_
_
_
_
la imagen
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Constantes vitales

Jaime Villanueva
Juan José Millás

A VECES ME pregunto cuántos difuntos hay en Madrid, no en el cementerio, claro, sino en sus propias casas. Quien dice Madrid dice Barcelona, Valencia, Bilbao, etcétera. Es mucha la gente que fallece en su domicilio sin que nadie lo advierta hasta pasados unos meses, incluso unos años. Guardo en la memoria el caso de una señora que se murió en el sofá del salón, viendo un programa de Tele 5 sin posibilidad alguna, lógicamente, de cambiar de canal. Así permaneció la pobre todo ese tiempo. Piensa uno que no es lo mismo, aunque estés difunto, tragarse la programación de un canal de pago, con su cine de calidad y tal, que la de uno generalista, con Belén Esteban a todo trapo. A lo mejor, el purgatorio consiste en pasar una temporada viendo Sálvame o Supervivientes por cruel que nos parezca. Pero mucho mal tendría que haber hecho en vida esa mujer para merecerse tal castigo. Quizá, en fin, no fuera más que un accidente.

El caso es que desde entonces no ha dejado de multiplicarse este tipo de sucesos. El último ocurrió en una vivienda del bloque de pisos de la foto, situado en el distrito de Ciudad Lineal, de Madrid. La muerta tardó en ser descubierta 15 años. Un récord. Gracias a la humedad del cuarto de baño, donde se halló su cuerpo, y a un ligero flujo de aire, procedente de una ventana entreabierta, su cuerpo se había momificado. Durante todo ese tiempo siguió cobrando la pensión de jubilación y pagando los recibos de la luz, agua, etcétera. En otras palabras, sus constantes vitales, desde la lógica capitalista, funcionaban. De ahí que no se le emitiera el certificado de defunción.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_