Finca Durona 2016, un blanco con alma

A la bodega Heretat Mont Rubí siempre le ha gustado innovar, particularmente con las variedades autóctonas. Fueron de los primeros en elaborar y comercializar (en 2001) un vino de la variedad de sumoll, ancestral uva catalana de difícil cultivo y enología complicada si se pretende alcanzar un nivel de calidad alto.

Ahora reivindican la menospreciada parellada, de uso abundante en el cava, donde juega un importante papel, elaborándola en solitario. Y lo hacen mediante la utilización de vasijas (tinajas) de cerámica para la fermentación y crianza sobre lías. Vuelta de tuerca de una enología que retorna a los orígenes para diferenciarse.

La idea puede resultar atractiva si se busca obtener vinos con alma, aprovechando las ventajas de un depósito natural y poroso, de raigambre multisecular. Y ciertamente lo consigue con este Finca Durona 2016.

Este blanco joven tiene un impacto aromático de sorprendente viveza y complejidad para un varietal habitualmente poco expresivo, donde la fruta carnosa y ácida relumbra sobre un relajante paisaje oloroso de sotobosque y flor de campo. Sutil, untuoso, estilizado, desvela la refinada cara oculta de la mejor parellada. Todo un acierto.