Invertir en la salud de los africanos
Las brechas en la financiación de la sanidad en África solo se cerrarán cuando el continente sea visto como un destino de inversión, no como un receptor de ayuda externa
El sector de la salud en África representa una oportunidad de inversión masiva cuyo valor se estima en 66.000 millones de dólares anuales según la Comisión Económica para África de las Naciones Unidas. Sin embargo, los líderes y donantes africanos continúan discutiendo los sistemas de atención sanitaria en el continente en términos de brechas de financiación, que solo se cerrarán cuando África sea vista como un destino de inversión, no como un receptor de ayuda externa.
Un sistema de atención sanitaria sólido es un requisito previo para el desarrollo económico. No obstante, la ayuda al desarrollo para África que está destinada al ámbito de la salud no es lo suficientemente predecible como para sostener los tipos de inversiones a largo plazo que se necesitan.
La importación de productos farmacéuticos, por ejemplo, cuesta al continente unos 14.000 millones anuales. Crear las condiciones para la fabricación farmacéutica local no solo reduciría esa factura, sino que también daría lugar a la creación de 16 millones de empleos. (Esta es otra razón más para apoyar al Área Continental Africana de Libre Comercio (AfCFTA). Sin embargo, la ayuda se compromete a menudo según cronogramas de tres años, sin garantía de que realmente se llegue a entregar cuando se la necesite para financiar los programas planificados.
Por supuesto, los recursos públicos nacionales podrían utilizarse para este propósito. Pero el bajo crecimiento económico y los altos costes de los intereses de la deuda han dejado a muchos gobiernos africanos con una holgura fiscal limitada. No obstante, si estos gobiernos se centran más en mejorar la recaudación de impuestos, los africanos incrementarían sus oportunidades para aumentar sus ingresos nacionales. Además, los presupuestos, con frecuencia, están sujetos a cambios en el liderazgo político y en las prioridades, lo que puede impedir que las inversiones sean consistentes y a largo plazo.
Un sistema de atención sanitaria sólido es un requisito previo para el desarrollo económico
El resultado es que el gasto en salud en África es deplorablemente inadecuado. En el año 2015, el continente dio cuenta de tan solo el 2% de los 9,7 billones de dólares del gasto sanitario mundial, a pesar de que tiene el 16% de la población mundial y el 26% de la carga de enfermedades en el mundo.
Aumentar el gasto en atención a la salud en África no pasa por incrementar la ayuda; claramente se puede ver que los límites de la generosidad externa ya se alcanzaron. Más bien, se trata de lograr que los actores privados —especialmente los actores africanos— aprovechen las oportunidades de negocio relevantes que se presentan.
El potencial de esas oportunidades no debe ser subestimado. El rápido crecimiento de la población, junto con una mayor esperanza de vida, significa que las necesidades de atención de salud de los países se dispararán en los próximos años. Hasta el 2030, se espera que el 14% de las oportunidades de negocio en el ámbito de la salud se encuentren en África, y los mercados de salud y bienestar del continente lleguen a tener un valor de 259.000 millones de dólares.
La responsabilidad de la diáspora
Satisfacer las necesidades de atención de salud de una población africana en crecimiento —y, consecuentemente, garantizar que el continente tenga una fuerza laboral saludable para impulsar la transformación económica— requerirá fondos más predecibles y sostenibles, guiados por estrategias confiables a largo plazo. En este punto, la diáspora africana debería tomar la iniciativa.
Tal y como están actualmente las cosas, es más probable que el gasto en atención de la salud financiado por dinero proveniente de la diáspora africana se utilice para pagar las facturas médicas de un familiar enfermo (o, más ampliamente, en consumo) que para ser invertido en el fortalecimiento del sistema. Dicha inversión requeriría aunar y canalizar recursos (a través de intermediarios de confianza) hacia proyectos que puedan satisfacer las necesidades de comunidades enteras en un momento dado. Y esto presupone un desplazamiento desde la aplicación actual de un enfoque de soluciones de arriba abajo hacia la aplicación de un enfoque que busque el desarrollo de sistemas con resiliencia que se inicien abajo, es decir, a nivel comunitario.
Por ejemplo, para el año 2020 se necesitarán dos millones de trabajadores de salud comunitarios para garantizar que todos los africanos tengan acceso a una atención de calidad. Esta no es una solución nueva; los trabajadores de salud comunitarios fueron clave en la atención médica que recibieron mis propios padres en Costa de Marfil en la década de 1950. Sin embargo, se necesita una financiación previsible para construir un sistema que pueda satisfacer las necesidades de atención de la salud de hoy en día, a la vez que se creen dos millones de empleos. Otras inversiones con destinos específicos incluyen la gestión de enfermedades, un mercado que se estima en 14.000 millones de dólares y el monitoreo remoto de pacientes, que se estima en 15.000 millones de dólares.
En 2020 se necesitarán dos millones de trabajadores de salud comunitarios para garantizar que todos los africanos tengan acceso a una atención de calidad
Cuanto más estable sea el entorno de inversión, los actores del sector privado estarán más dispuestos a financiar los tipos de intervenciones a gran escala que son necesarias para desbloquear el potencial productivo de África. El establecimiento de zonas económicas especiales, que ha tenido éxito en países como Etiopía, impulsará aún más la previsibilidad y la confianza, estimulando más y más el progreso.
Tras la 72.ª Asamblea Mundial de la Salud de la Organización Mundial de la Salud, que se celebró en Ginebra el pasado mayo, vale la pena destacar los límites del desarrollo impulsado por donantes en África. Para sentar las bases de la transformación económica, incluso mediante la implementación de AfCFTA, los africanos que viven en el continente y aquellos que viven en el extranjero deben salir a la palestra.
El economista John Maynard Keynes nos recordó que a largo plazo todos estaremos muertos. Sin embargo, la inversión en salud a largo plazo es para los vivos. Significa que aquellos cuyas vidas recién están comenzando podrán construir un futuro más próspero y podrán garantizar que las generaciones futuras también disfruten de una existencia más larga, saludable y productiva.
Carl Manlan es director de Operaciones de la Fundación Ecobank. Traducción del inglés: Rocío L. Barrientos. Copyright: Project Syndicate, 2019.
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