André Lamoglia, Franco Masini y Bernardo Flores, los actores latinos que están revolucionando la tele española
Son los protagonistas de un nuevo bum latinoamericano y punta de lanza de una generación con ganas de comerse el mundo de las plataformas de streaming.
Cerca del río Guadalhorce, en la ciudad de Málaga, un equipo de rodaje trata de sacar adelante el trabajo de la jornada bajo la presión de un variopinto grupo de chicas adolescentes y señoras mayores en los aledaños. Pujantes y serias, insisten: “¡Queremos ver al gavilán!”. Es una escena que Bernardo Flores (Guadalajara, México, 27 años) tiene grabada en su cabeza y que describe efusivamente. “Me resulta muy chistoso lo que les gustan los vaqueros aquí en España. Me ha pasado de todo, me siguen a mi dirección, me llaman a la puerta de casa, me lanzan cosas por la ventana. Cuando salgo a tomar un café o voy al supermercado, la de la caja, la chica que pasa por ahí, la de la acera de enfrente…, todas le hablan a la amiga, me toman una foto o me empiezan a gritar ‘¡Juan David!”, el nombre del papel que Flores interpretó en la segunda temporada de Pasión de gavilanes (2022), hijo de los emblemáticos personajes de Danna García y Mario Cimarro.
La serie Urban: La vida es nuestra, coproducción de Mediaset España y Amazon Prime Video, aún sin fecha prevista de estreno, es la que ha llevado a Flores a residir temporalmente en la Costa del Sol y desatar un éxtasis incontenible entre parte de sus habitantes. “Es una locura, pero me divierte mucho”, afirma. Orgulloso del éxito de la telenovela en España, que, sin miedo al estereotipo, atribuye al magnetismo de “la pasión” que se le echa a todo en Latinoamérica, el actor —que, de manera algo más testimonial, estuvo en otro hito cultural como Luis Miguel: la serie (2018)— puede considerarse, generacionalmente, puente entre aquellos intérpretes que motivaban un fervor transoceánico por los culebrones televisivos de toda la vida y los que lo están cosechando gracias al impulso universal de las plataformas de streaming (donde, además de culebrones modernos, los clásicos también tienen hueco: un nuevo público ha descubierto Pasión de gavilanes, precisamente, gracias a su inclusión en el catálogo de Netflix).
“Las fronteras se disuelven. Ruedas una serie para Netflix en España y, cuando se estrena, puede arrasar en Corea, en Sudáfrica, en Argentina o en Chile, o que a cierto productor o director le interese tu trabajo y te pida que vayas allí. Ya no hay prejuicio a la hora de formar repartos con personas de diferentes países, lo único que se mira es el talento”, reflexiona Franco Masini (Vicente López, Buenos Aires, Argentina, 28 años), coprotagonista de la serie Todas las veces que nos enamoramos, que en su primera semana en Netflix, el pasado mes de febrero, llegó al top 10 de lo más visto en 27 países. Masini, al igual que su amigo André Lamoglia (Río de Janeiro, Brasil, 25 años), fue ídolo adolescente de la mano de Disney antes que galán romántico: mientras que el argentino estuvo en la serie musical Peter Punk (2010), que contó con una gira internacional de conciertos, el intérprete brasileño se ganó al público joven con las series Juacas (2017) y Bia (2020), la segunda en español, donde aprendió a hablar el idioma con la fluidez natural con la que ahora se desenvuelve. Disney tuvo en Lamoglia, asimismo, a su embajador estrella en el maratón anual de National Geographic de 2019.
Los tres actúan, cantan, bailan y hacen lo que se les ponga por delante. Acumulan una masa de admiradores demográficamente heterogénea (los hay que han crecido con ellos y los hay que los han descubierto por fenómenos como Élite, a la que Lamoglia se incorporó el pasado año, en la quinta temporada) y encaran su ascenso a base de generosidad y disposición. “No hay nada de estresante en atraer tanta atención. Estresante es tener que aprender textos largos. Lo que le hace a uno ser artista es compartir”, opina Bernardo Flores. Mientras en Hollywood se habla de un bum latino gracias al amor unánime que parece congregar la figura del chileno Pedro Pascal, de 48 años, protagonista de The Last of Us (2023) y The Mandalorian (2019), los jóvenes entrevistados, que suman juntos más de seis millones de seguidores en Instagram, están explorando a velocidad de crucero el campo de oportunidades abierto, con ganas y cualquiera diría que con afán de alcanzar el don de la ubicuidad.
“Tengo base en Argentina, en España y últimamente también en México”, cuenta Masini, que intenta, aparte, sacar tiempo para componer y tocar el saxofón o la guitarra. “No hay que anclarse ni atarse a ningún lado, hay que dirigirse hacia donde se dirija el proyecto”. El actor probó suerte en habla inglesa en 2019 con la serie británica Riviera, junto a Julia Stiles, y en pocos años ha demostrado versatilidad con el tipo de elecciones de papeles que convierten a alguien emergente en interesante: del remake de Rebelde (2022) a la versión de Cuéntame cómo pasó (2017) en la dictadura militar argentina (fue Toni, el personaje que aquí interpretó Pablo Rivero); de la película El clan (2015), de Pablo Trapero, a la versión teatral de La naranja mecánica (2019), donde encarnó a Alex. “Después de esa obra bajé como cuatro o cinco kilos”, recuerda. “Me requirió mucha destreza física. Duraba casi dos horas y cuarto y no salía en ningún momento de escena. Acababa muy cansado, sobre todo con esa larga secuencia atado a la silla, que me pasaba entera gritando”.
En Todas las veces que nos enamoramos, Franco Masini forma pareja con la actriz Georgina Amorós, con quien, asegura, tuvo “una química y una confianza instantáneas”. Ella es una aspirante a directora de cine y él es un alumno de Derecho a quien el destino tiene reservada otra suerte frente a las cámaras. “Mucha gente se puede sentir identificada. Además del amor, la serie habla del éxito, del fracaso y de la frustración que puede generar el que una carrera no solo dependa del talento, sino de otros factores. Alguien puede buscarlo y no encontrarlo, y alguien puede no tener pensado hacer de eso su vida y que, de pronto, las cosas le vengan dadas, como a mi personaje”.
La lucha por el éxito en el mundo del espectáculo es igualmente el tema central de la serie Urban, ambientada, como se puede inferir de su título, en el mundo de la música urbana. Bernardo Flores, que compara el proyecto con la película 8 millas y se empapó de un puñado de batallas de gallos en YouTube, no es rapero (“A lo mejor mis amigos y yo en las borracheras poníamos un beat y empezábamos a rapear encima, pero de manera nada profesional”, relata riéndose), aunque sí se siente identificado en “la perseverancia y el ánimo de luchar” de su personaje, que considera común a todos, vengan del ámbito del que vengan. Y, aunque no sea su género, admite: “Quise ser cantante siempre”. El pasado año, de hecho, publicó el videoclip de su canción Mamita, con todo el erotismo y los sombreros de vaquero necesarios para que ninguna de las personas que le siguieron por Pasión de gavilanes se separe del rebaño a la hora de acompañarle en esta otra faceta. “Seguiré dándole a las dos cosas que me hacen feliz y la vida dirá si me presto más a la música o a la actuación”.
Preguntado por la creciente preocupación en torno a las escenas de sexo en cine y televisión, con actores como Penn Badgley, de You (2018), pidiendo no rodar ninguna más por el bien de su vida matrimonial, André Lamoglia, figura en una serie tan poco inhibida como Élite, responde: “Yo creo que estamos protegidos por el personaje. El que está ahí no eres tú. Los actores actuamos. Si hace un bien a la historia, entonces es bueno hacer esas escenas”. Más allá de la impresión que pueda generar la serie entre quienes le conocieran como chico Disney —un pasado del que, repite varias veces, está encantado y solo puede “decir cosas buenas”—, Lamoglia cree que el impacto de su interpretación en Élite, en el papel del hijo bisexual de un futbolista gay en el armario, puede ser positivo en la lucha contra la homofobia. El actor, en concreto, ve en su posición privilegiada una herramienta para mejorar la sociedad: “Es importante que quienes tenemos tanto alcance seamos de ayuda, que demos nuestra opinión sobre ciertos temas e informemos de los problemas que existen”. Vocación de dar. Vocación de estrella.
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