‘Grit’ o la ciencia de la superación personal en nuestras vidas
Los grandes triunfadores tienen una determinación feroz que actúa de dos maneras
El éxito no proviene del talento, sino de un conjunto de habilidades que hace que determinadas personas no cejen en su objetivo
¿Qué tienen en común las personas que triunfan? Es una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez. Angela Duckworth, profesora de la Universidad de Pennsylvania, también se la formuló. La investigadora estadounidense además intentó responderla. Para eso analizó las características de los triunfadores. Tomó patrones en diversos colectivos: deportistas de élite, empresarios exitosos o estudiantes. Llegó a la conclusión de que, de partida, el éxito no provenía del talento, ni de la educación, ni de la inteligencia, sino de un conjunto de habilidades que hace que determinadas personas no cejen en su objetivo, como les sucede a los cadetes de West Point, la academia militar más antigua de Estados Unidos.
Duckworth estudió a los cadetes que consiguieron terminar sus estudios militares. El proceso de selección para entrar en la institución es rigurosísimo. Cada año se presentan más de 14.000 candidatos para un total de 1.200 plazas. Los elegidos tienen notas extraordinarias y unas actitudes físicas inigualables. Sin embargo, uno de cada cinco cadetes abandona la formación. Este dato evidencia un error en la selección inicial. La mayor parte de las bajas se producen después de las primeras siete semanas de entrenamiento del primer año, llamadas bestiales por su dureza. Muchos psicólogos han intentado explicar qué características compartían ese 20% de alumnos que abandona West Point, con la intención de reducir el porcentaje. No dieron con la clave hasta que Duckworth ofreció una respuesta.
Los grandes triunfadores tienen una determinación feroz que actúa de dos maneras. Por un lado, muestran una fortaleza y una tenacidad extraordinarias. Por otro, saben, a un nivel muy profundo, lo que quieren en la vida. En palabras de Duckworth, “no solo tenían determinación, sino que además sabían adónde querían llegar. Esta combinación de pasión y perseverancia era lo que distinguía a los grandes triunfadores. Poseían grit”.
Grit es un concepto que Duckworth puso de moda a partir de 2016 gracias a su magnífico libro El poder de la pasión y la perseverancia. En español, el concepto equivaldría a la determinación, el espíritu de sacrificio, a ponerse el mundo por montera. O a una mezcla de todo ello. Como reconoce la propia autora, es algo más que todos los adjetivos anteriores, incluso existe la posibilidad de medir nuestro grit. Duckworth ha desarrollado una escala testada en diversos países y que en la actualidad se emplea en centros formativos en Estados Unidos. La escala se apoya en 10 afirmaciones que miden la pasión y la perseverancia (la encuesta en inglés se puede rellenar en este enlace y se encuentra traducida en su libro).
Nuestro grit no guarda ninguna relación con los genes. Por ejemplo, una investigación realizada en el Reino Unido en pares de gemelos adolescentes determinó que la pasión correspondía a factores genéticos en un 20% y la perseverancia, en un 37%. Este hallazgo significa que la mayor parte de nuestra capacidad grit se debe a experiencias personales, a cómo las hemos vivido o a cómo las expresamos. En definitiva, el grit se puede desarrollar si entrenamos la pasión y la perseverancia.
La pasión no es entusiasmo, que es habitual, sino la obsesión que nos acompaña hasta que alcanzamos un objetivo. En la medida que nos concentremos en nuestros proyectos sin distraernos con nuevas ideas, estaremos entrenando nuestro grit. Mientras que la pasión nos enfoca hacia la meta, la perseverancia y la constancia nos permite acabar aquello que comenzamos a pesar de las dificultades. Si somos capaces de no rendirnos ante los reveses o de despertar nuestra determinación, según la ciencia de la superación personal, tendremos más posibilidades para triunfar en aquello que nos propongamos.
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