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Los rostros de Poblenou: los vecinos de toda la vida y los nuevos hablan del futuro

Como en otros barrios de Barcelona, y del mundo, la gentrificación ha cambiado su paisaje humano, ha disparado los precios y ha aumentado la presión turística. Hoy en el Poblenou todavía conviven vecinos de siempre y recién llegados. Esta es su historia.

Mar Cònsul, Yachumie Alvarado y Ona Espona. Mar es emprendedora y tiene una familia monomarental. Se instaló hace cuatro años en el barrio tras vivir 10 en el extranjero. Es de pueblo y encontró en el Poblenou el ambiente que buscaba. En la foto, con su hija y su canguro.
Mar Cònsul, Yachumie Alvarado y Ona Espona. Mar es emprendedora y tiene una familia monomarental. Se instaló hace cuatro años en el barrio tras vivir 10 en el extranjero. Es de pueblo y encontró en el Poblenou el ambiente que buscaba. En la foto, con su hija y su canguro.Gina Pellicer
Clara Blanchar

Con el doble sombrero de fotógrafa y vecina del Poblenou, Gina Pellicer busca mostrar, a través de los retratos de sus vecinos, cómo este barrio de pasado industrial y que hasta hace 30 años vivía de espaldas al mar está “cambiando a pasos de gigante”. Prueba de que la mutación es frenética es que dos protagonistas de estas imágenes ya no viven en la zona.

Como ha ocurrido en otros distritos de Barcelona, el Poblenou vive desde hace más de una década un lento pero sostenido proceso de sustitución de vecinos y comercio tradicional por nuevos habitantes de mayor poder adquisitivo y oferta renovada en los locales. Irrumpen cadenas de alimentación o restaurantes, pero también tiendas de galletas y pastelitos a 3,85 euros la unidad. Es la gentrificación: el cuchillo de doble filo que supone mejorar zonas urbanas y que amenaza a barrios de todo el mundo.

Poblenou
Juan Muñoz y Encarna López. 25 años en La Gran Bodega del barrio de La Plata, una mini zona de Poblenou. Cariñosos y queridos, no solo servían comida. Acogían. Se jubilaron en agosto y descansan tranquilos en Sant Adrià del Besòs, una ciudad pegada a Barcelona.Gina Pellicer

“Mucha gente se ha marchado, aunque todavía quedan de los de toda la vida. No sé cuánto durará”, suspira la fotógrafa. Basta poner los ojos un milisegundo en cada imagen para adivinar si sus protagonistas son nuevos o de los de siempre. “Barcelona se está convirtiendo en París o Londres, los que somos de aquí no podemos vivir en la ciudad. ¿Quién puede pagar 2.000 euros de alquiler? Alguien de fuera, que trabaja para una empresa extranjera y que, con su llegada, aunque no sea de forma premeditada, sustituye a un vecino”. En la parte baja del barrio, en una finca de obra nueva queda un piso a la venta: un primero interior que mide 52 metros cuadrados. Piden 390.000 euros (7.500 el metro cuadrado).

Daniela Hernández y Marianne Kuijpers. Mexicanas, imponentes y luchadoras, encarnan el amor incondicional y la generosidad. Su casa está siempre abierta y nunca faltan tequila y chelitas para compartir. Daniela es profesora de fitness en un polideportivo y Marianne editora de vídeo.
Daniela Hernández y Marianne Kuijpers. Mexicanas, imponentes y luchadoras, encarnan el amor incondicional y la generosidad. Su casa está siempre abierta y nunca faltan tequila y chelitas para compartir. Daniela es profesora de fitness en un polideportivo y Marianne editora de vídeo.Gina Pellicer

Delante del cementerio del barrio, Nelo vivía en un local gracias a un acuerdo informal con la propiedad. De origen rumano, trabaja de lo que salga. El dueño decidió vender el local. Hoy es un supermercado, y Nelo vive en casa de una amiga que le ha cedido una habitación. Tampoco están ya en el barrio Juanillo y Encarna, de La Gran Bodega. Media vida trabajando en el bar y viviendo en el altillo, hasta que se han jubilado. Ahora descansan en la ciudad colindante de Sant Adrià y con el alquiler que cobran del local complementan la jubilación. El bar ya está en obras para reabrirlo con otro rostro y otra oferta.

Mirta y Emilio. Viven su jubilación en unos bajos en el micromundo de casitas blancas y calles adoquinadas que rodean la plaza de Prim. Pagan apenas 150 euros. Son portugueses y se dedicaron a la venta ambulante para criar a 12 hijos. Tienen 58 nietos y 38 bisnietos.
Mirta y Emilio. Viven su jubilación en unos bajos en el micromundo de casitas blancas y calles adoquinadas que rodean la plaza de Prim. Pagan apenas 150 euros. Son portugueses y se dedicaron a la venta ambulante para criar a 12 hijos. Tienen 58 nietos y 38 bisnietos.Gina Pellicer

“Son testimonios de una vida que desaparece, de sitios donde tomabas una cerveza y ahora sirven brunch. Los vecinos no queremos brunch, queremos un café con leche o una caña”, chasquea Pellicer. La zona donde vive en el Poblenou es el microbarrio de La Plata. Incluso ella se plantea marcharse a la otra punta de la ciudad. A la periferia. Y lo dice comiendo un menú en el bar de debajo de su casa. Está de moda y hay días que no puede sentarse, está tomado por turistas.

La presión turística sobre el Poblenou no es tan fuerte como en el centro, en los barrios de Ciutat Vella, donde hay calles en las que los vecinos son una especie en peligro de extinción, hacer trayectos cotidianos es una odisea y las carnicerías y ferreterías ya no existen, reemplazadas por supermercados abiertos las 24 horas, tiendas de souvenirs, consignas para maletas o alquileres de patinetes y bicis.

Mònica Carbonell. Es de los vecinos más nuevos del barrio. Fundadora y directora de Sodabites, una consultora de estrategia de marca y transformación cultural de empresas. Trabaja en Impact Hub, uno de los espacios de coworking que han proliferado en el Poblenou.
Mònica Carbonell. Es de los vecinos más nuevos del barrio. Fundadora y directora de Sodabites, una consultora de estrategia de marca y transformación cultural de empresas. Trabaja en Impact Hub, uno de los espacios de coworking que han proliferado en el Poblenou.Gina Pellicer

La paradoja en los retratos de este fotoensayo es que algunos de los nuevos habitantes saben que su llegada probablemente haya sido a costa de la salida de viejos vecinos. Edu y Robert son de Girona y llegaron al Poblenou expulsados de Ciutat Vella. Se fueron de allí a desgana, aunque se enamoraron enseguida del Poblenou. Son plenamente conscientes del fenómeno de la gentrificación: “De ahí nuestra obsesión por hacer barrio, comunidad, ir al bar de siempre, no comprar muffins y evitar el comportamiento de gente que ni habla español”, relata Edu. Tanta relación han entablado con su entorno que visitan con frecuencia a la señora María, antigua vecina de escalera que ahora vive en una residencia próxima.

Algunos de los más veteranos retratados, con todo, no comparten la nostalgia del Poblenou de antes. Quizá los precios eran económicos y había comercio tradicional. Pero también infraviviendas, suciedad, “fábricas y empresas de transporte”, evoca Juanillo. O malos olores, recuerda Antonio. Nada es nunca perfecto. Tampoco ahora. Algunos de los nuevos vecinos viven en locales o edificios industriales acondicionados pero no legalizados como vivienda.

Bárbara Martínez. Desde hace 32 años da clases de estiramientos en la playa. Una hora, cinco días a la semana. Tiene 86 años y no los aparenta. Se desplaza desde Santa Caterina, en Ciutat Vella, desde donde asiste a los cambios de la fachada marítima de la ciudad.
Bárbara Martínez. Desde hace 32 años da clases de estiramientos en la playa. Una hora, cinco días a la semana. Tiene 86 años y no los aparenta. Se desplaza desde Santa Caterina, en Ciutat Vella, desde donde asiste a los cambios de la fachada marítima de la ciudad.Gina Pellicer
Robert López y Eduard Ballester. Urbanitas a simple vista, se reivindican “payeses”. Son de Girona y llevan cuatro años en el Poblenou tras vivir en Ciutat Vella. Robert es guía turístico. Edu es diseñador gráfico y fundador de la marca OWL de ropa sostenible.
Robert López y Eduard Ballester. Urbanitas a simple vista, se reivindican “payeses”. Son de Girona y llevan cuatro años en el Poblenou tras vivir en Ciutat Vella. Robert es guía turístico. Edu es diseñador gráfico y fundador de la marca OWL de ropa sostenible. Gina Pellicer
Gabriel Carrió. El padre Biel es párroco en dos iglesias del barrio. Gran conversador, no es difícil acabar tomando unos Aperol con él. Con inagotables temas de tertulia, es posible hablar del Nuevo Testamento o de últimas tendencias musicales. Capaz de pronunciar frases como “me encanta el techno chino”.
Gabriel Carrió. El padre Biel es párroco en dos iglesias del barrio. Gran conversador, no es difícil acabar tomando unos Aperol con él. Con inagotables temas de tertulia, es posible hablar del Nuevo Testamento o de últimas tendencias musicales. Capaz de pronunciar frases como “me encanta el techno chino”.Gina Pellicer
Luki Huber. Suizo. Llegó a Poblenou en busca de buenas escuelas públicas para sus hijas. Ha trabajado para Ferran Adrià diseñando platos y fundó Manual Thinking, empresa que vende kits para planificar. Le gusta acabar el día en el bar El Santet con su cuaderno de bocetos.
Luki Huber. Suizo. Llegó a Poblenou en busca de buenas escuelas públicas para sus hijas. Ha trabajado para Ferran Adrià diseñando platos y fundó Manual Thinking, empresa que vende kits para planificar. Le gusta acabar el día en el bar El Santet con su cuaderno de bocetos.Gina Pellicer
José Gordito. 20 años como metalista en el barrio. Su taller, en la calle que rodea el cementerio, está repleto de pósters con mujeres “ligeras de ropa”. Durante años se los regalaron de la ferretería Labur. Ya no es cliente, pero su vecino carpintero, sí. Y se los regala.
José Gordito. 20 años como metalista en el barrio. Su taller, en la calle que rodea el cementerio, está repleto de pósters con mujeres “ligeras de ropa”. Durante años se los regalaron de la ferretería Labur. Ya no es cliente, pero su vecino carpintero, sí. Y se los regala.Gina Pellicer
José Ferrandis y Annie Lelaure. Llegaron de Francia hace más de 25 años. Eligieron el Poblenou porque está cerca de mar, era tranquilo, económico y porque tenían familia en el barrio. José es hijo de exiliados republicanos, Annie siempre ha trabajado en cuestiones sociales.
José Ferrandis y Annie Lelaure. Llegaron de Francia hace más de 25 años. Eligieron el Poblenou porque está cerca de mar, era tranquilo, económico y porque tenían familia en el barrio. José es hijo de exiliados republicanos, Annie siempre ha trabajado en cuestiones sociales. Gina Pellicer
Nelo. Es lo que todo el mundo entiende como un buscavidas. Arregla TV, hace de paleta, cocina paella o planta cebollas. Durante años ha vivido en un almacén cedido de forma informal por su propietario. Desde que vendió el local, transformado en un supermercado, vive en casa de una amiga.
Nelo. Es lo que todo el mundo entiende como un buscavidas. Arregla TV, hace de paleta, cocina paella o planta cebollas. Durante años ha vivido en un almacén cedido de forma informal por su propietario. Desde que vendió el local, transformado en un supermercado, vive en casa de una amiga.Gina Pellicer
Antonio Valero. Propietario del restaurante Antonio’s, que regenta con su mujer y sus hijos. Sus tatuajes y su colección de botas camperas son su pasión. Recuerda el peculiar olor del barrio y la neblina que había hace años. Era diferente de otras zonas de la ciudad, dice.
Antonio Valero. Propietario del restaurante Antonio’s, que regenta con su mujer y sus hijos. Sus tatuajes y su colección de botas camperas son su pasión. Recuerda el peculiar olor del barrio y la neblina que había hace años. Era diferente de otras zonas de la ciudad, dice.Gina Pellicer
Miquel Gallén. A Miquel es fácil verle vestido con camiseta del Barça o de pollo para repartir folletos de un negocio de comida para llevar. Culé y querido por todo el mundo en el barrio, es otro de los vecinos de siempre en el Poblenou.
Miquel Gallén. A Miquel es fácil verle vestido con camiseta del Barça o de pollo para repartir folletos de un negocio de comida para llevar. Culé y querido por todo el mundo en el barrio, es otro de los vecinos de siempre en el Poblenou.Gina Pellicer

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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