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Un Uber para alquilar tractores y otras formas de revolucionar el modelo agrícola en países en desarrollo

Casi la mitad de las personas desnutridas del mundo son pequeños agricultores, aunque alimenten al 80% del planeta. A pesar de existir técnicas y tecnologías agrícolas cada vez más eficientes, sin acceso a ellas nunca podrán beneficiarse

Una agricultura, en una plantación de una cooperativa de judías en Kenia.
Una agricultura, en una plantación de una cooperativa de judías en Kenia.Fredrik Lerneryd (FAO)
María López Escorial

Los desafíos a los que se enfrentan los pequeños agricultores están claros. Por un lado, las técnicas, bienes de producción y equipos empleados son sumamente ineficientes, con rendimientos muy bajos. Esto hace que tengan muy pocos ahorros y los pocos que tienen, los pueden perder en una sola mala cosecha. Tampoco suelen poseer títulos sobre la tierra en la que trabajan, por lo que invertir en ella supone un riesgo importante. Además, se encuentran en áreas remotas con dificultades para acceder a los mercados tanto de insumos como productos, estando en la mayor parte a merced de intermediarios.

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Se estima que 1.500 millones de personas dependen directamente de minifundios de menos de tres hectáreas. Curiosamente, estas tierras producen casi el 70% de la comida a nivel mundial y el 80% de todos los alimentos que se consumen en el mundo en desarrollo. Sin embargo, los pequeños agricultores se encuentran entre las personas más pobres y con mayor inseguridad alimentaria del planeta, con ingresos entre 230 y 2.100 dólares al año. Unas tres cuartas partes de la pobreza extrema del mundo, es decir, 800 millones de personas viven en áreas rurales exclusivamente de la agricultura, y casi la mitad de las personas desnutridas del mundo son pequeños agricultores, a pesar de estar alimentando a la humanidad.

La gran mayoría no tiene información básica del mercado, ni ninguna forma de capacitación además de estar financieramente excluidos. Para colmo, a medida que los patrones climáticos se vuelven más impredecibles y los precios mundiales de los alimentos más volátiles, ellos son cada vez más vulnerables.

Sin embargo, la innovación tecnológica les está brindando productos y servicios que permiten cambiar el modelo de negocio y aumentar sustancialmente la productividad y sus ingresos. Porque, a pesar de existir técnicas agrícolas más eficientes, si los pequeños agricultores no pueden o no son capaces de acceder a ellas, no son asequibles, no saben usarlas, no están conectados con los mercados ni tienen información, no pueden conseguir financiación o herramientas para ahorrar, nunca van a poder beneficiarse de estos avances.

Han surgido aplicaciones que permiten ahorrar para que, en el momento de la siembra, cuando los campesinos son más vulnerables, puedan comprar semillas mejoradas, abono y dar talleres de formación

La tecnología, ha derribado todas estas barreras. Y lo hace permitiendo desarrollar productos que incrementan sustancialmente los rendimientos agrícolas; proveyendo financiación y ahorro a clientes sin garantías; proporcionando acceso al mercado tanto de sus productos como insumos. Es necesario conocer sus necesidades y proporcionales, de forma rentable, información, educación y asesoramiento clave para mejorar sus cultivos y ofrecer estos productos y servicios gracias a la reducción de costes de gestión, financieros y de personal, para operar en zonas remotas.

Aplicaciones que facilitan la vida a los pequeños agricultores

Sólo el uso de semillas mejoradas puede potenciar el rendimiento de los cultivos en un 50%. La reproducción cruzada de vacas locales con especies híbridas conduce a un ganado más fuerte que produce dos o tres veces más leche. Los sistemas básicos de riego podrían duplicar la productividad de un campo. Incremento de ingresos que son la diferencia entre estar por encima o por debajo del umbral de la pobreza.

La mayoría de los pequeños agricultores dependen únicamente del agua de lluvia para sus cultivos. Solo el 3% de los keniatas son capaces de regar sus campos. Sistemas de microirrigación o bombas de agua alimentadas por la energía humana a través de pedales como las de Kickstart o IDE, incluso alimentadas con paneles solares como las de Sunculture son capaces de aumentar el rendimiento en un 300% y tener cosecha en terrenos antes imposibles de cultivar.

Para garantizarles el acceso a estas tecnologías son necesarias soluciones de crédito. Aplicaciones PAYG (pay as you go, en inglés) permiten financiar la bomba de agua y pagarla en pequeñas cuotas a través del teléfono. Además a través de los chips que permiten la financiación, en un futuro próximo se podrán disponer de datos en tiempo real sobre meteorologia, el suelo y la cosecha; información customizada que permita a los agricultores maximizar su plantación.

También existen aplicaciones, como MyAgro, que facilitan el ir ahorrando poco a poco en el móvil para que, en el momento de la siembra, cuando los campesinos son más vulnerables, dado el tiempo que han pasado sin ingresos desde la cosecha, puedan comprar semillas mejoradas, abono y realizar talleres de formación. Hay bancos especializados en el negocio agrícola como Judili Kilimo que han conseguido a través de la tecnología y el uso del teléfono, establecer perfiles de riesgo de este colectivo. Para atajar la imposibilidad de comprar maquinaria ha surgido en las zonas rurales de Nigeria, Kenia, Senegal, Tanzania o Mozambique, el uber de los tractores, Hello Tractor, que permite alquilarlos a través del móvil y mejorar el rendimiento de los cultivos.

Para los pequeños agricultores tener información sobre los precios del mercado, alertas meteorológicas, o acceder a servicios financieros es clave para mejorar su rentabilidad

La formación en nuevas técnicas también es clave y gracias a la tecnología empieza a ser posible. La aplicación icow tiene como objetivo educar a los aldeanos sobre las prácticas ganaderas adecuadas para reducir las tasas de mortalidad de las vacas a través de SMS. Desde su creación, ha conseguido registrar a más de 60.000 ganaderos de Kenia, Tanzania y Etiopía. Wefarm desarrollada en Kenia, también permite a los agricultores hacer preguntas por SMS y recibir respuestas de otros usuarios registrados en inglés y swahili.

Para los pequeños agricultores, tener información sobre los precios de sus productos en el mercado, alertas meteorológicas, consejos para mejorar las cosechas, la posibilidad de conectar a compradores y vendedores o acceder a servicios financieros o compañías de insumos agrícolas es clave para mejorar su eficiencia y rentabilidad. Para ello han surgido plataformas como Esoko, Farmer Line, o Emilpa desarrollada por la empresa española Sic4change para Codespa en Guatemala. Más de 500.000 agricultores están actualmente registrados en Esoko consiguiendo una mejora de ingresos de entre el 10% y el 30%, según la compañía.

Está comprobado que centrarse en ofrecer tecnologías que aumentan la productividad es la palanca principal para crear valor, más que la desintermediación de la cadena de valor o las estrategias de redistribución de precios. Eliminar a los intermediarios o transferir una prima de mercado a los agricultores puede generar ingresos adicionales, pero no transformará su vida, ya que siguen dependiendo del resto de actores. Darles acceso a un sistema de microirrigación o semillas mejoradas tiene el potencial de hacer que obtengan ingresos mucho más altos sin depender de nadie. La tecnología, de mano del sector privado, ha permitido desarrollar los productos, así como hacer eficientes los procesos para servir a una población alejada, diseminada, sin recursos y sin especialización.

Estos avances tecnológicos no sólo mejoran la vida de millones de pequeños agricultores en todo el mundo (según Naciones Unidas, mejorar sus rendimientos solo en un 10% podría reducir la pobreza en un 7% en África y en más del 5% en Asia), sino que es la única forma de asegurar la alimentación de la humanidad en el futuro. Con una población prevista de 9.6 mil millones de personas en 2050, un aumento de las calorías consumidas por persona del 30% y la reducción continua de la tierra cultivable, sólo seremos capaces de asegurar la alimentación a futuras generaciones mejorando el rendimiento agrícola.

La clave para que estas nuevas tecnologías sean adoptadas por un colectivo tan vulnerable es generar la confianza suficiente, que estén seguros de que invertir sus escasos recursos en estos productos o servicios les brindará los beneficios esperados. En la economía en la que están inmersos, simplemente no pueden permitirse el lujo de fracasar.

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