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Cómo abrir una relación sin hacer sufrir a la pareja

Así enseñan a gestionar las situaciones que afrontan quienes deciden dar este paso

Manuela Sanoja

En un mundo en el que la monogamia reina en las relaciones de pareja, pocos son suficientemente atrevidos como para romper los esquemas. Y no porque no se quiera. En un reciente estudio llevado a cabo por el Instituto Kinsey, un 80% de 2.982 hombres y mujeres reconocieron haber fantaseado con tener una relación abierta. Sin embargo, solo un 20% de estos ha decidido dar este paso con alguna de sus parejas. "Es algo que se ha hecho toda la vida, pero a la espalda y traicionando al otro. Quienes deciden abrir su relación no quieren traicionar y hacer daño a la otra persona", explica el psicólogo y terapeuta Juan Peris. Una de las claves para que funcione, explica el experto, está en "que ambos estén de acuerdo". E incluso así, no es un camino de rosas: pueden surgir problemas asociados a inseguridades o sentimientos como los celos. Por eso, muchos buscan en talleres, cursos y terapias de ayuda para gestionarlos. 

Ivan (30) es un ejemplo. Hace algún tiempo, decidió abrir su relación para tener experiencias sexuales con terceras personas. Ella tenía algo de experiencia en el tema, pero a él le empezaron a carcomer los celos. Ante el problema, buscaron ayuda y la encontraron en un taller para relaciones abiertas que se impartía la organización Poliamor Madrid en La Ingobernable, un centro social autogestionado que fue desalojado el pasado mes de noviembre. Un seminario de tres horas donde, tras explicar el funcionamiento de este tipo de parejas, se realizaban distintas dinámicas de grupo en las que se ponían en común las vivencias compartidas.

"Nos pusieron en grupos en los que fuimos expresando las sensaciones que nos generaba que nuestra pareja mantuviera relaciones con otras personas para buscar el origen los sentimientos que se producen cuando abres una relación. Por ejemplo, si había celos, identificar si venían del miedo al abandono", explica Iván. Todo ello, guiado por los miembros de la organización. "Los talleres grupales sirven para adquirir un aprendizaje desde la experiencia de las otras parejas", aclara Peris.

El foco de los talleres está en la comunicación

Este tipo de clases no sirven para todos, pero no son la única opción. "Aunque los expertos lo hicieron muy bien y te ayudaban a estar más seguro, el ambiente con el resto de parejas era muy intenso y no te invitaba a estar del todo a gusto", asegura Iván. Ante esta incomodidad, existe la opción de buscar una alternativa en pareja o individual. Sea de la forma que sea, los expertos recomiendan hacerlo para adquirir las herramientas necesarias para lidiar con los inconvenientes que puedan surgir.

Las formas de trabajarlo son distintas. Desde técnicas de resolución de problemas hasta ejercicios de role play donde el foco está siempre en la comunicación. "Debe ser asertiva, es decir, que se expresen los sentimientos sin hacer daño al otro", aclara el experto. Y es que en ella está la clave de que una relación funcione. Según apunta un reciente estudio de la Universidad de Rochester, cuando la comunicación falla, es fácil que la relación se vuelva tóxica. En definitiva, el principio del fin. A partir de ahí, empieza una espiral de sentimientos negativos, como los celos, las inseguridades, y la sensación de rechazo y traición.

Otro asunto que puede resultar peliagudo está en los pactos en los que se basa la apertura de la relación. "Es importante que ambos estén de acuerdo. De lo contrario, empiezan los problemas", indica el experto. No hay reglas universales, aunque sí una común: no hacer daño a la otra persona. A partir de ahí, se acuerda si la relación se abre solo en el aspecto sexual o también en el emocional (poliamor), se puede plantear un calendario en el que se deciden los días en los que se puede practicar sexo con terceros o acordar señales para salir de situaciones incómodas en caso de que hagan daño. "Cada relación es un mundo, y todo depende de la pareja y la seguridad de sus miembros. El límite está en la libertad de poder comunicar los sentimientos. Es para esto para lo que sirven las terapias y los talleres. Son espacios en los que ambos pueden expresar y escuchar sus deseos y sus necesidades con ayuda de mediadores", concluye el experto.

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