¿Ganado o contribuyentes?
Columna de Juan José Millás
Aquí tenemos al jefe de la oposición pidiéndole el voto a las vacas en una campaña electoral intelectualmente desquiciada por una discusión muy virulenta sobre un asunto en el que, sin embargo, todo el mundo estaba de acuerdo: el modelo de ganadería sostenible es el extensivo. De hecho, la granja en la que se obtuvo esta foto de Pablo Casado pertenece a esa clase. Debería estar prohibido pelearse cuando no hay diferencias de opinión, pero es típico de nuestro carácter lograr esta hazaña. En las cenas de Navidad se discute con más acaloramiento por lo que se comparte que por lo que no.
Hace poco, un grupo de amigos que dábamos cuenta de una paella dominical nos enfadamos a los postres y se fue cada uno a su casa antes del café. Luego nos telefoneamos para pedirnos disculpas, pues nos habíamos dado cuenta de que todos decíamos lo mismo, a gritos, pero lo mismo. ¿Qué ocurrió entonces? Quizá que necesitábamos sacar la mala sangre acumulada durante la semana. Creo que es en El Padrino donde un gánster, para explicar las guerras que se dan entre las mafias cada cinco años, acude al argumento este de la “mala sangre”.
Vaya usted a saber. Pero pongamos que llegas a una reunión en la que alguien dice:
—Las macrogranjas son un desastre para el medio ambiente.
A lo que otro responde:
—¡Estoy de acuerdo contigo, gilipollas!
Ya está liada, ¿no? A partir de ahí interviene un tercero que, en vez de poner paz, echa más leña al fuego. Total, que la locura crece y crece y en medio de toda esa confusión llega un político y confunde a una vaca con un contribuyente.
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