Los retos de las ciudades en el escenario post-coronavirus
Los entornos urbanos están en primera línea en la respuesta a la crisis sanitaria, con adaptaciones y transformaciones en muchos de sus sistemas para conseguir ser más resilientes
Las ciudades están en el centro de las preguntas sobre cómo será la vida post covid-19. No resulta sencillo hacer pronósticos, ni saber tampoco si habrá una nueva. Sea como fuere, partimos de premisas que son contundentes: este es un mundo crecientemente urbano, donde la demografía hoy y mañana se basa en concentraciones de personas y de actividades en núcleos urbanos, suburbanos y/o metropolitanos.
Las ciudades estarán en la primera línea de respuesta. Ya lo están a día de hoy y tendrán que estar mejor preparadas para nuevos episodios. Por eso, se puede esperar, al menos, una serie de tendencias que parecen prioritarias:
- El diseño urbano y arquitectónico tendrá que atender a nuevas prioridades de salud, desde las dimensiones de las viviendas hasta su equipamiento (balcones, por ejemplo) hasta la expansión de los espacios públicos abiertos, zonas verdes, jardines terapéuticos,… Habrá que pensar de otra manera equipamientos como ascensores, escaleras comunitarias o espacios exteriores comunitarios.
- La experiencia vital del confinamiento nos ha dado una perspectiva magnífica sobre el desequilibrio en la distribución del espacio urbano. A pesar de no hacer prácticamente coches, el espacio para pasear no se ha reorganizado ni adaptado, para recuperar el territorio vial entre los bordillos para darle prioridad a la movilidad no motorizada, aunque sea para facilitar el distanciamiento entre las personas. En algunas ciudades, desde Calgary a Colonia, han sabido verlo con antelación, y han abierto sus calles completas a peatones y ciclistas. Otras ciudades están evaluando y organizando (Valencia o Barcelona) cómo afrontar el exceso de capacidad viaria para reorganizar calles, trazados y rutas post-confinamiento. Esto supondrá una mirada diferente a la importancia de la movilidad peatonal y ciclista.
- El transporte público está ante una situación compleja. Si la norma, más allá de los periodos más estrictos, va a ser el distanciamiento social, y evitar aglomeraciones, las miradas están puestas en sistemas de metro, buses, tranvías,… Esto tiene implicaciones muy variadas para agencias y autoridades de transporte: si serán atractivas nuevas licitaciones de concesiones de servicio ante nuevas condiciones de menos ocupación, si tendrán que revertirse muchos servicios privatizados, si los usuarios nos alejaremos del transporte público por miedo al contagio, etc.
- El coronavirus es un laboratorio de un desarrollo más sostenible. Su impacto es tan profundo que es lo más cerca que se puede estar de comprender y vivir muchos de los problemas de sostenibilidad que afectan al globo. Durante unas semanas, el mundo ha ensayado un mundo post-carbono, un mundo no dependiente del coche, un mundo que sólo consume lo necesario , un mundo que sólo produce lo esencial, un mundo contenido y auto-limitado, un mundo que comprende qué es socialmente relevante y productivo.
- El proceso de urbanización del Sur Global es un proceso global altamente sensible en esta realidad. Si ya era una prioridad lograr que esta dinámica cumpliera mejores condiciones, (acceso a agua potable, disponibilidad de servicios de tratamiento de agua y residuos,…) el grado de exposición de muchas ciudades en expansión será un reto aún más urgente.
- La estrategias de preparación y resiliencia serán mucho más comprensible ahora para la población, para los agentes sociales y para los gestores y gestores públicos. Puede ser que en buena medida estas estrategias y planes fueran una actuación circunstancial o periférica. Ahora será una necesidad, porque la falta de preparación a todos los niveles en la mayoría de los países que no habían sufrido otras epidemias recientes (al contrario que países como Corea del Sur, Singapur, China o Taiwan) explica gran parte de la respuesta tardía, desorganizada y desorientada que se ha dado en muchos casos.
- La digitalización de los servicios públicos locales, y del resto de dispositivos, equipamientos, espacios,… con los que interactuamos en nuestra cotidianeidad también abrirán un camino más acelerado. Automatización de procesos y análisis de datos serán herramientas que los gestores públicos demandarán para poder administrar mejor, se reorganizarán y rediseñarán servicios para hacerlos digitales, y se permitir más y mejores procedimientos en línea.
- Una dinámica más global, pero que puede tener consecuencias a nivel micro es el de la auto-suficiencia local. Las dudas sobre el futuro de la globalización industrial, del mercado alimentario o la centralización de la producción energética, implican procesos de fondo que pueden tener sus manifestaciones en forma de una mayor suficiencia y garantía alimentarias, la aceleración de la generación energética distribuida, las políticas de cercanía o la reindustrialización productiva de los entornos urbanos.
En cualquier caso, la situación que ha tocado vivir obliga a repensar la manera de organizar nuestras sociedades, servicios públicos, el trabajo, la sanidad... Por lo requiere, también, repensar las ciudades en las que viviremos y en las que afrontaremos próximas crisis sanitarias. No sabemos si llegará esa transformación, si será duradera o si será a mejor. No será fácil tampoco, y son muchas las lecturas que podemos hacer de todas estas semana. Si esto lo tomamos como oportunidad para reordenar prioridades y principios sobre los que se organiza la vida en comunidad, puede que sea un buen inicio.
Manu Fernández es investigador y consultor de políticas urbanas en Anteverti, y es autor del blog Ciudades a Escala Humana y doctor por la UPV/EHU con la tesis "La smart city como imaginario socio-tecnológico. La construcción de la utopía urbana digital".
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