El restaurante de Santiago donde hay que llevar la comida
Marisco Manía 10% cocina a los clientes lo que compran en el mercado
Son las dos de la tarde en Santiago de Compostela. La céntrica rúa do Franco abre un abanico de posibilidades para turistas y autóctonos ávidos de darse una buena mariscada sin pensar en el bolsillo. Pero para aquellos que buscan una forma diferente y más económica de disfrutar de los productos típicos de Galicia existe una alternativa que además permite a los comensales participar en el proceso. El restaurante Marisco Manía 10% (Mercado de Abastos - Nave 5; +34 981 57 57 20) lleva ocho años cocinando a los clientes lo que compran en los puestos de la plaza.
“Mis padres abrieron en 2003 una cafetería normal y la llamaron Churro Manía. Fue en 2005 cuando surgió la idea después de que un cliente llegase y les preguntase cuánto le cobrarían por prepararle unas sardinas que había comprado”, nos cuenta Ramón, hijo de los fundadores y ahora responsable del negocio. “Mi padre le dijo que el 10% de lo que había pagado por ellas, y a partir de ahí surgió la idea”.
Marisco Manía 10%, nombre con el que fue rebautizado recientemente el negocio, empezó con este método de cobro. El sistema era fácil: ibas con la compra y el ticket y ellos te preparaban la comida por un 10% de lo que te había costado y un pago de cuatro euros por comensal. “En julio cambiamos por la crisis y ahora ya no cobramos ese 10%. Los clientes solo pagan 4 euros y lo que pidan a mayores”, añade Ramón refiriéndose al pan, la bebida, los cafés y los postres. “Antes había callos y alguna otra cosa pero ahora lo único que preparamos son pequeñas ensaladas”.
Ni siquiera hay patatas fritas para acompañar un chuletón de ternera. Todo lo que se cocina aquí es cocido o a la plancha: “Con la demanda que tenemos no podemos hacer guisos”. La comida no es especialmente elaborada pero permite a los turistas darse una mariscada a un precio razonable y disfrutar del Mercado de Abastos, abierto desde 1873 y convertido en el segundo lugar más visitado de la ciudad después de la Catedral, de forma interactiva.
Este peculiar restaurante al que acuden clientes de todo el mundo, incluido algún que otro famoso, atiende de martes a sábado: “El domingo la plaza está cerrada y el lunes los barcos no faenan así que preferimos tomar esos días de descanso”. Su horario varía según la época del año. Las puertas se abren siempre a las ocho de la mañana, pero en primavera y verano, cuando aumenta el turismo en la ciudad, la hora de cierre puede prolongarse hasta pasadas de siete de la tarde. Por eso, para asegurarnos que comemos a una hora ‘lógica’ es recomendable reservar. Dentro solo caben 20 personas y en la terraza hay sitio para 30. Pero ya se sabe que en Santiago el tiempo no siempre acompaña para comer en la calle, ni siquiera en pleno verano.
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