Quince obras maestras de la cultura que fueron masacradas en su momento
Discos, pinturas, películas o libros que hoy son piezas fundamentales fueron en origen maltratadas por los críticos e ignoradas por el público. Esta es la historia de algunas de ellas
Al entierro de Edgar Allan Poe (Boston, 1809- Baltimore, 1849) asistieron siete personas. Murió sin un centavo y sin que nadie reconociera su talento. Y eso que trabajó a destajo publicando sus poemas y sus cuentos en revistas y editoriales que le pagaban una miseria. La historia de la cultura está llena de artistas y obras incomprendidas que años más tarde obtuvieron todo el reconocimiento. Para algunos fue tarde (habían muerto); con otros, sin embargo, se hizo justicia en vida.
Estos son algunos casos...
– Camarón de la Isla, 'La leyenda del tiempo' (1979)
Lo que dijo la crítica en su momento. La leyenda del tiempo fue una propuesta vanguardista que mezcló el talento del cantaor gaditano con el de músicos procedentes del rock, la psicodelia y el jazz como Kiko Veneno, Gualberto o Raimundo Amador. Una combinación que no fue bien recibida por los críticos más puristas y ciertos cantaores, que llegaron a preguntarle a Camarón si estaba loco. Además, el disco no se vendió bien y, para empeorar la cosa, algunos de los pocos que lo compraron fueron a la tienda a devolverlo argumentando que "ese disco no era de Camarón".
Lo que se dijo después. Camarón estaba convencido de que su trabajo era bueno y sabía que se había adelantado varios años a lo que el público demandaba. Ricardo Pachón, productor del trabajo, ha comentado en diversas ocasiones que el cantaor nunca se arrepintió de La leyenda del tiempo, pero sí le comentó: “Ricardo, el próximo disco, de guitarrita y palmas”. Sin embargo, a medida que pasaban los años, aquellos que habían sido reacios a aceptar este trabajo no solo comenzaron a apreciarlo sino que lo calificaron como uno de los mejores discos españoles del siglo XX. La edición española de Rolling Stone, por ejemplo, eligió La leyenda del tiempo como la cuarta mejor canción de la música española. Ganó Mediterráneo, de Serrat.
– Marcel Proust, 'En busca del tiempo perdido' (entre 1913-1927)
Lo que dijo la crítica en su momento. Marcel Proust tuvo que costear con su propio dinero la primera edición de Por el camino de Swan, el volumen inicial de En busca del tiempo perdido, después de que la La Nouvelle Revue Française, influyente revista y editorial fundada por varios escritores entre los que se encontraba André Gide, rechazase el manuscrito. André Gide había conocido a Proust años atrás y, como no le causo buena impresión, no le prestó excesiva atención al texto. De hecho, se cuenta que ni siquiera lo leyó entero porque, como decía Luis Antonio de Villena en uno de sus artículos, a Gide le pareció que en el libro había “muchas marquesas, muchas tazas de té, mucho niño mimado…”. El responsable de la editorial Ollendorf, que también recibió el manuscrito y también lo rechazó, justificó la decisión diciendo: “No entiendo que un señor pueda llenar 30 cuartillas para describir cómo da vueltas y más vueltas en su cama antes de poder conciliar el sueño”.
Lo que se dijo después. El propio André Gide reconocería posteriormente que rechazar el libro de Proust había sido uno de los peores errores de su vida. Una opinión que vería ratificada cuando A la sombra de las muchachas en flor, el segundo volumen de la serie, fue galardonada con el premio Goncourt. A pesar de esas primeras reticencias de los expertos, la obra a la que Proust dedicó su vida es hoy considerada la primera novela moderna, gracias a innovaciones como abordar la narración en primera persona y con innumerables referencias subjetivas, en lugar de emplear un narrador omnisciente. Elementos como estos, sumados a una deliciosa galería de personajes, son los que han hecho que En busca del tiempo perdido haya influido a generaciones posteriores de creadores de diversas disciplinas, de la misma forma que ha aburrido a muchos lectores que, a pesar de los años transcurridos, siguen sin encontrarle el atractivo a una historia sin apenas acción, descripciones eternas y un estilo remilgado. Hay gente para todo.
– James Joyce, 'Ulises' (1922)
Lo que dijo la crítica en su momento. Cuando se publicó Ulises, Virginia Woolf escribió en su diario: "Me parece el libro propio de un analfabeto, un libro carente de desarrollo; la obra de un obrero autodidacta y todos sabemos cuán lamentables son esas obras, cuán egotistas, cuán insistentes, cuán primarias, crudas y, en última instancia, nauseabundas". Tampoco gustó la obra del irlandés a D. H. Lawrence, que afirmó que el último capítulo de la obra era “la cosa más sucia, más indecente y obscena jamás escrita”, para concluir que Ulises era una “olla pútrida” llena de “colillas viejas y pedazos de col de citas de la Biblia estofado en el jugo de la obscenidad periodística”. Tal cual. Lo más llamativo es que la obra maestra de Joyce no solo fue maltratada en el momento de su publicación, sino que en la actualidad también acumula detractores. Sin ir más lejos, Paulo Coelho, que ha afirmado que el libro del irlandés “hizo mucho mal a la literatura porque nadie lo ha leído pero todo el mundo dice que lo ha leído”. Además, el brasileño considera que, a partir de Ulises, “los escritores olvidaron la parábola como forma de narrar” y que es un libro que “solo da para un tuit”.
Lo que se dijo tiempo después. La publicación de Ulises no estuvo exenta de dificultades y, cuando por fin vio la luz, fueron muchas las críticas, hasta el punto de dar lugar a un proceso judicial por obscenidad. Sin embargo, con el paso del tiempo la influencia de esta obra de Joyce ha sido tal que Mario Vargas Llosa ha llegado a afirmar: “Desde la aparición del Ulises todos los novelistas contemporáneos serían discípulos de Joyce”. Por su parte, Samuel Beckett, que llegó a ser asistente del irlandés, la denominó “obra heroica” y son infinidad de lectores y críticos los que destacan la revolución que supuso para el idioma inglés y la forma de plasmar los diferentes niveles de comunicación, desde el monólogo interior a la charla de café o las conversaciones callejeras y, en ocasiones, todo ello junto.
– Van Gogh, obra pictórica (hacia 1881-1890)
Lo que dijo la crítica en su momento. La carrera de Van Gogh no comenzó con buen pie en lo que a crítica se refiere. Una de sus primeras obras, Campesinos comiendo patatas, fue calificada de "irreal, fea y mal ejecutada". Su amigo, el también pintor Anthon Van Rappard, llegó a escribirle al respecto: “Estarás de acuerdo conmigo en que este trabajo no se puede tomar seriamente. (…) El arte es demasiado elevado para poderlo tratar con tanta negligencia”. A partir de ahí, la cosa no mejoró. La crítica académica lo ignoró y los coleccionistas no se interesaron por su obra. Van Gogh nunca pudo vivir de la pintura.
Lo que se dijo tiempo después. Van Gogh es una de las figuras claves del posimpresionismo. Los críticos destacan su renovación de los motivos del arte hasta esa época y, muy especialmente, la paleta de colores, enriqueciéndola y ampliándola. Su museo holandés es uno de los más visitados del mundo y son muchos los coleccionistas privados que pagan fortunas por sus piezas. Retrato del Doctor Gachet, de 1890, alcanzó un récord a principio de los 90 al superar los 80 millones de dólares. Desde entonces, se ha vendido dos veces más en un valor que ronda los 100 millones, el mismo precio que alcanzó Autorretrato con oreja vendada, fechado en 1889.
– Orson Welles, 'Ciudadano Kane' (1941)
Lo que dijo la crítica en su momento. Esta película, que suele encabezar muchos listados sobre los mejores filmes de la historia del cine, no gustó demasiado en su momento. Ciudadano Kane cayó mal a los críticos, especialmente a los de los medios de comunicación propiedad de Randolph Hearst, magnate de la prensa estadounidense de quien Kane es un trasunto. De hecho, la productora recibió ofertas millonarias de los abogados de Hearst para destruir todas las copias antes de su estreno. Tal vez también por influencia de Hearst, la película no ganó ningún Oscar y, finalmente, fue un fracaso de taquilla. Jorge Luis Borges, que en 1941 ejercía de crítico cinematográfico en la revista Sur, dijo de ella: “Ciudadano Kane tiene por lo menos dos argumentos. El primero, de una imbecilidad casi banal, quiere sobornar el aplauso de los muy distraídos”. Y, también, añadió Borges, “adolece de gigantismo, de pedantería, de tedio. No es inteligente, es genial: en el sentido más nocturno y más alemán de esta mala palabra”.
Lo que se dijo tiempo después. Hay pocos críticos que no consideren Ciudadano Kane una obra maestra. Durante medio siglo lideró la lista de las mejores películas de la historia del cine según Sight and Sound, la revista del British Film Institute. Hubo que esperar a 2012 para que fuera superada por Vértigo, de Hitchcock. Las razones para elevarla a la categoría de obra maestra son, entre otras cosas, sus innovaciones técnicas puestas al servicio de la narración –como los planos picados, los contrapicados y la asombrosa profundidad de campo de la escena de la infancia de Kane– o su banda sonora, escrita expresamente para la película en lugar de recurrir a música de biblioteca de compositores clásicos como se acostumbraba a hacer en la época.
– Iván Zulueta, 'Arrebato' (1980)
Lo que dijo la crítica en su momento. “Un desastre total”. Así define Augusto Martínez Torres, productor de Arrebato, la acogida de la cinta cuando se estrenó en 1980. Y añade: “Tuvo muy malas críticas y nadie fue a verla. La rechazaban en los festivales. La razón era su forma de tratar la droga”. La película apenas duró una semana en cartel aunque, posteriormente, fue rescatada por los cines Alphaville de Madrid donde permaneció un año en sesiones de madrugada. Aún así, tampoco hizo demasiada taquilla porque, según Martínez Torres, “iban a verla los mismos y aprovechaban para fumar cuanto querían”. El fracaso de la cinta fue de tal magnitud que truncó la carrera de Iván Zulueta, que no volvería a dirigir un largometraje.
Lo que se dijo tiempo después. En agosto de 2002, Antonio Weinrichter se hacía eco en las páginas del suplemento El Cultural de la exposición dedicada a Iván Zulueta que, en esas fechas, se celebraba en La Casa Encendida de Madrid. Al hablar de Arrebato, Weinrichter decía: “Una de las escasas películas de culto certificadas del cine español moderno y de la modernidad”. Por su parte, en su libro Cómo acabar definitivamente con la contracultura, Jordi Costa destacaba que tanto Arrebato como Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (la primera película de Pedro Almodóvar) se estrenaron en 1980 pero mostraban dos formas muy diferentes de concebir el cine, con resultados también opuestos. Para Almodóvar esa cinta fue el inicio de su meteórica carrera, mientras que para Zulueta Arrebato supuso su hundimiento. De haber sucedido al contrario, explica Costa, "el panorama cinematográfico español de las últimas décadas hubiera sido totalmente diferente", lo que, sin desmerecer al realizador manchego, es un gran elogio para el donostiarra.
– Renzo Piano y Richard Rogers, Centro Pompidou (1977)
Lo que dijo la crítica en su momento. Cuando el Centro Pompidou se inauguró en 1977 recibió encendidas críticas negativas entre público y crítica. El diario Le Figaro publicó al respecto: “París tiene su propio monstruo, como el del lago Ness”. Otros detractores también lo calificaron de “astronave catapultada al corazón de París” y “un burdo acto de jactancia”. El diseño futurista del edificio, que recordaba a una refinería de petróleo o a una base espacial, chocaba con los edificios señoriales de la Ciudad de la Luz que, años después, volvería a vivir una nueva polémica arquitectónica con la pirámide de cristal del Louvre.
Lo que se dijo tiempo después. El Centro Pompidou es en la actualidad uno de los edificios más importantes del siglo XX. Así lo demuestra la lista confeccionada a principios de este año por medio centenar de proyectistas para The Now Institute, centro de investigación asociado a la Universidad de Los Ángeles. En ese listado, el Pompidou aparece en el puesto número cuatro, solo por debajo del Pabellón Barcelona de Mies van der Rohe, Notre Dame de Haut y Villa Savoye, ambas de Le Corbusier. El edificio parisino de Piano y Rogers queda por delante de la Fábrica Johnson de Frank Lloyd Wright, la Casa Farnsworth de Van der Rohe, el Guggenheim de Nueva York o la terminal de la TWA situada en esa misma ciudad estadounidense.
– Ígor Stravinski, 'La consagración de la primavera' (1913)
Lo que dijo la crítica en su momento. Serguéi Diáguilev, empresario de los Ballets Rusos, encargó a Ígor Stravinski la música para un espectáculo protagonizado por Nijinski que debía estrenarse en París. En 1913, el Theatre des Champs Élysées de la capital francesa acogió la primera función de esa obra, que llevó por título La consagración de la primavera, y que fue duramente criticada por los presentes. Desde la obertura, el público se mostró descontento con las innovaciones sonoras de Stravinski. A las risas y los silbidos siguieron los gritos. El guirigay llegó a ser de tal magnitud que los bailarines no podían oír a la orquesta, por lo que Nijinski, entre bastidores, tuvo que indicarles los pasos que debían ejecutar. La condesa de Pourtalés, allí presente, protestó diciendo a gritos: "¡Es la primera vez en 60 años que alguien se ha atrevido a tomarme el pelo!”.
Lo que se dijo tiempo después. Cuando 50 años después del estreno se le devolvió a Stravinski la partitura original manuscrita de La consagración de la primavera, el compositor escribió en su última página: “Ojalá quienquiera que escuche esta música jamás experimente la burla a que fue sometida y de la cual fui testigo en el Théátre des Champs Elysées, París, en la primavera de 1913”. En la época de recepción de la partitura, principios de los años 60, la obra del compositor ruso se había convertido ya en un clásico del siglo XX, gracias a su propuesta innovadora que rompía con el concepto de belleza y armonía propio del Romanticismo. De hecho, las innovaciones de Stravinski a la música en esa y otras creaciones no solo tuvieron efecto en el ámbito erudito, sino que genios del jazz como Charlie Parker cayeron rendidos a su creatividad y originalidad.
– Sex Pistols, 'Never mind the bollocks…' (1977)
Lo que dijo la crítica en su momento. Los Sex Pistols no dejaron títere con cabeza en su primer trabajo. Criticaron a la reina Isabel II, a la compañía EMI, a la sociedad británica casi en su totalidad, utilizaron palabras malsonantes… La indignación que provocaron entre los ingleses biempensantes hizo que los trabajadores de EMI, empresa encargada de prensar los discos del grupo, se negaran a manipularlos por considerarlos obscenos y lo más bonito que les dijeron los críticos fue que no sabían tocar. El público, por su parte, hizo que el disco llegase al número uno de las listas británicas.
Lo que se dijo tiempo después. Cuatro décadas después de su lanzamiento Never mind the bollocks es un clásico de la música popular. Algunos críticos, olvidándose de que Ramones había sacado su disco homónimo en 1976 (un año antes), lo califican como del primer disco de punk de la historia. Incluso hay gente que va un poco más allá y lo califica de “el mejor disco de la historia”, como sucedió en 1988 tras una votación entre los lectores de la revista inglesa Q. Por su parte, la revista Rolling Stone lo colocó en el puesto 41 de los 500 mejores álbumes jamás grabados.
– Paul Verhoeven, 'Robocop' (1987)
Lo que dijo la crítica en su momento. Paul Verhoeven tuvo que remontar Robocop más de una decena de veces para evitar que fuera calificada con una R, el equivalente estadounidense para mayores de 18 años. A pesar de ello, la violencia de muchas de sus escenas, algunas de las cuales rozaban el sadismo, hizo que muchos expertos, como el crítico británico Barry Norman, no la tratasen del todo bien en sus reseñas. Por otra parte, tampoco gustó el papel de Nancy Allen, la compañera policía de Robocop, que, en opinión de periodistas como Susan Faludi, continuaba la tradición del cine comercial de crear personajes femeninos sin personalidad y nada que aportar.
Lo que dijo tiempo después. Después de treinta años y varias secuelas, Robocop es ya un clásico de la ciencia ficción gracias justamente a algunas de esas cosas que, en su momento, jugaron en su contra, como la violencia, el humor o las críticas a los medios de comunicación y al neoliberalismo. Además, como afirmaban desde la revista Fotogramas, “sus inevitables secuelas fueron muy inferiores”, lo que demuestra que, a pesar de ser un producto de Hollywood, la cinta original tenía ese toque de autor que solo Verhoeven pudo aportarle.
– Giacomo Puccini, 'La bohème' (1896)
Lo que dijo la crítica en su momento. La obra de Puccini se estrenó en el Teatro Regio de Turín en febrero de 1896. A pesar de que la orquesta estaba dirigida por Arturo Toscanini (al que llamaban El Maestro, como si no hubiera otro igual), el público y la crítica recibieron la ópera con frialdad. Las razones para ello fueron que resultaba "demasiado popular, con melodías fáciles y excesivamente almibarada". En 1898, fecha de su estreno en el Liceo de Barcelona, el crítico de La Vanguardia advertía a los lectores: “No esperen gran cosa de la partitura del joven compositor italiano”. Unos meses más tarde, ese mismo periódico recibió una airada carta en la que un lector se quejaba de que La bohème hubiera sido seleccionada como una de las mejores óperas del año. Según él la obra de Puccini era “ligera, servida como diversión extraordinariamente tenoril” y con una partitura que podía ser definida como “una deliciosa mentira musical oída siempre con gusto y con comodidad”.
Lo que dijo tiempo después. A pesar de esa mala acogida, La bohème se convirtió rápidamente en una de las piezas claves del repertorio operístico, gracias a que compañías de todo el mundo comenzaron a interpretarla. El éxito fue tal que la casa de partituras Sonzogno encargó a Ruggero Leoncavallo otra ópera llamada Bohemia para intentar sacar tajada del negocio de las partituras como había hecho Ricordi vendiendo las de Puccini. Hacia 1900, apenas cuatro años después de su estreno, la crítica había cambiado de parecer y, en 1905, la temporada operística del Covent Garden londinense programó seis representaciones de La bohème, que fue solo superada por El trovador, de Verdi, y Madame Butterfly, de Puccini, representadas siete y once veces, respectivamente.
– Ludwig van Beethoven, 'Quinta sinfonía' (1808)
Lo que dijo la crítica en su momento. El estreno de la Quinta sinfonía de Beethoven se produjo el 22 de diciembre de 1808 en Viena. La orquesta estaba dirigida por el propio compositor, pero la falta de ensayos hizo que la interpretación fuera un desastre, hasta el punto de tener que parar la representación y volver a comenzar algunas de las obras. Tampoco ayudó que ese día todo el programa estuviera compuesto por piezas de Beethoven y que el espectáculo durase más de cuatro horas. Todo ello hizo que incluso los más partidarios del músico alemán no supieran apreciar la Quinta.
Lo que se dijo tiempo después. Apenas unos meses después de su estreno, la Quinta sinfonía se volvió a programar. Entre el público se encontraba el escritor E.T.A. Hoffmann, que quedó admirado por la sensibilidad de Beethoven y su ambiciosa forma de componer música. Tras la escucha, Hoffmann, que también era compositor y crítico musical, escribiría: "La Quinta sinfonía es una de las obras más importantes del maestro, al que nadie puede negar hoy en día la primera posición en la clasificación de compositores de música instrumental”.
– George Orwell, 'Rebelión en la granja' (1945)
Lo que dijo la crítica en su momento. La novela de George Orwell fue rechazada por varios editores, algunos de los cuales no consideraban oportuno publicar una historia crítica con el estalinismo cuando la URSS todavía era un aliado de Gran Bretaña y Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Otros, que no se percataron del trasfondo político de la historia, la rechazaron argumentando: “Es imposible vender historias de animales en Estados Unidos”. En todo caso, la negativa más llamativa de todas le llegó a Orwell de la mano del poeta T.S. Eliot, que calificó la novela de trotskista, al tiempo que aconsejaba no publicarla porque, en su opinión, "no era la mejor forma de criticar la situación política que atravesaba el mundo".
Lo que dijo tiempo después. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Rebelión en la granja por fin vio la luz. La desaparición de Hitler como enemigo común hizo que afloraran los antiguos enfrentamientos entre Estados Unidos y la URSS y al bloque occidental ya no le venía tan mal una crítica inteligente, pero hasta cierto punto velada, del soviético. De esta forma, Rebelión en la granja se convirtió en uno de los libros más populares de Orwell, junto con 1984, y dio lugar a diferentes adaptaciones, tanto radiofónicas –entre las que destaca la realizada por la BBC en 1947– como cinematográficas, teatrales e incluso musicales. Pink Floyd, por ejemplo, se inspiró en el libro para componer Animals, disco de 1977 en el que destacan canciones como Pig, Sheep o Dog, que hacen referencia a algunos de los personajes de la novela.
– Stephen King, 'Carrie' (1974)
Lo que dijo la crítica en su momento. Si bien a día de hoy nadie discute el talento y la calidad de Stephen King como narrador, lo cierto es que al escritor estadounidense no le resultó nada sencillo publicar su primera novela. Fueron varios, se dice que más de treinta, los editores que la rechazaron porque no encajaba dentro de los cánones del terror de la época. Sin embargo, cuando por fin vio la luz en la editorial New American Library llegó a vender 30.000 ejemplares en formato bolsillo el primer año. A pesar de este éxito, Carrie es, por su contenido, uno de los libros más censurados en institutos de secundaria de Estados Unidos.
Lo que se dijo tiempo después. Carrie es un clásico del terror tanto en su versión literaria como en la adaptación cinematográfica que realizó Brian de Palma en 1976 con Sissy Spacek en el papel de Carrie White. El libro de King inauguró una nueva forma de abordar el terror al ambientar las historias no en parajes inhóspitos o casas encantadas sino en escenarios urbanos tan cotidianos como un instituto de secundaria. Además, los protagonistas ya no eran monstruos, científicos locos o zombis, sino adolescentes con problemas de adaptación y en pleno despertar sexual, que provocan mucho más miedo.
– Nick Drake, ‘Pink moon’ (1972)
Lo que dijo la crítica en su momento. “La verdad es que, después de recibir como dos docenas de mensajes de Capitol Records ensalzando a Nick Drake, esperaba mucho más que este insípido montón de basura”, decía el crítico estadounidense David F. Wagner sobre Pink moon, el tercer disco del cantautor británico, contra el que también se explayaba: “Parece un aficionado a medio camino entre Cat Stevens y Donovan (…). No sabe cantar y las letras son una estupidez”. Si bien es cierto que no toda la crítica fue tan cruel, tanto Pink moon como los dos trabajos anteriores de Drake no fueron bien recibidos ni por los expertos ni por el público. Una situación que le provocó al artista una profunda depresión que acabaría causándole la muerte por ingesta excesiva de antidepresivos sin que, a día de hoy, esté claro si fue un hecho accidental o intencionado. Tenía 26 años.
Lo que se dijo tiempo después. Nick Drake es uno de los cantautores pop más importantes de la segunda mitad del siglo XX y Pink moon, su mejor disco. Este sobrio LP ha marcado a las siguientes generaciones de músicos, de aficionados y, aunque ha sido necesario que pasen varias décadas desde su publicación, también ha sido valorado muy positivamente por revistas especializadas como Mojo o Q. De hecho, Pink moon fue elegido por la edición inglesa de Rolling Stone como uno de los 500 mejores discos de la historia, como uno de los 200 mejores por Uncut y como uno de los 100 mejores por Melody Maker.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Más información
Archivado En
- Camaron de la Isla
- Sex Pistols
- Marcel Proust
- James Joyce
- Vincent van Gogh
- Orson Welles
- Iván Zulueta
- Centro Pompidou
- Ludwig van Beethoven
- Stephen King
- Crítica arte
- Crítica cine
- Crítica discos
- Crítica musical
- Discos música
- Grupos música
- Industria discográfica
- Museos
- Crítica
- Películas
- Instituciones culturales
- Música
- Cine
- Cultura
- Arte