El peregrino de las historias mínimas
Entre otras muchas cosas, el escritor Paco Inclán, artista polifacético, viajero, dinamizador cultural, cooperante y profesor de español para refugiados, apuesta por los paseos sin rumbo en los que traza mapas psicogeográficos.
Aunque Paco Inclán (Valencia, 1975) es un hombre multidisciplinar, todas sus actividades tienen como nexo historias que a su vez generan relatos. Así pues, el Paco Inclán profesor de español para refugiados, el gestor de románticos proyectos editoriales, el motor de ciclos sobre comidas migrantes es el mismo Paco Inclán que firma libros inspirados en experiencias durante sus proyectos de colaboración cultural en Ecuador, Vigo o California. El último de ellos llevaba por título una frase que tan solo unas semanas después de ser publicado todos usábamos asiduamente: Dadas las circunstancias (Jekyll & Jill, 2020).
En sus andanzas, Inclán acostumbra a deambular sin rumbo en busca de impresiones emocionales inesperadas. “La deriva psicogeográfica me sirve para recorrer el mundo observando situaciones que no están en la superficie. Eso me permite profundizar en la realidad valiéndome incluso de la fantasía”. Explica que durante estos periplos se dedica a “alterar mapas e inventar cartografías, buscar detalles intrascendentes, ver qué sucede cuando no sucede nada”.
Inclán también da clases de español a refugiados. Algunos de sus alumnos fueron migrantes africanos del barco Aquarius que, en junio de 2018 y tras semanas de deriva por el Mediterráneo, encontraron en Valencia una ciudad de acogida. “Doce días después de su llegada empecé a enseñarles español. La primera clase consistió en explicarles el significado de hola y sí. Eso creó un vínculo muy especial con los alumnos desde el principio. Para mí enseñar también es crear escenarios de confort y seguridad. El revuelo mediático pasó, pero ellos siguen luchando por regularizar su situación aquí”.
Si existe un objetivo que logre definir las diversas labores de Inclán, sería el “conectar el arte y la cultura con la vida cotidiana”. Organizando, por ejemplo, un ciclo sobre cocinas migrantes “donde se despoja a la gastronomía de cualquier elitismo para presentarla como herramienta de acercamiento”; siempre socializando procesos creativos, aprendiendo de sus alumnos y de los entornos en los que indaga. Entre sus actividades más recientes figura la puesta en marcha de InTeresa, un festival de artes vivas en un pueblo de 150 habitantes de la comarca del Alto Palancia, “recogiendo anécdotas de los vecinos, porque estos pueblos tan pequeños también tiene su historia, pero no suele estar documentada”.
De sus talleres de escritura ha surgido otro de los proyectos en lo que anda inmerso y que cree que será útil para desmontar prejuicios sobre las personas con discapacidad. “Conozco a José Vaquerizo, Vake, desde hace 20 años. Está escribiendo una novela sobre su vida y estoy colaborando en el proceso creativo. A consecuencia de la parálisis cerebral que padece, va en silla de ruedas, pero ha sido medallista de bronce en los Juegos Paralímpicos de Pekín, y campeón del mundo en Portugal y Brasil. También ha hecho cuatro veces el Camino de Santiago completo. Para él ese trayecto es una metáfora de la vida: “Ahí hay toda una historia de la cual tenemos mucho que aprender”.
En estos momentos, dadas las circunstancias, el peregrino Inclán se centra en historias de proximidad y experimenta usando su propia ciudad como territorio. Es muy posible que ahora mismo esté investigando el rastro del jugador de fútbol salvadoreño Mágico González con una peña valenciana del Cádiz CF que hay cerca de su barrio, o pateándose el pueblo de Aielo de Malferit para descubrir si es cierto que fue allí donde, tal como afirman ciertas historias, realmente se inventó la coca-cola.
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