No olvide desinfectar
Envases herméticos, espátulas y aplicadores que minimizan la exposición a los gérmenes. En pandemia, buscar la máxima higiene es una obligación y la cosmética no escapa a ella.
LA PROFILAXIS a la que obliga el coronavirus ha impuesto una nueva manera de relacionarse con los cosméticos. Antes de esta nueva normalidad, los probadores virtuales se usaban por diversión y no por necesidad. Se acudía al punto de venta a testar los productos y uno podía entretener las visitas a la peluquería pasando las páginas del ¡Hola! Lo normal, vaya. En ese contexto, las espátulas otorgaban a las cremas un aire de distinción: se estaba más cerca de comprar caviar que un ungüento para la cara; el poco uso que se les daba la mayoría de las veces les hacía compartir el mismo destino que el lazo que cierra la bolsa de regalo: olvidado en un cajón o arrojado al cubo de la basura.
Las espátulas terminaron mutando en los aplicadores de diseño, esos que ahora mantienen su condición de símbolo de estatus, pero que han dejado de verse como un capricho. “Con la aparición de la covid-19 se han convertido en una prioridad para muchos consumidores que buscan minimizar la exposición a los gérmenes”, aseguraba en el portal cosmeticsdesign-europe.com Stephane Bulle, vicepresidente de innovación de packaging de la firma Meiyume. Espátula o aplicador, si no se desinfectan antes y después de cada uso, tienen el mismo efecto que meter el dedo sin lavar en el tarro. La esteticista Cristina Galmiche aconseja desinfectarlos con alcohol de 70 grados mínimo, aunque considera que lo ideal es emplear bastoncillos de un solo uso. “Si nos podemos contagiar por compartir un bolígrafo o al tocar un móvil, lo mismo ocurre con un aplicador”, recela Antonio Clemente Ruiz de Almirón, dermatólogo de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
La esteticista Carmen Navarro señala que espátulas y aplicadores ofrecen otras ventajas al margen de la higiénica: “Nos permite coger la cantidad exacta de producto que necesitamos y que, habitualmente, suele ser menos de lo que imaginamos”.
Si ya antes los cosméticos eran personales e intransferibles, en la nueva normalidad es condición sine qua non para evitar posibles contagios. “Como sabemos, el virus puede depositarse en superficies mediante microgotas de aerosol, no solo sobre el propio maquillaje, sino sobre aplicadores, brochas, estuches. Por eso no se permite probar los cosméticos con los testers”, explica el doctor Clemente. Isabel Carbonell Sánchez, farmacéutica experta en dermocosmética y directora regional de formación de los laboratorios Pierre Fabre (responsables de Avène, Galénic y René Furterer), coincide en que hay que actuar con cautela pese a que, como recuerda, no hay ningún estudio que demuestre que los cosméticos pueden facilitar la penetración del virus: “Lo importante es utilizar los productos adecuadamente y mantener unas buenas medidas de higiene”.
Cristina Galmiche recomienda atender al PAO (Period After Opening) de la etiqueta, que se representa con el icono de un tarro abierto con un número en su interior que indica cuánto tiempo permanece el producto en óptimas condiciones una vez abierto. “Mi consejo es apuntar sobre la etiqueta el día que se estrenó y conservar los envases a una temperatura nunca superior a los 18 o 20 grados. Esto se ha de cumplir siempre, pero con especial atención en el caso de la cosmética vegana porque es más delicada, sobre todo si contiene aceites esenciales, ya que tienden a degradarse con facilidad”. En marcas ecológicas certificadas, como Caupe Brasil, emplean envases en formato airless para contrarrestar estas limitaciones. “Aparte de que mantiene intactas las propiedades del producto durante más tiempo, el dosificador siempre administra la misma cantidad en cada pulsada. A medida que se va consumiendo el contenido, un sistema de pistón interno lo impulsa hacia arriba desde el fondo del envase, evitando cualquier desperdicio”, cuenta Martha Gisele Dias, su fundadora.
Este tipo de envase funciona muy bien con fórmulas fluidas como los sueros, lociones o geles, pero no así con las que precisan mayor densidad. La misma pega que Clemente le ve al sistema patentado de cierre protegido de gérmenes. “Me parece una innovación interesante, aunque no sea aplicable a sombras de ojos o maquillajes compactos. La cosmética estéril se diseñó no tanto para impedir la contaminación como para restringir el uso de antioxidantes y conservantes sin que eso afectase a la oxidación del propio producto. En esta época de pandemia también es útil para minimizar su contaminación, pero obviamente eso no quita para que siempre haya que lavarse las manos antes de tocar cualquier cosmético”.
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