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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cuidar a nuestros mayores: la nobleza obliga

La palabra debe ser justa y con información certera cuando hablemos con las personas mayores. ¡Hagamos hincapié en su fortaleza y resiliencia!

Un hombre mira por la ventana.
Un hombre mira por la ventana.Olivier Chatel |Unsplash

La covid-19 circula por un mundo que ya la declaro pandemia, por lo viral y por el pánico que ha provocado, mucho de ello debido a la falta de conciencia (y formación) comunicacional. De la evidencia y lecciones aprendidas en este corto tiempo hay un elemento que está muy claro: el coronavirus, como la mayoría de los virus respiratorios, se ensañan con mayor gravedad con las personas mayores. Hoy sabemos que su tasa de letalidad en edades avanzadas oscila entre el 10% y el 20% y que afecta de forma muy importante a los que tienen más de 80 años y presentan problemas de salud crónicos, como son la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, enfermedad coronaria, diabetes y otros. Las cifras en Estados Unidos, España e Italia son espeluznantes. Los dramas personales y familiares tras los números, dramáticos.

En tiempos de crisis sanitaria, siempre es bueno ver qué han hecho o están haciendo otros países y cómo estamos respondiendo en nuestra propia comunidad o en nuestra propia familia. De lo primero hay dos elementos fundamentales: la necesidad de una comunicación responsable y la necesidad de un compromiso social. Los profesionales de la salud debemos saber que nuestra palabra es muy escuchada, por eso debemos actuar con cautela y honestidad. Sobre lo segundo, son tiempos para la solidaridad y el altruismo. Es un tiempo de oportunidad.

Si tenemos un familiar mayor en casa o como vecino es importante que lo hagamos sentir cuidado. El edadismo —estereotipificación y discriminación contra personas o colectivos por motivo de edad– tiene muchas formas y en esta pandemia se presenta desalmadamente bajo la frase “los mayores son quienes se mueren”. Una brutalidad.

Cuidar es una palabra noble y como el edadismo adquiere diversas formas. La palabra debe ser justa y con información certera cuando hablemos con las personas mayores, sean nuestros familiares, vecinos o amigos. Pero ante todo debe ser cálida, positiva, transmitir no solo empatía, sino optimismo y respeto. Es importante que esta llegue de todas las formas posibles, por eso mantener una comunicación adecuada es fundamental. Puede ser por teléfono o por redes sociales; y si no maneja redes sociales o un móvil este puede ser un buen momento para enseñarles su manejo sin ponerlos en riesgo. Debemos saber, y ellos aún más, que esto es una situación momentánea y que si hacen memoria, seguramente ellos ya hayan pasado situaciones complejas o difíciles como esta. ¡Y las han superado! ¡Hagamos hincapié en su fortaleza y resiliencia!

Poder garantizarles un suministro adecuado de alimentos y medicamentos es fundamental. Qué mejor para ello que la colaboración intergeneracional. Hagamos redes de vecinos, amigos o jóvenes que puedan colaborar en este aspecto. Animemos a mantenerlos activos, sabemos que una rutina de movimientos en el hogar es una forma muy adecuada. Equilibrio y fuerza son fundamentales para garantizar la autonomía.

Las personas mayores son quienes con su esfuerzo hoy nos permiten disfrutar de una sociedad, seguramente no la que soñaron ellos ni quizás nosotros, pero son los que la construyeron con su esfuerzo. Seamos agradecidos. No olvidemos que seguramente el día de mañana seamos nosotros los mayores que podamos necesitar de esta ayuda. El altruismo es algo que no se paga, pero nos hace descansar mejor por las noches y mantiene nuestra alma iluminada. Hoy es tiempo de ello.

*Diego Bernardini es profesor titular de Medicina en la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina

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