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Estar sin Estar
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Anarcoanalfabetas

Quienes gritan ante una librería son quienes menos podrían abogar por el recuerdo de 43 estudiantes normalistas que demostraban en su diaria lucha académica su pasión por los libros

Jorge F. Hernández

Dicen que unos encapuchados infiltrados (que es como decir: unos anónimos drogados) mancillaron la justa causa de la marcha anual por la justicia para los 43 de Iguala con unos gritos insólitos donde afirmaban que la lectura es para burgueses. ¡Insólito e increíble! Quienes venimos de un mundo donde el Enmascarado de Plata salvaba a la humanidad entera de todo ataque zombi o de las mismísimas Momias de Guanajuato, ahora el México enrevesado se mancha con enmascaradas o encapuchados de pacotilla que echan a perder la viabilidad o valía de las consignas o justos reclamos de toda manifestación. Ruego a los lectores me ayuden a leer en voz alta estos párrafos para que los aludidos se enteren de que gritar que la lectura es para burgueses quizá suene a rollito libertario, palomazo de gran ocurrencia o lema pegajoso, pero significa no más que el más vergonzoso de los autogoles: denota su estulticia inviolable, su demencia irremediable, su cerrazón rumiante y su patética autodenostación.

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Quienes gritan ante una librería —a punto de vandalizar sus cristales— están a una pedrada de quemar libros –como sucedió en el supuesto pretérito superado—y confirman su animalidad con el grito en cuestión. Peor aún, nada más ajenos y lejanos a la sombra de Bakunin los que intentan ahora justificarse autodenominándose como anarquistas. Si acaso son Anarcoanalfabetas y fardan su ignorancia como justificante de su anonimato, como brújula de su íntima desorientación y como mote de su militancia indefinida: en realidad, son quienes menos podrían abogar por el recuerdo y la honra de 43 estudiantes normalistas que demostraban en su diaria lucha académica su pasión por los libros, su filiación por los párrafos más allá de la propaganda y su afán por convertirse en Maestros de pupitre y pizarra para precisamente volver a sembrar el paisaje de Guerrero o de todo México con libros.

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Quienes vociferan que leer es de burgueses se enfangan en el nefando pantano camboyano, como si Paseo de la Reforma fuera el Sendero Luminoso de una inmensa mentira donde los neo-Pol-Potitos proclaman que toda persona con lentes es enemiga del proletariado ciego, toda dioptría armamento contra la ignorancia que permite la esclavitud y todo libro, un artefacto peligroso que atenta directamente contra su ignorante condición de despistados. Alguien traduzca en palabras sencillas –para que los Anarcoanalfabetas entiendan—la siguiente verdad sencilla e inapelable: lo único que nos salva como personas, país y planeta está en los libros, en la lectura de libros y ese milagro no distingue entre clases.

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