La covivienda como elección vital
‘Co-housing’ no es solo una forma ‘cool’ de referirse a compartir piso. Es una manera de entender la vida.
El concepto del co-housing —covivienda o vivienda colaborativa— surgió en Dinamarca a finales de los sesenta, pero con los estragos de la pandemia está más en vigencia que nunca. Estos modelos son la respuesta para momentos de crisis, ya que ofrecen una red de apoyo mucho mayor, una familia extendida y una posibilidad más interesante de enseñanza colectiva, si ha de ser en casa. El colectivo es la respuesta al aislamiento feroz que se ha disparado con la covid —no solo cuando el confinamiento era impositivo— y que forma parte de una tendencia que se denomina cocooning. Además, la escandalosa cifra de muertes que se han producido en residencias de mayores (casi 30.000 desde el inicio de la pandemia) ha puesto en evidencia los fallos de un modelo que no funciona.
En las comunidades intencionales, además de los espacios comunes (jardines, lavandería…), los vecinos comparten un interés por interactuar. Por ejemplo, en la primera covivienda que se creó en el mundo, Saettedammen —donde viven en torno a 35 familias—, comen juntos cuatro veces por semana, alternando quién cocina, y se reúnen para celebrar pequeños eventos. En las casas viven tanto familias como parejas y personas solteras, niños y ancianos, y cada uno vive en su domicilio (que incluye cocina, cuarto de baño, sala de estar y dormitorio), disponiendo de completa privacidad.
En España existen coviviendas, pero principalmente enfocadas a la tercera edad, como un punto medio entre vivir a solas en un domicilio y la residencia de ancianos. En estas cooperativas los jubilados pueden seguir una vida activa de forma autónoma, pero sintiéndose acompañados y libres. En nuestro país, el 65% de las personas que se unen a esta forma de vida son mujeres, trabajadoras cualificadas, de nivel formativo medio-alto y de 75 años de media, según Movicoma. Aunque la mayoría de las iniciativas que han tenido lugar aún están en desarrollo, hay proyectos ya asentados de forma exitosa, como el Residencial Santa Clara (Montes de Málaga), que cuenta con 76 apartamentos y exige tener un mínimo de 50 años y estar en perfecto estado de salud, o Trabensol (Torremocha del Jarama, Madrid), con 54 alojamientos para “personas mayores, pero todavía totalmente válidas, que quieren vivir de una forma alternativa, introduciendo elementos de comunidad, práctica de solidaridad y cooperación que faciliten una vida más gozosa y enriquecedora”, como explican en su página web. La idea es que cualquier grupo de amigos puede emprender una iniciativa o sumarse a proyectos como los que está planeando la Asociación Jubilares en diversas ciudades.
Cada vez hay más personas interesadas en vivir entre amigos, o familias con hijos que ven las claras ventajas de convivir junto a otras familias con hijos (siguiendo el proverbio que dice que “para criar a un niño se necesita una tribu”). Se trata de una alternativa moderada a comunidades como los kibutz en Israel, que tienen una economía compartida, o la afamada Auroville. Los interesados pueden revisar los proyectos disponibles por comunidad autónoma en cohousingspain.org y ecohousing.es.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.