Eva Herzigova, reflexiones de una supermodelo sobre la moda: “¿Cuántos jerséis negros necesitamos?”
La ‘top model’ acaba de cumplir 50 años y está a punto de celebrar 35 en las pasarelas. En esta entrevista nos habla de su nueva vida en Italia, examina las luces y sombras de la industria y reflexiona sobre la relevancia de las modelos de los años noventa: “Seguimos vigentes porque le recordamos a la gente tiempos mejores”.
Eva Herzigova (Litvínov, República Checa) tenía pensado dar una fiesta para celebrar su 50º cumpleaños, pero pocos días antes de enviar las invitaciones recibió una llamada que trastocó sus planes. “Eva, tienes que ir a los Oscar en Los Ángeles”, le dijo su agente. “Pero ese fin de semana es mi cumpleaños”, contestó ella. “Sería bueno que fueras”, le insistió su representante. “No vivo en Los Ángeles ni voy con mucha frecuencia. Tengo algunos amigos allí, pero en esas fechas todos estaban fuera de la ciudad. Así que pasé mi cumpleaños sola en Los Ángeles. Logré organizar una pequeña cena, pero sin mi familia. Fue muy raro”, explica mientras se prepara para la sesión de fotos de El País Semanal en un estudio de Corvetto, una zona industrial de Milán. “Como todavía no he celebrado mi 50º cumpleaños, sigo diciendo que tengo 49″, continúa, poniendo la misma sonrisa que la coronó como supermodelo a mediados de la década de 1990.
Herzigova lleva casi 35 años teniendo que cambiar sus planes personales para cumplir con sus compromisos laborales. Con 16 ganó un concurso de modelos en Praga y dejó su ciudad natal, Litvínov, cerca de la frontera con Alemania, para probar suerte en París. Era el prototipo de belleza imposible que buscaban las marcas en esa época: 1,80 metros de altura, rubia, ojos azules, 90-60-90. En 1992 se hizo famosa interpretando a una Marilyn Monroe moderna en una publicidad de la marca de jeans Guess, y en 1994, con 21 años, protagonizó la campaña del sujetador Wonderbra. En el anuncio, la modelo miraba hacia sus pechos realzados gracias al “sujetador maravilla” mientras se leía el mensaje: “Hola, chicos”. La prensa inglesa aseguró que las vallas publicitarias provocaban atascos y accidentes de tráfico en las carreteras. Según un estudio de la Escuela de Negocios de la Universidad de Míchigan, Wonderbra consiguió vender un push up cada 15 segundos en Estados Unidos durante 1994 y 1995.
La campaña del sujetador maravilla cambió la vida de Herzigova y le abrió las puertas del club de las supermodelos primigenias, formado por Linda Evangelista, Naomi Campbell, Christy Turlington, Cindy Crawford, Claudia Schiffer y Kate Moss. Desde entonces, lo ha conseguido todo en la moda: fue uno de los famosos ángeles de la firma de lencería Victoria’s Secret, portada de todas las revistas —incluida Playboy— y protagonista del especial de trajes de baño de Sports Illustrated. En 2011 incluso fue una de las estrellas de Girl Panic!, el videoclip de Duran Duran que la MTV censuró por considerarlo “demasiado provocativo”. Ahora lleva una vida más apacible en Turín junto a su marido, el empresario italiano Gregorio Marsiaj, y sus tres hijos. Asegura que trabaja menos y que estudia más cada oferta, pero siempre hay una sesión de fotos o un desfile en algún lugar del mundo que la obliga a salir de su zona de confort.
Ahora la moda destila cierta nostalgia por los años noventa. ¿A qué cree que se debe?
Los noventa fueron coloridos, alegres y despreocupados. Cuando empecé, yo venía de un país comunista, lleno de restricciones, y entré en una industria de infinitas posibilidades. Los noventa fueron divertidos, fue la época de los crop tops, de enseñar la ropa interior, de los pantalones baggy, de Marky Mark posando para Calvin Klein… Entiendo que la moda quiera volver a eso. Puede funcionar para los jóvenes, pero no para mí.
¿Por qué seguimos sintiendo fascinación por las supermodelos de los noventa?
Las chicas jóvenes conectan con las influencers, con las superestrellas de las redes sociales, pero no sé si las mayores lo hacen. Y las marcas de moda saben quién es su clientela real, quiénes son las mujeres que realmente gastan dinero. Las clientas que compran tienen cierta edad y se identifican con las de cierta edad. Las modelos de aquella generación tenemos una experiencia, hemos vivido y tenemos una historia. Los años noventa fueron muy divertidos: la economía estaba en auge, la música era increíble, todo era como un sueño. Las supermodelos son un testimonio de esa época. Quizá por eso seguimos vigentes, porque le recordamos a la gente tiempos mejores y más felices.
Eran verdaderas estrellas, como actrices de Hollywood…
Es lo que me gusta de este trabajo, la interpretación, la parte de actriz de cine mudo. Antes las modelos creábamos personajes y contábamos una historia con un principio y un final. Ahora todo es más aburrido y plano. Ya no hay fantasía. Falta magia y la echo de menos.
Pareciera que se aburre. ¿Le aburre el trabajo?
Sí, a veces. Por eso ahora soy muy selectiva con los trabajos que acepto. Necesito saber qué ropa voy a llevar y con qué equipos voy a trabajar. No quiero ser una percha a la que le cuelgan ropa para ser fotografiada. No entiendo esa parte de la moda actual. Ahora la industria quiere que las modelos sean como perchas y eso me aburre.
Entonces, ¿qué la motiva a seguir trabajando?
No tengo una motivación específica. De hecho, estoy bastante molesta con la moda. La pandemia me hizo reflexionar sobre cómo la moda no está haciendo un buen trabajo para proteger el planeta y el medio ambiente. No sé por qué las marcas no bajan la marcha y vuelven a hacer dos colecciones al año como antes. Ahora todos hacen precolección, colección crucero, colección cápsula… Eso implica mover grandes equipos de producción y genera una enorme montaña de desechos. Es inútil. ¿Cuántos jerséis negros necesitamos? La gente de la moda que conozco es muy consciente del cambio climático y la sostenibilidad, así que no entiendo por qué la industria continúa en esta dinámica destructiva de producir más y más…
¿Entonces las marcas hablan más de lo que hacen?
Hay marcas que están haciendo cosas interesantes, pero no es suficiente. ¿Qué puede hacer la moda para salvar el mundo? Producir menos y hacer que la ropa dure más.
Antes hablábamos de su pasión por la interpretación. Usted llegó a trabajar como actriz, pero lo dejó. ¿Cómo fue la experiencia?
Tuve algunas experiencias increíbles. Un día Stanley Kubrick me llamó por teléfono a mi casa. Me dijo: “Hola, soy Stanley Kubrick. Recibirás un fax en tres minutos con tres escenas que me gustaría que interpretaras en mi nueva película. No puedo enviarte el guion, ninguno de los actores puede leer el guion antes de que comencemos el rodaje. Gracias por aceptar. Adiós”. Mi máquina de fax comenzó a funcionar y leí el papel que quería que hiciera. Tenía que salir desnuda en todas las escenas y pensé: “De ninguna manera”. Era un pequeño papel, interesante, pero tenía que estar desnuda. Consideré: “Si quiero trabajar en la industria del cine, tengo que empezar con el pie derecho”. Pregunté a su equipo si podía hacer las escenas con algo de ropa y me respondieron que no, que esa era la visión del director. Le di las gracias y le dije que no. La película era Eyes Wide Shut, con Tom Cruise. Así soy yo. No soy calculadora, me guío por mis instintos. No era el papel de mi vida. Así que no me arrepiento.
Se habla mucho sobre la cosificación de las mujeres en la moda y el cine. ¿Hemos evolucionado?
El Me Too ayudó a cambiar muchas cosas, aunque en la industria de la moda una parte del movimiento fue injusto con algunos fotógrafos. Algunos de ellos no tuvieron la oportunidad de defenderse. Fueron condenados sin juicio ni defensa. Por otro lado se han logrado grandes cosas, como la condena a Harvey Weinstein. Los hombres como él hicieron mucho daño a muchas mujeres. Pero no solo en Hollywood, sino en todas partes. No solo se cometen abusos en el mundo del glamur. Eso también pasa en cualquier oficina o trabajo. Pero apuesto a que también hay mujeres con poder que abusan de otras personas. Y la gente no habla de eso. Por eso yo no quiero hablar de hombres o mujeres, quiero hablar del poder. El poder siempre es abusivo y me quedo con eso del Me Too: cómo las personas poderosas abusan de otras personas.
¿Alguna vez se ha sentido cosificada o en alguna situación incómoda?
Cuando comencé a trabajar en la moda era muy genuina, pero tengo valores muy fuertes y siempre he sabido lo que está bien y lo que está mal. Cuando me he encontrado en una situación incómoda, mi instinto me ha ayudado a escapar. La risa me ha ayudado mucho. Reírme en la cara de algunos hombres me ha librado de muchas situaciones incómodas. Una risa a tiempo me ha ayudado a poner en ridículo a hombres más mayores que intentaban algo. Siempre he sido muy fuerte e independiente, así que he tenido suerte. Pero estoy segura de que muchas mujeres quedan paralizadas en estas situaciones y eso alimenta al depredador. Debe de ser horrible perder el control de uno mismo.
Hablando de control, ¿cómo lleva haber cumplido 50 años?
[Larga pausa]. Durante la pandemia el mundo se paró y eso me ayudó a frenar, a asentarme en Turín y a abrazar cierta paz y tranquilidad. Durante mucho tiempo no supe quién era porque siempre estaba interpretando a una mujer diferente. Desde muy joven mi trabajo ha consistido en eso, en interpretar diferentes papeles frente a una cámara o en un desfile. Ahora, finalmente, sé realmente quién soy y qué quiero en la vida.
En la pandemia decíamos que íbamos a salir siendo mejores personas. Parece que usted lo ha conseguido.
Creo que la gente está más maniática que antes de la pandemia. Todos están ansiosos por recuperar el tiempo perdido. Yo no quiero eso para mí. Digo que no a muchos trabajos porque no les veo un propósito. Tengo una vida, un marido y tres hijos y no quiero perder el tiempo.
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