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Bernard Ruiz-Picasso: “Contra Picasso está lanzando acusaciones ridículas gente que no sabe ni lo que dice”

Nieto del artista y fundador del Museo Picasso Málaga, reivindica la españolidad creativa de su abuelo y critica el desconocimiento de su obra en España y las acusaciones de misoginia vertidas desde ciertos sectores contra él.

Bernard Ruiz-Picasso, nieto de Pablo Picasso.
Bernard Ruiz-Picasso, nieto de Pablo Picasso.Gianfranco Tripodo
Borja Hermoso

Bernard Ruiz-Picasso (Neuilly-sur-Seine, Francia, 63 años) es uno de los seis nietos de Pablo Picasso. Es el hijo de Paul Ruiz Picasso —primogénito del pintor y que se suicidó en 1975— y de Christine Ruiz-Picasso. Con su madre fundó en 2003 el Museo Picasso Málaga, al que en un primer momento donó 180 pinturas y esculturas de entre la descomunal colección particular de obras del artista que posee, seguramente la mayor del mundo (“Tengo bastantes, no tengo problemas para comer”, reconocerá irónico en el transcurso de esta entrevista).

Es presidente de la comisión ejecutiva del museo malagueño y sigue prestando con regularidad obras para distintas exposiciones en ese centro, al igual que las presta a museos de todo el mundo para la celebración de muestras sobre su abuelo. En la actualidad es vocal de la Comisión Nacional para la Conmemoración del 50º Aniversario de la Muerte de Pablo Picasso, el capítulo español de las celebraciones que hasta inicios de 2024 rendirán tributo a la memoria del genio malagueño a través de medio centenar de exposiciones por todo el mundo y la celebración de diferentes congresos y debates en Francia y en España. Bernard Ruiz-Picasso, que vive entre Mónaco, Bruselas y París, copreside junto a su mujer, la galerista y marchante de arte Almine Rech, la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte, que se dedica a impulsar y difundir la obra del autor del Guernica, así como a la organización de exposiciones. Esta conversación tuvo lugar a mediados de septiembre en un despacho del Museo Reina Sofía de Madrid, al que Bernard Ruiz-Picasso acudió para la presentación de este Año Picasso.

¿Qué resultados o logros le gustaría que se alcanzaran con la celebración del Año Picasso?

Que se difunda más el arte en el sentido de que también somos nosotros, el público, quienes al final creamos la obra de arte. En este sentido podemos recordar las palabras de Marcel Duchamp: “Está el artista, está la obra y estamos nosotros”. Y esos tres elementos son los que crean la vida artística. Aquí estamos usted y yo hablando de una celebración, pero, al final, lo que tenemos es una relación humana con el legado de Picasso en nuestro siglo. Yo paso mucho tiempo con artistas jóvenes y puedo comprobar la importancia de la herencia del siglo XX, y dentro de ella, la de Picasso, incluso en los millennials. La lección que creo que nos dio mi abuelo es el optimismo y la voluntad de seguir creando, siempre.

¿Cree que subsiste como una conexión sentimental entre Picasso y las generaciones más jóvenes de hoy?

Correcto, porque al final Picasso se reapropia o interpreta su siglo, su presente. Pero también la historia del arte en general, desde la era de las cuevas prehistóricas. De alguna forma concentra un deseo común del siglo XX, es decir, que con él y a través de él se conceptualiza el arte moderno. Por eso él es un gigante, un genio, y los genios tienen una capacidad mítica para estar fuera de las normas.

La palabra “Picasso” tiene fuerza en sí misma, una sonoridad, como un aura, es como si retumbara…

Desde luego, así es.

¿Picasso es inamovible, algo ya dicho y zanjado en la historia del arte, o puede haber nuevas vías de acercamiento entre su obra y el público? ¿Se puede renovar a Picasso?

Yo poseo parte de su obra, como sabe, y después de 40 años sigo estudiando cosas en ella que no entiendo. Mi trabajo en la Fundación Almine-Bernard Ruiz-Picasso consiste en, además de organizar exposiciones, investigar en compañía de comisarios, expertos y de catedráticos la obra de Picasso. Y lo que veo cuando hablamos de ella es que siempre surgen cosas nuevas. La capacidad de ser algo tan poliforme permite reconectarse siempre a ella desde diferentes modos de pensar o de estudiar. Hay grandes artistas de nuestra época que tienen con Picasso esa relación profesional de admiración ante su capacidad de ir siempre más lejos. Esto es muy complejo y muy interesante. El artista hace algo que procede de su cerebro, es una especie de formulación poética. A menudo su misión es conceptualizar una palabra que luego aparece en una pintura o en una escultura.

El nieto de Picasso (izquierda) y Claude, hijo del genio malagueño, en una exposición en la Royal Academy de Londres en 1998.
El nieto de Picasso (izquierda) y Claude, hijo del genio malagueño, en una exposición en la Royal Academy de Londres en 1998.Rebecca Naden (PA Images / Getty Images © Sucesión Pablo Picasso; VEGAP; Madrid; 2022)

“El arte era su vida, todo lo demás era secundario”. Son palabras suyas acerca de su abuelo.

Sí. Nunca paraba, nunca dejaba de pensar, nunca dejaba de crear, pensaba que la vida era hermosa y que malgastar el tiempo en estupideces era una estupidez en sí misma. Y ese mensaje tan potente lo expresa a través de su obra. Hay artistas, escritores, músicos, científicos… con tal capacidad de trabajo y de creación que dejan un mensaje muy importante en cuanto a que la vida merece ser vivida. Lo digo teniendo en cuenta, por supuesto, que yo me siento favorecido por la vida y teniendo presente que hay gente para la que la vida es muy difícil.

A diferencia de otros colosos de la historia del arte, como Van Gogh, Rembrandt, Vermeer o El Greco, Picasso vivió y murió rico y famoso. Casi podría decirse que fue un icono pop en vida…

Es que fue un icono pop y es un icono pop, es un artista pop 100%. Un artista popular en todo el sentido de la palabra. Pintó a las prostitutas, a las floristas, a la gente del circo, pintó lo que había, la calle…, su obra es una autobiografía. Contaba lo bueno y lo malo de la vida, no se dejaba nada, frente a tantos seres humanos a los que les da vergüenza decir la verdad. Puede que por todo eso guste tanto a los niños. Siento mucho placer cuando veo niños en un museo copiando las pinturas de Picasso.

Es cierto, les llama la atención, rara vez se aburren con él.

Claro, es normal, despierta algo llamado curiosidad. Y sobre él se ha debatido mucho, y hoy se sigue debatiendo mucho sobre algunos artistas, por ejemplo, Jeff Koons, que es amigo mío. Muchos le critican, pero los niños quieren sus globos, quieren a su perro Puppy… Picasso está en los programas educativos de muchos colegios, porque te permite hacer cosas muy diferentes, su formulación creativa permite salir de las normas habituales de lo cotidiano, es la libertad total, y eso gusta a los niños. Solían ir a verle a su casa amigos suyos intelectuales, como Michel Leiris, por ejemplo, y le consultaban para ver si hacían tal o cual proyecto, que tenían dudas y miedos por temas psicoanalíticos y neuróticos y tal y cual, y él les decía: “¡Pues hazlo y no lo pienses tanto!”. Él era así.

¿Un poco “hacer y luego pensar” en vez de al revés?

Algo así, sí. Y eso lo une mucho a España, a la historia de España y al arte español. Mucho más que a la intelectualidad francesa. Esa poesía, esa dureza también. Eso deja claro que Picasso es un artista español.

Los toros, por ejemplo.

Sí, también. Una cosa horrible pero que sin lugar a dudas forma parte de una identidad.

O sea, que a Picasso le encantaban los toros, pero a usted no le gustan…

Sí, sí, muchísimo. Desde niño. Mi padre conocía a muchos toreros, era amigo de algunos, llevaba en coche a las cuadrillas… Creo que me llevaron a la primera corrida cuando tenía seis meses.

Es que como ha dicho que es “una cosa horrible”…

Pero es la vida.

Y la muerte.

Sí, es la lucha… Le diré que algunas noches, en el salón de casa, con mi mujer, es parecido a la plaza de toros…

¡Pero sin sangre, espero!

¡Ja, ja, ja, ja! Claro, y hablando de la vida y de la muerte: todo esto es algo que me llama la atención de los políticos. Quieren que pensemos que somos inmortales. En el discurso político, la muerte no existe nunca, qué curioso. Pero Picasso interrogaba lo mismo a la vida que a la muerte.

Bernard Ruiz-Picasso posa en el edificio Nouvel del Museo Reina Sofía de Madrid.
Bernard Ruiz-Picasso posa en el edificio Nouvel del Museo Reina Sofía de Madrid.Gianfranco Tripodo

¿Pesa llevar ese apellido? O, al contrario, ¿son solo ventajas?

Fue más difícil de joven, porque tuve que sobrevivir a la confusión total. Luego ya no tuve posibilidad real de elegir qué quería hacer y me tuve que dedicar a este trabajo de hacer exposiciones, prestar obras de arte, estudiar… Yo me llamo Bernard y ya está. Y además tengo un apellido muy famoso y me va bien.

Usted y su madre, Christine-Ruiz Picasso, fundaron en 2003 el Museo Picasso Málaga, cuyo comité ejecutivo preside. ¿Qué margen de mejora tiene el museo, ahora que se cumplen 20 años de su apertura?

El Museo Picasso Málaga supone devolver a la gente un poco de lo que recibimos de Picasso. Ahora tenemos entre manos un proyecto a 10 años para atender las necesidades de un público que ha evolucionado, que quiere otras cosas y que no es el mismo que el de los años ochenta y noventa. Los museos ahora están muy activos, hay una energía bastante positiva y tienen que renovarse. Antes eran lugares para una élite y ahora ya no.

¿Cree que existe el riesgo de que algo que podríamos llamar la constelación Picasso —el mercado, los récords de ventas, el dinero, la fama, las disputas familiares, las mujeres del artista y sus problemas con ellas…— pueda diluir o esconder su obra?

Uffff…

Quiero decir... ¿hay un riesgo de distorsión de Picasso, ahora que se conmemora el 50º aniversario de su muerte?

Es una posibilidad. Seguramente algunos periodistas van a decir: “¡Ah, de nuevo Picasso, una vez más!”. Los medios de comunicación comunican parcialmente lo que es la cultura. En España nadie sabe realmente quién es Pablo Picasso. Y hay miles de cositas que salen sobre él sin parar, pero no ha habido, por ejemplo, un gran programa de televisión sobre su obra, algo serio. Ahora su figura va a captar la atención de los medios durante un año, eso es cierto, pero ese año pasará. No hay peligro de dictadura picassiana.

Bernard Ruiz-Picasso, con su abuelo, junto a Jacqueline (centro) y Christine Ruiz-Picasso, su madre, en la playa de Cannes en 1962.
Bernard Ruiz-Picasso, con su abuelo, junto a Jacqueline (centro) y Christine Ruiz-Picasso, su madre, en la playa de Cannes en 1962.© Archivos Christine y Paul Ruiz-Picasso; Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte; Madrid - © Sucesión Pablo Picasso; VEGAP; Madrid; 2022)

Dentro de ese ruido que puede ocultar la obra, ¿cree que este debate o pretendido debate en torno a su relación con las mujeres y su supuesta misoginia puede desempeñar un papel protagonista? Usted ha dicho que él fue “un gran feminista”…

Vamos a ver, dije eso en una entrevista y la periodista sacó esa frase de contexto. Yo estaba hablando de la exposición Picasso, azul y rosa [inaugurada en el Museo de Orsay de París en septiembre de 2018] y de cómo, cuando Picasso pintó a una prostituta con sífilis en la cárcel, estaba demostrando ser feminista a principios del siglo XX porque contaba lo que les pasaba de verdad a algunas mujeres. Yo creo que hoy la sociedad civil tiene la capacidad de hablar mucho más y más libremente que antes. ¿Se habla demasiado, mucho, poco, bien, mal? Creo que hablar siempre está bien. La manera en que funciona el sistema no está a favor de las mujeres, desde luego, y, por ejemplo, creo que mi abuela no tuvo un final de vida demasiado agradable, pero a ver: ¿qué mujer quiere vivir con un artista de tal envergadura como Picasso? ¿No siente que hay riesgo a la hora de vivir con un hombre así? ¿Que te gusta un hombre así? Vale, pero quien sube al Himalaya sabe que se puede caer. Seamos serios, contra Picasso se están lanzando algunas acusaciones ridículas por parte de gente que ni sabe lo que dice porque no ha estudiado ni leído tan siquiera un poco. Pintó bastante bien a las mujeres con las que vivió, y cuando esas mujeres tenían problemas nerviosos, las pintaba también. Su responsabilidad está en su obra. ¿Cómo reparar cosas cuando están ya hechas? Fíjese en todo ese tema de la cultura de la cancelación…, ¿quién tiene derecho de decir que se tiene que anular algo o a alguien en una democracia, en vez de hablar y de discutir? Pero estos temas rellenan y venden periódicos… Dicho todo esto, ¿fue Picasso un hombre perfecto? ¿Hay hombres perfectos?

Una pregunta grosera para acabar. ¿Cuántos picassos tiene?

Tengo bastantes. No tengo problemas para comer.

Sobre la firma

Borja Hermoso
Es redactor jefe de EL PAÍS desde 2007 y dirigió el área de Cultura entre 2007 y 2016. En 2018 se incorporó a El País Semanal, donde compagina reportajes y entrevistas con labores de edición. Anteriormente trabajó en Radiocadena Española, Diario-16 y El Mundo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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