Más ‘satisfyers’, más dildos y más masturbadores masculinos: los juguetes sexuales del confinamiento
Las ventas de juguetes eróticos por Internet se han disparado durante el encierro, convirtiendo estos artilugios en bienes de primera necesidad para algunas personas.
El mundo era otro hace tres meses. No solo por los abrazos, la calle y toda esa gente que nos falta. Para muchas mujeres y no menos hombres, el dormitorio era un lugar más gozoso. Los Reyes Magos, urgidos por el boca a boca, habían depositado en el zapato un artilugio que otorgaba orgasmos eléctricos. Rapidísimos. El Satisfyer llegó como un pasaporte para hablar de masturbaciones a la hora del vermú.
Mientras el aparato se acomodaba en nuestra mesita de noche, la peste del siglo XXI nos encerró de un día para otro. Volvimos a oír a los pájaros al tiempo que en la televisión la muerte aparecía convertida en diagramas de barras. Todos conocíamos a alguien que tosía demasiado. Los niños corrían por el salón a cualquier hora y nosotros nos autoexaminábamos, temerosos ante un dolor de garganta.
No parecía haber lugar para el disfrute. Así lo cuenta Laura Castro, de Platanomelón, una web de juguetes eróticos que popularizó el succionador de clítoris a golpe de Instagram: “Ocurrió al principio del estado de alarma, las ventas cayeron, pero después se dispararon”.
Ahí estamos pues, recibiendo satisfyers servidos por mensajeros con mascarilla. El aparato en todas sus marcas y variaciones sigue reinando en los pedidos de las tiendas Amantis, ahora convertidas en mercados virtuales. “La venta de succionadores ha crecido un 200% en comparación con marzo del año pasado”, cuenta el encargado Christian Mahieu. En esta crisis ha habido incluso una estrella inesperada: “El bactericida para limpiar juguetes se nos agotó, tuvimos que acelerar su fabricación”. Los botes de Limpin, que así se llama el producto, se venden como churros. La demanda ha crecido un 150%. “Estamos convencidos de que la gente lo usa para desinfectar todo”. Tiene sentido. Conseguir gel hidroalcohólico ha resultado una odisea.
La venta de lencería y masturbadores masculinos (ambos artículos crecen un 40% en la citada web) denotan que el encierro promueve lo que la sexóloga Laura Morán cree: “Hay más tiempo para las cosas importantes cuando desaparecen las urgentes, como es el caso. De esta manera se presta atención a la intimidad”. Una intimidad más accesible solo o en pareja. Si estás en el grupo de padres-maestros y no tienes pestillos en las puertas es más difícil. O si pasas los días vigilando bebés que pretenden conquistar a gatas el mundo doméstico.
En Platanomelón, que ha crecido en ventas un 400% respecto a las fechas previas a la cuarentena, promueven el sexo como antídoto de la ansiedad. Una alternativa al chocolate o al alcohol, infalibles aliviadores instantáneos de nuestra existencia confinada. Entregarse al autoplacer resulta sin duda más saludable que vaciar la nevera con las mismas propiedades relajantes. Y como estamos con los descubrimientos, aquí viene otro: los juguetes sexuales que se pueden controlar a través de una app han escalado muchos puestos en la lista de deseos. Alguien desde Sebastopol o desde la calle de al lado puede imponer con su teléfono el ritmo de tu disfrute. Una versión virtual del encuentro físico. “Antes del confinamiento eran productos muy de nicho”, prosigue Laura Castro, “ahora han sido muy demandados, incluso se han agotado”.
Los succionadores tienen una desventaja en el tiempo congelado de la cuarentena: se consiguen clímax en pocos minutos. Y quizá por eso, juguetes que proporcionan sesiones más largas también están entre los favoritos de las confinadas. ¿Se acuerdan de Sexo en Nueva York? Pues ha regresado para encerrarse con nosotras el vibrador conejito, que estimula el punto G y el clítoris. Salud y buenos orgasmos.
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