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España, te veo mejor con mis gafas

James Rhodes
Sello de una peseta con La maja desnuda, de Goya. 1930.
Sello de una peseta con La maja desnuda, de Goya. 1930.

¡Qué puto año! No hay forma de vender 2020 como algo más que un páramo desolado cubierto de mierda. Una de las cosas que más me sorprenden de España es el nivel de autodesprecio que tiene respecto a sí misma, el rechazo casi constante hacia cualquier cosa positiva. Tal vez, si miro al mundo ahora mismo, podría entenderlo. Pero la verdad es que, ahora más que nunca, encuentro cosas aquí que no sólo me permiten afrontar 2021, sino que, además, me atrevo a decirlo, me hacen incluso seguir teniendo esperanza en la prosperidad.

España, en pocas décadas, ha tenido que hacer frente a una guerra civil, una dictadura, recesiones, ataques terroristas, niveles asombrosos de inestabilidad política, desastres naturales, graves incertidumbres económicas, y sin embargo, de alguna manera, ha logrado emerger como un ejemplo global de resiliencia, luz y belleza. Y claro que habrá mucha gente que lea esa última frase y me diga lo equivocado que estoy. Pero se me ocurren tantos ejemplos que colocan a España en el centro del escenario mundial… Los obvios son fáciles: una riqueza indescriptible de pintores, escritores, músicos, arquitectos y compositores. Nadal, Ramos, Puyol, Alonso, Gasol, Sabina, Serrat, Almodóvar, Amenábar, Bayona, Coixet, Adrià, Roca, Banderas, Casals, Caballé, Carreras, Balenciaga, Blahnik, Rabanne y así sucesivamente.

Estoy limitado a pocas palabras en este artículo. Cada una podría ser simplemente una lista de nombres reconocibles al instante. Por no hablar de los menos obvios. Los ignorados y subestimados. La abrumadora cantidad de ciudadanos que son bilingües. Que hablan castellano y catalán, gallego, vasco, valenciano o mallorquín.

Este país es uno de los más progresistas del mundo con respecto a los derechos LGTBI. El Parlamento español destaca en Europa en igualdad de género pese al ascenso de la extrema derecha. En una nota más ligera, España también tiene el mayor número de barras de todo el continente. Y uno de los restaurantes más antiguos del mundo, Casa Botín. Este país inventó la grapadora, la fregona y produjo la primera gran novela moderna del mundo: El Quijote.

Aquí no rige ninguna ley contra la desnudez pública (aunque a veces sería muy bueno que existiera). España tiene una de las esperanzas de vida más altas de los países de la OCDE (en el informe de 2019 ocupó el tercer puesto tras Japón y Suiza). Es líder mundial en producción de aceite de oliva y en donación de órganos humanos.

Este es el único país de Europa que produce plátanos. Almería, que era seca y desértica hace solo 35 años, ahora cultiva más de la mitad de todas las frutas y verduras de Europa. El primer sello postal que representa a una mujer desnuda se imprimió en España en 1930 para conmemorar La maja desnuda, de Goya. En el mismo año, el Gobierno de Estados Unidos prohibió cualquier correo con esos sellos (serán gilipollas). ¡Coño, hay una calle en Leganés en honor a la banda AC/DC, por Dios! El primer traje espacial de astronauta se desarrolló en España en 1935. Con 250 días de cielo azul al año, Madrid es la capital más soleada de Europa. El parque del Retiro de Madrid cuenta quizá con el único monumento dedicado al diablo en el mundo.

Cuando me alejo de la ruidosa política, la furiosa indignación y la hostilidad de la extrema derecha e izquierda con sus tristes, anónimas y vacías redes sociales, o de la descarada parcialidad de la prensa y de toda esa capa superficial de barro y mierda, puedo ver por encima lo mejor y ser testigo de un país que, hasta en medio de esta pandemia, me parece, sencillamente, un milagro y una inspiración.

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