16 ideas para recorrer Europa en ‘camper’
De un viaje entre lagos por Eslovenia a una ruta para explorar Bosnia Herzegovina, o descubrir el valle de las Rosas, en Bulgaria, o la carretera Transfagarasan, una de las más bonitas de Rumanía
Las camper son el transporte de moda entre los jóvenes y no tan jóvenes. Vehículos perfectos para viajar de una forma más sencilla y más libre y para disfrutar de la naturaleza y el aire libre. Europa es un inmenso terreno de exploración para moverse con seguridad por carretera, en el que no faltan espacios naturales sorprendentes, pueblos y ciudades con encanto y con mucho arte y cultura por descubrir.
Para lanzarse a la aventura solo hay que comprender la filosofía viajera del camper, informarse de las normas de circulación específicas en los diferentes países y unas nociones básicas para manejarse en vehículo propio o de alquiler. Hay miles de rutas para hacer, desde las que llevan a espacios remotos y poco habitados, hasta las que transitan por paisajes bien conocidos y son todo un redescubrimiento viajando en libertad. Aquí van 16 propuestas.
Entre joyas de Eslovenia, del lago Planšarsko al lago Divje (160 kilómetros)
Eslovenia es uno de esos países perfectos para recorrer en camper. Hay muchas posibles rutas, pero una de las más icónicas es la que lleva de lago en lago, empezando en el pequeño Planšarsko, cerca de la frontera con Austria, enclavado en un paraíso verde, y con forma de corazón. No se tarda mucho en explorarlo, pero merece la pena prolongar la experiencia antes de tomar la pequeña carretera rural que lleva al famoso lago Bled. Muy popular por su entorno montañoso, es un lugar idílico de agua azul en la que se asienta una isla con una preciosa iglesia. Sin embargo, como es difícil dormir en camper en este pequeño paraíso, lo mejor es continuar hacia el suroeste a lo largo del Sava Bohinjka, donde hay lugares accesibles. No muy lejos, el Bohinj ofrece el telón de fondo perfecto: el escarpado macizo del Triglav se refleja en sus aguas en un espectáculo maravilloso. Para terminar, solo hay que tomar la serpenteante carretera que conduce al lago Divje (lago salvaje), una diminuta perla turquesa alimentada por una fuente kárstica subterránea. Cuando llueve con fuerza, el agua brota de forma espectacular, como si se tratara de un géiser.
Más información en el nuevo libro Las mejores rutas de Europa en camper y en la web lonelyplanet.es.
Recorrer la isla de Creta, de Plaka a Elafonisi (213 kilómetros)
Conducir una furgoneta camperizada por las carreteras de Creta permite conocer la isla a fondo. Plaka, en la costa, es un buen punto de partida para explorar las paradisíacas playas cercanas. Tras disfrutar del sol, solo hay que conducir unos kilómetros hacia el oeste hasta el enorme castillo de Frangokastello, construido directamente en la orilla. Si aparcamos la camper a la entrada del majestuoso desfiladero de Imbros podremos disfrutar de una magnífica excursión para, después, volver al volante y dirigirnos al norte de por una carretera empinada, no apta para ir con prisas. Al final está La Canea, cuyo casco antiguo, junto con su fortaleza y el bonito puerto, ofrece excelentes oportunidades fotográficas. Desde aquí, la E65 lleva hasta la playa de Balos, junto a una laguna de aguas turquesa que se extiende por la península de Gramvousa. Por último, solo hay que poner Elafonisi en el GPS para terminar tomando el sol en una playa de arena rosada situada en el extremo occidental de Creta.
Por los castillos del Alto Loira, de Arlempdes a Saint-Just-Saint-Rambert (137 kilómetros)
Atravesar el Alto Loira en camper, siguiendo el curso del río, es una de las mejores formas de conocer este territorio (mucho menos turístico que la parte del Loira más famosa), dominado solo por algunos castillos. Lo que se puede encontrar principalmente son los vestigios de estos edificios, en otros tiempos lujosos. Además de un recorrido por paisajes vírgenes, en esta ruta se viaja en el tiempo, parando en lugares históricos como Arlempdes, Retournac o Bas-en-Basset. Si se viaja en camper, lo mejor es visitar estos lugares fuera de temporada para poder aparcar fácilmente. En ocasiones, las orillas del Loira son escarpadas, lo que añade un toque de carácter a estos paisajes ondulados. Por último, se puede prolongar la aventura hasta el embalse de Grangent, en el Loira. En la D32 hay un aparcamiento con una vista panorámica del castillo de Essalois, ideal para un picnic.
Por el norte de Cerdeña, de Olbia a Alguer (283 kilómetros)
Este road trip por la costa norte de Cerdeña es ideal para disfrutar de calas, playas de arena blanca y aguas turquesas. Antes, sin embargo, hay que visitar la basílica medieval de San Simplicio, en Olbia, y el yacimiento arqueológico de Nuraghe Riu Mulinu. Luego, podemos poner rumbo al norte por la SS125 para pasear entre los peñascos de Capo Testa, un paisaje lunar salpicado de aguas cristalinas. Continuamos viaje hacia el oeste por la SP90, que serpentea entre las joyas del litoral.
Tras un chapuzón en la cala de Costa Paradiso, es hora de saborear una langosta bien fresca en Castelsardo y un helado en Stintino. Después de recorrer 63 kilómetros hacia el sur, se llega al magnifico parque regional natural de Porto Conte, con preciosas rutas de senderismo y una playa muy popular. La SP55 llevará hasta Alguer y allí solo hay que aparcar fuera de las murallas de la ciudad para después pasear por las calles adoquinadas del casco antiguo, famoso por su patrimonio gótico catalán.
A lo largo del Rin, de Basilea a Róterdam (824 kilómetros)
Este road trip por el Viejo Continente lleva a regiones excepcionales: unas veces montañosas y pintorescas; otras, extensas y salvajes. Un buen punto de partida para descubrir el Rin y sus alrededores es Basilea, en Suiza. Desde aquí se puede seguir el río lentamente, aparcando la autocaravana aquí y allá. La cuenca del Rin marca la frontera franco-alemana a lo largo de 200 kilómetros, con hermosos pueblos y parques naturales, como la reserva de Taubergiesen (y la isla de Rhinau, enfrente, en el lado francés). Un paraíso para los aficionados a la observación de aves.
A continuación, el itinerario se centra en la exploración de diversos castillos, como el de Karlsruhe, en ocasiones descrito como “el Versalles alemán”. La arquitectura de Colonia, con su inmensa catedral gótica y sus torres presidiendo el río, es otra de las paradas inevitables. La aventura concluye en los Países Bajos, cerca de Róterdam, en el delta del Rin, una zona de humedales en la que confluyen varios ríos, como el Mosa.
Suiza sobre ruedas, de Saint-Ursanne a Le Chasseron (109 kilómetros)
Para explorar las montañas del Jura del lado suizo conviene esperar a que haga buen tiempo y empezar el itinerario en la ciudad medieval de Saint-Ursanne. El antiguo puente de Saint-Jean, que cruza el río Doubs, y el suntuoso claustro le confieren un encanto especial. Luego, se conduce al parque natural regional del Doubs y se recargan las pilas a orillas del pequeño Étang de la Gruère y su preciosa flora antes de pasar por La Chaux-de-Fonds, referente de la industria relojera, para subir a la Tête de Ran. Se deja la furgoneta en el aparcamiento y se sigue el fácil sendero panorámico que atrae a los aficionados a las raquetas de nieve y al parapente.
La cascada Saut du Doubs, a unos 25 kilómetros y accesible desde Les Brenets, establece la frontera con Francia. Vale la pena perderse a pie por el sendero de los contrabandistas y los magníficos estanques del Doubs antes de continuar al volante hasta el lago de Taillères, en el valle de La Brevine, donde hay un estacionamiento (con aseos) perfecto para dormir en la camper.
Por el valle de las Rosas (Bulgaria), de Kazanlak a Karlovo (85 kilómetros)
Entre los Balcanes por un lado y la cadena montañosa de Sredna Gora por el otro, las pequeñas carreteras del valle de las Rosas auguran un road trip aromático. Entre mayo y junio, la belleza de los paisajes se debe tanto a los relieves del fondo como a los campos de rosas que tapizan esta tierra fértil, conocida por el aceite de esta flor. Se puede elegir Kazanlak, la llamada “capital de la rosa”, como campamento base. Además de poseer un museo dedicado íntegramente a esta flor, la ciudad se anima el primer fin de semana de junio con un embriagador Festival de la Rosa.
Pueblos como Rozovo y Rajena también organizan eventos similares. Todas las celebraciones suelen ir acompañadas de recolecciones de rosas, desfiles y bailes tradicionales. Conviene aprovechar esta visita al valle para detenerse en Ostroucha y admirar la tumba principesca construida por los tracios hace 4.000 años. Esto demuestra que este lugar, sereno y apacible, ya era popular mucho antes de que llamara la atención por sus rosas.
Entre bisontes en Podlaquia, del parque nacional de Białowieza al parque nacional de Wigry (261 kilómetros)
Los amantes de los animales no pueden perderse Podlaquia, en el noreste de Polonia. Solo hay que aparcar en el parque nacional de Białowieza y sumergirse en el último bosque caducifolio primario de Europa. Es el hábitat del bisonte europeo, un animal que pesa una tonelada y es el mamífero más grande del continente.
No es fácil avistar al rey del bosque en libertad, pero sí que lo podremos ver en una reserva de bisontes de la zona. Luego, hay que conducir 107 kilómetros en dirección al centro de la región para llegar al parque nacional de Narew —conocido como “la Amazonia polaca”— donde se puede alquilar un kayak para navegar por el Narew, uno de los pocos ríos trenzados de Europa. La carretera DK65 lleva hasta el parque nacional de Biebrza: un vasto humedal salpicado de marismas y turberas, y un auténtico paraíso para los ornitólogos porque alberga cientos de especies de aves, algunas de ellas raras. Este road trip termina en el parque nacional de Wigry, donde las colinas se alternan con decenas de lagos, territorio de castores.
En la tierra de ‘Juego de tronos’ en Irlanda del Norte, de Tollymore Forest Park a Downhill Beach (277 kilómetros)
No es necesario ser un fan incondicional de la serie Juego de tronos para maravillarse ante los paisajes de Irlanda del Norte que sirvieron de escenario para el rodaje: la imponente costa rocosa, las playas de arena y guijarros, las landas, los verdes valles, así como las iglesias, capillas y castillos que los salpican. Al volante de una furgoneta, podremos disfrutar de todo ello sentados en primera fila.
La ruta empieza en el Tollymore Forest Park y llega hasta la costa al norte de Belfast, para luego seguir hasta Downhill Beach. Entre estos dos destinos se descubren una gran variedad de lugares, cruzando del condado de Down al de Antrim. Por el camino podremos admirar la Ruta de la Calzada del Gigante, compuesta por célebres columnas de basalto sobre las que, según se cuenta, caminaron unos gigantes para llegar a Escocia. El equipo de localización del éxito de HBO realizó un trabajo excelente al encontrar lugares asombrosos, como el castillo de Castle Ward, las cuevas de Cushendun y The Dark Hedges, una avenida bordeada de árboles tortuosos.
Por la carretera Transfagarasan (Rumanía), de Curtea de Argeș a Sibiu (176 kilómetros)
Conducir por una de las carreteras más bonitas del mundo tiene su precio: a menudo hay que circular en segunda por la Transfagarasan, la vía construida por el dictador Nicolae Ceauşescu a través de los Cárpatos. Abierta de mediados de junio a mediados de octubre, la DN7C, con inicio en Curtea de Argeș, la antigua capital de Valaquia, hace que los conductores rocen los 2.000 metros de altitud. Hay que contar con el tiempo suficiente para poder disfrutar de las diferentes paradas, incluidas las ruinas de la ciudadela de Poenari, vinculadas al recuerdo de Vlad el Empalador, en el que se inspiró el personaje de Drácula, de Bram Stoker.
Inmediatamente después de estos vestigios, la famosa carretera rumana no se separa del lago Vidraru, en un entorno montañoso. Luego se puede continuar hasta el lago glaciar Bâlea, un lugar mágico. Cerca de allí, la impresionante cascada homónima es el sitio ideal para un almuerzo al fresco. La aventura puede continuarse en la histórica ciudad de Sibiu, la perla de Transilvania.
Rodando por las islas Feroe (Dinamarca), Tórshavn como inicio y final (202 kilómetros)
Además del avión (la opción más rápida), al apartado archipiélago de las islas Feroe se puede llegar en ferri en un viaje de unas 30 horas desde el puerto danés de Hirtshals. Eso sí, esa segundo transporte de la opción de llevar coche, autocaravana o camper. También es un lugar de escala ideal en una travesía entre Dinamarca e Islandia. Lo que espera allí es espectacular: acantilados de lava basáltica, inmensas cascadas y paisajes de color verde intenso en unas islas conectadas por puentes y túneles. El viaje por carretera empieza en el puerto de Tórshavn, la capital de las Feroe, en la isla de Streymoy. Frente a un fiordo, el casco antiguo alberga casas de madera con techos cubiertos de hierba. Más al norte, el pueblo de Tjørnuvik ofrece unos paisajes mágicos. Luego podremos ir hacia Eiði y su famoso campo de fútbol construido entre la tierra y el océano. Y seguir hasta el final de la isla de Viðoy para visitar el encantador pueblo de Viðareiði, al pie de montañas cubiertas de nieve. Por último, solo hay que regresar a Tórshavn para volver a tomar el ferri.
Escapada a la italiana Basilicata, de Pietragalla a Castelmezzano (75 kilómetros)
Esta ruta se inicia recorriendo las calles escalonadas de Pietragalla antes de ponerse en circulación para explorar el Parco dei Palmenti: un conjunto de cabañas trogloditas, con los tejados cubiertos de hierba, que recuerda a las viviendas de los hobbits. Luego, hay que poner rumbo al sur y atravesar un paisaje surcado de valles para visitar Potenza, la capital de la región italiana de Basilicata, dominada por la elegante catedral de San Gerardo, de estilo neoclásico y con dos interesantes museos arqueológicos. Desde ahí, seguimos por la E847 y luego por la SP37, una carretera sinuosa que conduce al pueblo de Brindisi Montagna, coronado por un castillo sobre un espolón rocoso y con unas vistas majestuosas de la cordillera. Volveremos sobre nuestros pasos para seguir hacia el sur y adentrarnos en el escarpado terreno del parque regional de Gallipoli Cognato. Para disfrutar de una panorámica soberbia, solo hay que aparcar al pie de la capilla de Santa Maria Regina Coeli, en Castelmezzano. Construido en la ladera de una colina, es uno de los pueblos más pintorescos de Italia.
Por el valle del Mosela (Alemania), de Tréveris a Coblenza (203 kilómetros)
Castillos de cuento de hadas, pintorescos pueblos medievales y laderas tapizadas de viñedos. Las orillas del Mosela permiten disfrutar de un fabuloso recorrido por el país del Romanticismo. Desde Tréveris, que alberga monumentos romanos y la catedral más antigua de Alemania, el río serpentea hasta Bernkastel-Kues, cuna del vino riesling del Mosela, y Traben-Trarbach, con sus villas de estilo art nouveau. Luego, se cruza la ciudad para llegar a la torre de observación Prinzenkopf o al mirador de Bremm. Desde ambos lugares se contempla una magnífica panorámica de la cinta azul que serpentea entre los viñedos.
La siguiente parada puede ser la localidad de Beilstein, con sus atractivas calles empedradas bordeadas de casas con entramado de madera, o Cochem, salpicada de pequeñas y encantadoras plazas, con un castillo en lo alto de una colina, precursor de la fortaleza medieval de Elz: un maravilloso preludio de los tesoros históricos de Coblenza, en la confluencia de los ríos Rin y Mosela.
Conducir por la Wild Atlantic Way (Irlanda), de Donegal a Downpatrick Head (193 kilómetros)
La ruta costera Wild Atlantic Way permite realizar un recorrido inolvidable desde Donegal hasta Downpatrick Head. Además, las franjas de tierra que se adentran en el Atlántico son un imán para los surfistas y los amantes de la naturaleza salvaje. Se parte de Donegal en dirección a Bundoran, la capital irlandesa del surf, para seguir conduciendo hasta la península de Mullaghmore, donde admirar el imponente castillo privado de Classiebawn y, quizá, avistar delfines y ballenas. Luego, se continúa bordeando la costa y se aparca en la playa de Streedagh para disfrutar de una comida con vistas al océano. Además, podremos conocer la historia de Lissadell House, en la bahía de Sligo: una mansión neoclásica donde vivió una figura de la Revolución irlandesa: Constanza Markievicz. La ruta concluye en los impresionantes acantilados de Downpatrick Head, situados junto al pueblo de Ballycastle, y disfrutando de una sesión de surf en la playa de Strandhill.
Por el litoral de Montenegro, de Kotor a Ulcinj (150 kilómetros)
El viaje por la costa de Montenegro se empieza en Kotor, una ciudad fortificada imprescindible. Después de pasear por su histórico casco antiguo y de disfrutar de los placeres de la playa, hay que volver a ponerse al volante y seguir la zigzagueante carretera que conduce al parque nacional de Lovcen. En la cima de la montaña se halla el mausoleo de Petar II Petrović-Njegoš, con vistas del macizo rocoso. Se vuelve hacia el mar y se hace una parada en el pueblo de Budva, una animada localidad turística costera que es un buen punto de partida para excursiones por la naturaleza. En el siguiente tramo, la sinuosa carretera conduce, de playa en playa, hacia el sur. Se pueden estirar las piernas en de Petrovac, especialmente hermosa.
La última parada es Ulcinj, un famoso lugar para practicar buceo con tubo que ofrece la posibilidad de explorar la gran playa de Velika Plaža y una salina donde se congregan numerosas especies de aves.
Descubriendo los Balcanes, de Sarajevo al parque nacional de Una (474 kilómetros)
Desconocida para la mayoría de turistas, Bosnia Herzegovina tiene fabulosas ciudades históricas y magníficos paisajes montañosos. Además, es muy fácil recorrerla en autocaravana o camper. Un buen punto de partida puede ser su capital, Sarajevo, con una mezcla de influencias otomanas y austro-húngaras, y con magníficos edificios, entre ellos, la mezquita de Gazi Husrev-beg, que domina el histórico barrio de Bašcaršija, o el famoso Puente Latino sobre el río Miljacka, cerca del cual fue asesinado el archiduque Francisco Fernando el 28 de junio de 1914.
La ruta lleva después hasta Mostar, una ciudad donde se respira un dulce aroma a Oriente. Cerca de allí, no hay que perderse el espléndido pueblo de Pocitelj, cuyas fortificaciones dominan el río Neretva. En cuanto a naturaleza, las cascadas de Kravice, también cerca de Mostar, proporcionan un poco de frescor antes de dirigirse al parque nacional del Una.
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