Lo importante es la tranquilidad
Me gusta observar a la gente entrando o saliendo del metro. Quien dice del metro dice del dormitorio, de la cocina, del cuarto de baño, incluso de debajo de la cama. De pequeño me metía mucho debajo de la cama sin otro objeto que el de volver a salir. Si logras comprender lo que de verdad significa estar dentro o fuera, le llevas varias cabezas de ventaja a tus contemporáneos. Hay gente que conoce desde pequeña las virtudes de permanecer en el interior del sistema, por ejemplo. Ahora mismo, me pongo a recordar a mis compañeros de colegio y puedo ver retrospectivamente quiénes tenían capacidad para amoldarse y quiénes no. Los que carecían de ella ni siquiera eran conscientes de su marginalidad. No conocían otro interior que el propio, pensaban que hacía el mismo frío en todas partes.
Entrar o salir, esa es la cuestión.
El conjunto de puertas de la imagen, tan regulares, tan simétricas, tan harmoniosas, proporciona tranquilidad al espíritu. Ahí están, abiertas para que entres o salgas de una a otra dimensión de la realidad adelantando simplemente una pierna, dando apenas un paso como el de Neil Armstrong en la Luna. Te metes en el metro en esta calle y apenas unos minutos después sales en aquella otra. Cuando te metiste no llovía y ahora sí, o no habías recibido la llamada telefónica que esperabas con ansiedad y ahora ya sabes que tu nieto ha nacido sin complicaciones. Te has enterado cuando estabas dentro y ahora sales a digerirlo afuera. En cuanto a la señora del primer plano, no sabemos si duda entre salir o entrar, pero se la ve tranquila, que es lo importante.
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