Los últimos bisontes
Reducto del mítico 'Bison bonasus' europeo, el bosque de Białowieża es una de las visitas imprescindibles en territorio polaco. Y hay muchas más
Pasada la euforia de la Eurocopa, Polonia vuelve a ser un país tranquilo, una Europa alejada de las grandes masas y donde todavía nos podemos sentir como viajeros que descubren algo nuevo. Ciudades medievales, castillos de cuento de hadas, miles de senderos para recorrer a pie o en bicicleta, iglesias y cabañas de madera ocultas entre los Cárpatos, buena comida casera acompañadas del inevitable vodka, bosques, montañas, lagos... Hemos seleccionado 15 buenos motivos para animarse a recorrer Polonia.
01 Cracovia, la elegancia
La antigua capital de Polonia es la atracción nº1 del país, la ciudad más bella, la más valorada. Es una buena mezcla de historia y arquitectura dosificada en calles y plazas, desde la inmensa Rynek Główny, la mayor plaza medieval de Europa, hasta el imponente castillo de Wawel que preside una colina sobre el casco antiguo. Si a esto se añaden el antiguo barrio judío de Kazimierz y su vida nocturna (sobre todo en el barrio de Kazimierz, entorno al mercado de la carne de Plac Nowy), es fácil entender por qué Cracovia es visita obligada. Dos consejos de Lonely Planet: visitar el magnífico museo de la fábrica de Schindler para conocer un poco mejor la historia de la II Guerra Mundial y recorrer el casco antiguo en un circuito en bicicleta.
02 Varsovia, música y palacios
Los polacos hicieron un titánico esfuerzo por reconstruir Varsovia tras ser arrasada por los alemanes durante la guerra. Ahora, sus elegantes palacios lucen como si tal cosa, como si nunca hubiesen sido destruidos, desde el encantador “palacio sobre el agua” del Parque Łazienki hasta el majestuoso palacio Wilanów, una fiel versión de Versalles, en las afueras de la ciudad. Entre los que no conviene perderse hay que apuntar también el Palacio de la Cultura y la Ciencia, en pleno centro, un regalo de los rusos (y la entrada es gratis). Su estilo soviético nunca fue del gusto de los polacos, pero estos afirman que desde lo alto se contemplan las mejores vistas de la ciudad (¡las únicas en las que no aparece el propio “palacio”). Un buen consejo: acudir a los conciertos de Chopin al aire libre los domingos a las 12.00 y a las 16.00 en el Parque Lazienki.
03 Gdańsk, de playa y marcha en el Báltico
Los astilleros de Gdansk se hicieron célebres por la famosa huelga de 1989 de la que salió el sindicato Solidaridad encabezado por Lech Walesa. De esto nos suena a todos y por supuesto de la Eurocopa, pero hay mucho más: colosales iglesias de ladrillo rojo, palacios y casas de mercaderes en retorcidas callejuelas medievales, un espectacular mercado del ámbar... por algo ha sido la principal ciudad del norte de Polonia y uno de los puertos del Báltico más activos. La cita imprescindible es la Dtugi Targ (Mercado Largo) donde están todos los turistas, vendedores, cervecerías, terrazas y restaurantes. Para la noche, lo mejor son los muchos clubes nocturnos de Sopot, la zona de marcha en la playa.
04 Wrocław, arte y cultura en la pequeña Cracovia
Es la capital de Silesia y ha sobrevivido a mil y una invasiones a lo largo de su historia. Tras los daños sufridos durante la II Guerra Mundial fue reconstruida en torno a su plaza mayor, presidida por un sensacional conjunto de edificios, y hoy parece como una Cracovia en pequeño. Los de Wroclaw presumen sobre todo de su Panorama de Racławice, un enorme cuadro del s. XIX expuesto en un edificio circular. Pero además de por su historia y su arte, aquí hay que venir para disfrutar de la vida nocturna en bares y restaurantes de las callejuelas del casco antiguo.
05 De crucero por los grandes Lagos Mazurianos
No hay nada como tomarse un cóctel en la cubierta de un yate de lujo y darse un chapuzón, o ponerse un salvavidas, agarrar un remo y embarcarse en una aventura por las aguas de estos lagos comunicados entre sí, considerados la meca polaca de la navegación y los deportes náuticos. En invierno, en cuanto se congelan los lagos, el esquí de fondo reemplaza al esquí acuático. Un consejo de Lonely Planet: alojarse en cualquiera de los alojamientos en sus orilas, como el Hotel Zamek Ryn, el mejor de la región o en el Klasztor Wojnowo, un antiguo claustro, con vistas a un pequeño lago en el pueblo de Wojnowo, a 6 kilómetros de Ruciane-Nida.
06 Un verano en las playas del Báltico
La temporada estival es breve y sus aguas, de las más frías de Europa, pero si buscas son playas de arena, pocos destinos superan a las del mar Báltico. La costa báltica que se extiende al noroeste desde Gdansk nos descubre además una Pomerania rural y muy poco poblada, con una gran belleza natural. Muchos optan por las playas junto a los centros vacacionales, ya sea en la hedonista Darłówko, la refinada Świnoujście, o en Kołobrzeg, conocida por sus balnearios; otros, en cambio, prefieren huir del gentío y deleitarse con las dunas móviles del Parque Nacional Słowiński, donde los vientos del Báltico esculpen hermosas dunas.
07 Evocación gótica en el Castillo de Malbork
El más conocido de los castillos medievales de la Orden teutónica es sin duda el de Malbork, enorme y de estilo gótico. Fue la residencia del gran maestre de la orden y más tarde de monarcas polacos. Posteriormente padeció inmutable los bombardeos de la II Guerra Mundial. Los amantes de los castillos no deben perdérselo. El mejor momento del día para contemplarlo es al atardecer, cuando los rayos del sol se posan sobre su ladrillo rojo.
08 El pasado más oscuro: 'La Guarida del Lobo'
En la región de Varmia y Mazuria, en la remota Prusia oriental, se encuentra la famosa base secreta de Hitler, la llamada Guarida del Lobo. Estaba tan bien diseñada que los aliados no supieron de su existencia hasta que el Ejército Rojo tropezó con ella en 1945. Ahora bien, no tendría por qué haber sido así si seis meses antes el coronel Claus von Stauffenberg (uno de los hombres de Hitler) hubiera corrido mejor suerte en su intento de asesinar al Führer. Este siniestro lugar, oculto bajo la espesura del bosque cercano a la aldea de Giertoz, a ocho kilómetros al este de Ketzyn, representa un importante hito en la historia del s. XX.
09 El legado gótico de Toruń
Esta magnífica ciudad gótica amurallada a orillas del Vístula debería de ser de visita obligada para el viajero. Escapó milagrosamente de la destrucción del norte del país durante la guerra y gracias a ello podemos hoy disfrutar paseando por su casco antiguo repleto de museos, iglesias, plazas y mansiones. Tiene dos grandes reclamos turísticos: sus típicas galletas de jengibre y Copérnico, que, según parece, nació aquí.
10 Arquitectura popular en los Cárpatos
Una de las experiencias más gratificantes de Polonia es pasearse por los llamados skansen, museos de arquitectura popular al aire libre que en realidad son espléndidos jardines con cabañas de madera que muestran como ha sido la vida rural en Polonia durante siglos. El mayor skansen del país se halla en Sanok, un pintoresco valle en las estribaciones de los Bieszczady, en los Cárpatos, pero los hay repartidos por toda la geografía polaca. Un consejo de Lonely Planet: aprovechar la visita a Sanok para emprender la llamada ruta de los Iconos, una pista señalizada que recorre numerosas iglesias de madera repartidas por los alrededores de la ciudad: 70 kilómetros que empiezan y terminan en Sanok y siguen el valle del río San.
11 Peregrinación de la Virgen Negra
Aunque no “comulguemos” con las tradiciones católicas, merece la pena acercarse a ver el ambiente del famoso santuario de la Virgen Negra de Częstochowa. Cada año es visitado por casi cinco millones de personas y, además de ser el centro espiritual del país, es uno de las mayores atracciones turísticas. Sorprende la vida intensa en los monasterios polacos que, a diferencia de otros países, no son sólo ruinas sino lugares llenos de actividad. Para vivir el ambiente, hay que visitar esta localidad el 15 de agosto, cuando la Festividad de la Asunción congrega a miles de peregrinos.
12 ¡Una de vodkas!
Aunque la cerveza es lo que más se consume en Polonia, sería imperdonable irse del país sin aprender a apreciar el buen vodka, que sigue siendo la bebida de las grandes celebraciones: cuando se abre una botella, nadie puede marcharse hasta que no quede ni una sola gota. Polonia produce algunos de los mejores vodkas del mundo, como el Żubrówka o “vodka de los bisontes”, aromatizado con hierbas del bosque de Białowieża, que sirven de pasto para estos mamíferos.
13 Descubriendo los últimos bisontes del Bosque de Białowieża
El bisonte de la etiqueta de las botellas de la cerveza Żubr cobra más sentido tras visitar este pedazo de bosque, junto a la frontera con Bielorrusia. El Parque Nacional de Białowieża es el más antiguo de Polonia (1921) y es famoso por dos motivos: el primero porque es la cuna del bisonte europeo, uno de los mayores mamíferos terrestres del mundo (puede verse todavía en una reserva del parque); el segundo, porque alberga uno de los últimos bosques primarios de Europa, que se puede visitar con un guía. Un consejo de Lonely Planet: recorrer el parque a pie o en bicicleta. La mayor parte de las zonas no requieren guía y están atravesadas por cientos de kilómetros de magníficas pistas señalizadas para senderistas y ciclistas. El punto de partida es el pueblo de Bialowieza.
14 Pedalear con los Gigantes por el Karkonosze (o montes de los Gigantes)
Delimitado por el monte Wielki Szyszak (1509 metros), al oeste, y el monte Śnieżka (1602 metros), al este, el Parque Nacional de Karkonosze (Montes de los Gigantes) es mucho más que un paraíso para los aficionados al senderismo, el principal destino para los que desean recorrer a pie o en bici los Sudetes. Por él discurren 19 rutas para bicicleta de montaña (con un total de 450 kilómetros), fácilmente accesibles desde Szklarska Poręba y Karpacz. Basta con conseguir un mapa de las rutas (en las oficinas de turismo de Szklarska Poreba y Karpacz facilitan uno gratuito estupendo), alquilar una bicicleta y cruzar los bosques pasando junto a precipicios majestuosos tallados por glaciares de la Edad de Hielo.
15 Paseando por los Tatras
Los Tatras son la formación más elevada de los Cárpatos y el destino ideal para ponerse en forma, con un total de 300 kilómetros de caminos. No existe en Polonia otro lugar con tal densidad de rutas de senderismo ni diversidad paisajística. Hay itinerarios señalizados por toda la región (la zona más popular es la del Parque Nacional de los Tatras) pero esta accesibilidad no merma su impactante presencia, sobre todo en verano, cuando el cielo se despeja y muestra la cara rocosa de las montañas, elevándose sobre los diminutos pinos más abajo. El mejor lugar desde donde acometer el ascenso es el complejo de montaña de Zakopane. El consejo de Lonely Planet: la acampada está prohibida en el parque, pero hay varios albergues de montaña diseminados por laderas y cumbres. La oficina de turismo de Zakopane facilita una lista detallada de todos ellos.
Se puede ampliar esta información en la guía de Lonely Planet de Polonia que GeoPlaneta acaba de reeditar en español.
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