En la casa milanesa de Martina Mondadori, la gurú de la decoración que inspira a Marta Ortega
La editora y empresaria forma parte de dos de las sagas más famosas de Italia, pero se ha labrado un nombre con, Cabana, su marca de interiorismo y estilo de vida
Un tropel de turistas se agolpa cada día a las puertas de Santa Maria delle Grazie para ver La última cena, la célebre pintura mural de Leonardo da Vinci. A pocos metros de la iglesia se esconde una calle tranquila con edificios de viviendas de aires palaciegos: fachadas de piedra blanquecina, balcones con detalles de estuco, jardines silenciosos. En uno de esos inmuebles vivió el famoso arquitecto Piero Portaluppi, que en los años treinta del siglo pasado se encargó de rehabilitar el conocido templo milanés. En el portal del antiguo hogar de Portaluppi ahora reluce un timbre de bronce con la inscripción “M. M.”. Son las iniciales de Martina Mondadori (Milán, 42 años), fundadora de Cabana, una marca de decoración y estilo de vida que en cuatro años se ha convertido en una de las favoritas de los entendidos en diseño e interiorismo. La editora y empresaria vio esta propiedad a finales de 2019 y en plena pandemia, cuando muchos milaneses huían de la ciudad, empezó a restaurarla. “Tardé seis meses en decorarla, aunque dos años después sigo añadiendo cosas”, dice sentada en un sofá tapizado con una tela en colores terracota de la firma inglesa Lewis & Wood. “Fue muy fácil porque Ashley me ayudó mucho”, continúa, refiriéndose a su pareja, el interiorista y fotógrafo británico Ashley Hicks, al que se oye trabajar en una sala contigua. Detrás de Mondadori se despliega una pared forrada con un papel pintado a mano por el propio Hicks que recrea el patrón de una suntuosa seda otomana de 1590. El muro sintetiza la visión estética de la dueña de esta casa: más es más.
El apartamento es familiar y está lleno de recuerdos y objetos heredados o comprados en tiendas de antigüedades y mercados de pulgas. Mondadori comparte este hogar con Hicks y con los tres hijos que tuvo con el financiero Peter Sartogo. Las estancias son amplias, pero acogedoras y abigarradas. Por todas partes hay estampados intrincados, tejidos ikat y mezclas audaces. La casa destila un tono entre italianesco y oriental. Las librerías están escondidas detrás de telas inspiradas en un terciopelo florentino del siglo XV. Unas cortinas egipcias de Goya Gallagher bordadas en el zoco de El Cairo sirven para separar algunas habitaciones. En una salita pintada en amarillo de la India cuelga una colección de antiguos caftanes de Uzbekistán.
La pasión por Oriente Próximo y Asia la heredó de su padre, Leonardo Mondadori, que durante décadas fue presidente de la editorial italiana que lleva su apellido. “Viajábamos mucho a Turquía, Marruecos, Israel, Egipto… A él le gustaba todo lo antiguo y su casa giraba en torno a sus viajes y colecciones”, explica. De su madre, Paola Zanussi, hija del fundador de la compañía de electrodomésticos Zanussi, recibió gran parte del conocimiento que tiene sobre decoración. “Era una anfitriona impresionante, difícil de superar. Hacía sentir a todo el mundo como en casa. Siempre tenía visitas, siempre estaba dando una cena o una fiesta”, recuerda. “Ella era muy ecléctica a la hora de poner la mesa. Nunca había nada blanco, salvo las flores. Las vajillas, la mantelería, todo estaba lleno de color y estampados. Esa atmósfera festiva influyó mucho en mí. Por eso las mesas son una parte central de mi negocio”.
La empresaria estudió Filosofía y trabajó muchos años como consultora de comunicación para marcas de lujo. No posee estudios formales de decoración, pero tuvo al mejor maestros. El legendario Renzo Mongiardino, decorador de cabecera de su familia, fue uno de sus mentores. “Era muy tranquilo y vivía de forma modesta. Su piso no era grande ni lujoso. A veces podía ser un poco esnob con sus clientes, pero siempre mantenía los pies en la tierra”, recuerda.
Mongiardino adornaba las propiedades de sus clientes con opulentas telas indias y persas, obras de arte de los viejos maestros y trampantojos de un realismo apabullante. Su estilo es difícil de imitar, pero Mondadori lo ha conseguido. Uno de los salones del piso está decorado con un envolvente trompe l’oeil hecho por Ashley Hicks inspirándose en los dibujos que realizó Giovanni Battista Piranesi de las ruinas de la ciudad grecorromana de Paestum. “Aunque no lo parezca, de niña anhelaba una casa blanca minimalista. No soportaba todos esos patrones ricos que había en casa de mi madre”, reconoce. Ahora abraza alegremente la estética maximalista.
Entre sus referencias estéticas también figuran el apartamento romano de Cy Twombly, los jardines del filósofo Umberto Pasti y las fotografías de François Halard. El piso refleja todas esas influencias y también es un escaparate perfecto para su marca, Cabana. En 2014, Mondadori fundó una publicación bianual de diseño con ese nombre para celebrar el renacimiento de la artesanía. La revista, cuyas portadas son diseñadas por firmas de lujo como Fendi, Gucci, Loewe, Loro Piana, Pierre Frey o Liberty, se ha convertido en un objeto de deseo para diseñadores, interioristas y arquitectos de todo el mundo. En el último número, publicado en abril, se dedica un reportaje a Andalucía. “Estamos bombardeados por imágenes digitales. Si vas a imprimir algo, tienes que ser diferente y especial. Nuestra revista es como un libro. Se compra, se lee, se guarda y se colecciona. Ofrecemos una experiencia visual, pero también táctil”, explica.
En 2019 amplió el universo Cabana lanzando Casa Cabana, una línea de estilo de vida y decoración empapada de su estilo. Los colores vibrantes y los estampados enrevesados atraviesan todas las colecciones de platos, vasos, manteles, servilletas, lámparas, cojines y sillas que ofrece la marca. “La línea para la casa salió al mercado cuando estalló la pandemia. Las ventas se desplomaron. Pensé: ‘Es el fin, voy a tener que cerrar’. Eso fue en marzo de 2020. En abril, la gente empezó a acostumbrarse a quedarse en casa. En mayo los pedidos se dispararon”, dice. “Todos dejamos de comprar ropa para comprar objetos para el hogar”.
Mondadori cree que el bum de la decoración no es algo pasajero. “La gente más rica está comprando nuevas propiedades y la gente que tiene menos dinero está renovando sus hogares. Hemos aprendido a disfrutar con el arte de recibir en casa”, señala. Ahora Cabana está en expansión en países como Estados Unidos y Reino Unido. La marca ya ha realizado ediciones limitadas con grandes firmas como Carolina Herrera o Etro.
Hace unos meses, el equipo de Zara Home le ofreció hacer una colaboración y la invitó a visitar la sede central de la compañía en A Coruña. “Siempre he comprado en Zara Home. Admiro a muchas de las personas con las que colaboran, como Vincent Van Duysen. Cuando llegué a sus oficinas vi que muchos diseñadores tenían páginas de Cabana en sus tableros de inspiración. Eso me cautivó”, admite. Bastó una reunión con Marta Ortega, presidenta de Inditex, para sellar el acuerdo. “Marta es una mujer joven al mando de una gran empresa y para mí eso es inspirador”, dice.
Mondadori ve esta colaboración con el gigante textil gallego como una oportunidad para llegar a nuevos públicos. “Muchas de las cosas que hacemos en Cabana son ediciones limitadas y costosas. Esta es una forma de hacerlas más accesibles”, apunta. Cree que el ADN de su marca encaja con la identidad de España. “A italianos y españoles nos gusta divertirnos. Compartimos esa alegría de vivir”, concluye. En pocas semanas lanzará una colección cápsula de vestidos con la marca española Valeria Cotoner y ya está explorando nuevas alianzas. Para ella, más siempre es más.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.