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Las fauces del ancestro

Pavel Mikheyev (Reuters)

ENTRE EL Canis lupus y el Canis lupus familiaris no hay, aparentemente, gran diferencia. Los zoólogos señalan el tamaño del cráneo, el espesor del pelaje o la forma de las orejas. Mientras que el primero, conocido como el lobo, es un animal salvaje, el segundo no es más que una subespecie domesticada por el hombre: el perro. Es al juntarlos cuando las disparidades se hacen evidentes. En Kazajistán, donde está tomada esta foto durante una cacería a finales de enero, se han lanzado uno contra otro. El descendiente contra el ancestro. Civilización versus barbarie. Observen las fauces del lobo. Los colmillos. El cuello. Y ahora fíjense en la mirada perdida del can despeluchado, en ese reflejo de un instinto de supervivencia atrofiado. Parece contemplar un punto lejano, quizás a su dueño, que le observa con prismáticos desde la distancia.

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