunque Pausini se veía como artesana. Nació en la región de la Emilia Romaña, muy cerca de Rávena, creció admirando los mosaicos bizantinos de San Vital y el mausoleo de Gala Placidia. “Soy maestra de mosaicos, tengo el diploma de la escuela”, dice con orgullo, “pensaba hacer de eso mi vida y como hobby cantar”. Pero el hobby se impuso. “Es una de las artistas más talentosas y queridas de su generación […]. Su extraordinaria voz continúa rompiendo barreras a través de idiomas y géneros”, destacaba en noviembre en Sevilla Manuel Abud, CEO de la Academia Latina de la Grabación, para explicar por qué merecía el reconocimiento de Persona del Año de los Grammy Latinos (ha sido la tercera mujer en recibirlo, tras Gloria Estefan y Shakira). Cuando recogió el galardón de manos de la colombiana Karol G, Pausini se describió como “la italiana más latina de todo el coño mundo”. Es una de sus palabras preferidas, una muletilla que repite de manera inconsciente. “Mira, yo me había preparado un discurso, sobre todo para no decir coño, porque lo digo mucho, pero al final me salió”, confiesa. Nunca fue a clases de español, se reconoce autodidacta de videoclub: “Me alquilaba películas con subtítulos, no tengo la capacidad de hablar perfecto español, pero lo que pronuncio lo sé escribir porque aprendí leyendo”.
La malagueña Vanesa Martín, que no se perdió ese homenaje a su amiga, asegura por correo electrónico: “Es imposible no quererla o que no te caiga bien. Es firme, inteligente, se alegra del éxito de los demás y tiene unos valores muy auténticos”. Destaca, sobre todo, su franqueza: “Cuando te dice algo, lo dice de verdad, no vende humos”. Ese perfil hace que parezca que, en lugar de despertar envidias, Pausini solo recibe halagos en su industria, nada de egos ni rivalidades. “Es así aquí”, puntualiza la cantante, “en Italia hay una presión diferente, siento envidias… El hecho de que no sea una persona de escándalos no acaba de gustar. Cuando un personaje es famoso y no es raro, inventan cosas”. Eso la ha llevado a cerrarse en banda sobre temas políticos, apela a la responsabilidad y al miedo a ser malinterpretada: “La política no es solamente los derechos humanos, también son las cosas económicas, financieras, y yo no estoy preparada para hablar de ellas y no quiero influir a los jóvenes”. Cuenta que la primera vez que votó siguió las indicaciones que daba su cantante favorito en una revista y luego se arrepintió. Ella no quiere condicionar a nadie. “Creo que en el mundo ahora mismo la gente joven y también los adultos estamos muy confundidos en el momento de votar”, zanja.
Pero sí ha cantado temas contra el racismo y el maltrato a las mujeres o a favor de los derechos LGTBI, la igualdad y la diversidad. “Creo que se ha convertido casi en un trabajo levantarse y pensar: ‘Hoy a quién juzgo, hoy a quién odio’. Parece como si nuestras horas en este mundo debieran ser utilizadas para hablar mal de los otros. Y estoy harta de eso. A mi hija le enseño todos los días a no juzgar. Pero cuando ella o toda la nueva generación se acostumbra a pasar mirando el teléfono cada momento de su vida, estando en internet y viendo a personas que se insultan, veo un futuro preocupante”, lamenta. En su decimocuarto álbum, Almas paralelas, que salió en octubre, Paola debuta cantando Hogar natural. ¿Le gustaría que se dedicara a la música? “Dejaré que sea lo que quiera. Pero como madre no desearía que sea cantante”. Le inquietan las presiones, que la tachen de nepo baby: “Dicen siempre que los hijos de cantan peor que sus padres, bailan peor, actúan peor. Y conozco cómo ha cambiado la industria. En los noventa no nos juzgaban al minuto. Yo entro [en las redes sociales] a ver comentarios a jóvenes cantantes italianos, especialmente mujeres, y me preocupa”.
Allá en los noventa, Pausini supo lo que era enfrentarse al escrutinio provocado por el éxito. Su primer álbum (que se llamaba como ella) batió récords, todavía hoy es la artista extranjera que más ha vendido en este país. En la portada aparecía con un chaleco negro bordado y camisa blanca. “Me encanta la moda, pero sentirme bien en mi cuerpo fue complicado en los primeros años, porque de carácter no soy sensual, sexy ni superfemenina. No amo mucho mis curvas, aunque con el paso de los años me he sentido más cómoda”, admite. En la sesión de fotos juega con las prendas, se pone y se quita la peineta, tararea los temas que suenan, de las Spice Girls a Texas. Disfruta de la parte de juego de la puesta en escena, sin dejar de controlar tiempos y detalles.
Ese carácter le ha servido de mucho. La fama llegó pronto, pero también el desencanto. Aunque ganó San Remo, otro de los concursantes, hombre, firmó un contrato mejor, por el que se llevaba mayor porcentaje de sus ventas que ella. Fue consciente de la brecha salarial y reivindicó, antes de que lo cantara Shakira, que las mujeres facturaran. “En la música los contratos han cambiado, está habiendo una evolución, pero queda mucho. Ayer tuve una reunión en Warner [su discográfica] y eran todas mujeres. No era así antes, muchas veces me encontraba con que era la única mujer en un grupo de personas que viajaban por todo el mundo”. Eso provocó que sus padres llegaran a un acuerdo: su madre se quedaba en Italia con su hermana pequeña mientras su padre viajaba con ella. Lo hizo hasta los 23 años. “Leo historias de cantantes que durante su adolescencia tuvieron mucho éxito, pero después algo pasa mentalmente si no tienes a alguien que te pone los pies en la tierra, que te explica cómo respetar este trabajo siendo disciplinado, sin perder la razón. Viví en Los Ángeles un año y medio, había muchas fiestas en casas de famosos, con gente importante, productores. Y es fácil caer en la tentación de todo lo que pueden ofrecerte, como drogas o algo así, sabiendo que quizás haciendo eso podrás colaborar con nombres importantes. Yo no tuve el permiso para ir a estas fiestas. Ahora lo entiendo; entonces era pesado tener a mi padre durmiendo en el cuarto de al lado, pero en esos cinco años me enseñó cómo respetarme respetando este trabajo”.
El pop y las baladas le han dado la fama, Pausini es consciente de su sonido y lo ha defendido cuando las tendencias han marcado otros caminos. En Estados Unidos quisieron vender la remezcla dance de su álbum From the Inside (de 2002) y ella se plantó. “Me había separado de mi pareja, que era mi mánager, después de nueve años, me encontré completamente sola con mi asistente en América con la compañía, Atlantic, diciendo que era el número 1 en Billboard dance. Pero yo no quería presentarme así, que la gente me preguntara por qué había cambiado. No era capaz de dormir. Me sentía culpable. Les dije que si sacaban el próximo single en versión dance me iba. Salió y yo hice mi maleta. No llamé a nadie, me fui, y no regresé”. Al preparar Almas paralelas experimentó con otros ritmos, grabó seis reguetones, canciones de jazz y sertanejo (“un estilo musical como country-pop de Brasil”, precisa), pero el reguetón no llegó a la versión final del disco. “Quería escucharme en varios estilos. Y, soy sincera, me da vergüenza mostrarme así”, asegura. No significa que no le gusten artistas del género urbano, como Rauw Alejandro, que en los Grammy Latinos, por sorpresa, versionó su tema Se fue, en una actuación que se hizo viral al ser interpretada como un mensaje a su ex, Rosalía. “Yo no juzgo lo que elige un artista. Me han preguntado qué pensaba de que Shakira haya hecho canciones muy directas y creo que cada uno tiene su manera de explicarse a través de la música, debe ser libre como un pintor, como un escultor. Lo que no soporto son las blasfemias, deberían estar vetadas, o que se hable de violencia o se instigue a la violencia”, reflexiona. La versión de Rauw Alejandro de Se fue le gusta más que la original, “que es del 93 y tiene un sonido bastante antiguo”. El puertorriqueño no oculta su admiración por Pausini y en un mensaje de texto rememora su primer encuentro: “Ella me dijo: ‘Rauw, ven, dame un abrazo’. Y yo: ‘Laura me llamó y conoce mi nombre, ¡wow!’. Estaba en modo fan, no lo podía creer… Ver a alguien trascender en idiomas, culturas y nacionalidades a través de la música me motiva”.
¿Habrá una colaboración con el puertorriqueño en el futuro? Pausini no lo confirma, pero reconoce que ya está pensando en nuevos retos. Ha cantado con Charles Aznavour, Bebe, Luciano Pavarotti, Gente de Zona o Alejandro Sanz; ha presentado Eurovisión; ha dado tres conciertos en 24 horas en dos continentes; ha sido jurado de concursos televisivos; ha dado voz a Me abandono a ti, un tema creado por Madonna… ¿Se ve, como ella, de gira a los 65? “No sé si yo seré así, porque a los 65 años diré: ‘Ya basta de dieta, me como lo que quiero”, bromea para luego ponerse seria: “Todo dependerá de muchas cosas a mi alrededor, de qué hará mi hija en su vida y de si mis padres están bien”.
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