Todos los damnificados de un embarazo no deseado
El sexo fuera del matrimonio en Marruecos está penado con hasta un año de cárcel. La película 'Sofía', proyectada en el Festival Internacional de Cine Africano Tarifa-Tánger, denuncia las múltiples consecuencias de esta ley
El artículo 490 del Código Penal de Marruecos dice que las relaciones sexuales fuera del matrimonio están prohibidas por ley y castigadas con entre un mes y un año de cárcel. Este es el mensaje que sobre fondo negro abre la película Sofía, el primer largometraje de la directora marroquí Meryem Benm'Barek. La cinta, cuyo guion fue premiado en el último Festival Internacional de Cannes, se proyecta esta semana en el Festival Internacional de Cine Africano Tarifa-Tánger (FCAT) para "revelar el funcionamiento de una sociedad en todos sus aspectos", según contó la directora en Cannes, y denunciar las terribles consecuencias sociales y jurídicas que conlleva esta ley para la madre soltera pero también para todo su entorno.
Sofía es una chica de 20 años que vive en Casablanca con sus padres, de clase humilde y educación tradicional. Un día, durante una reunión familiar, rompe aguas. Nadie sabe de su estado porque, según se sabe después, ha vivido una negación de embarazo, que es un trastorno de origen psicológico que hace que la mujer no sea consciente de su gestación, incluso hasta el momento del parto. Ni siquiera ha engordado Sofía. La única que lo percibe es su prima Lena, de clase alta, con estudios en Medicina y progenitores adinerados. Las dos jóvenes se dan cuenta de la gravedad del asunto, pues Sofía es soltera; es más: no se le conoce pareja. ¿Qué pueden hacer ellas dos ante una situación así para evitar que Sofía pise la cárcel? Solo tienen 24 horas para encontrar al padre y regularizar su situación, o el hospital avisará a las autoridades.
"Esta ley es así porque la mayoría de los marroquíes son musulmanes y, como el islam prohíbe tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, se entiende que esta ley debe existir", explica la actriz que encarna a Sofía, Maha Alemi (Casablanca, 1996). "Con esta ley quieren proteger a las chicas y evitar que nazcan niños fuera del matrimonio", dice, aunque reconoce que constantemente se siguen produciendo relaciones sexuales.
La película explora la angustia de una familia ante las nuevas circunstancias de una Sofía con un bebé a cuestas en un país donde tener un hijo fuera del matrimonio es ilegal y también es un deshonor, una humillación para la familia entera. También la insuficiente educación sexual, el estigma que sufren las madres solteras, unas 300.000 en todo el país, o la extorsión a la burocracia, la diferencia de clases con los abismos entre unas y otras...
Tampoco se deja de lado la incomunicación que existe entre padres de una generación e hijos que ya no comulgan con las ideas de sus mayores, pero no se atreven a hablar con ellos. "Lo último que quiere Sofía es que sus padres se enteren", comenta Alemi. "El objetivo de Sofia en la vida es casarse y tener hijos", afirma la actriz, pero le pasa algo que no se revela hasta la última parte de la película que le impide contárselo a sus padres. Ella piensa por el bien de todos."Esta situación refleja que las chicas de Marruecos no pueden decir la verdad ni lo que les pasa".
Así, la historia de Sofía también pone de relieve el instinto de supervivencia de su protagonista, su evolución a los ojos del espectador. Ella es ante todo, una víctima; lo es por circunstancias que se desvelan a lo largo de la película, pero también se coloca en una posición que le permite tomar decisiones de cara a su futuro. Y lo que elige es adjudicar su bebé a Omar (el actor Hamza Khafif), que niega la paternidad. Él es un chico de clase aún más humilde que ella que finalmente acepta la responsabilidad que le impone Sofía y se resigna a casarse con ella en una boda rápida pensada para minimizar daños, para guardar las apariencias en un entorno religioso, tradicional y muy crítico. Omar, responsable o no, no tiene absolutamente ninguna posibilidad de escapar de ese matrimonio y de esa presunta paternidad.
La situación que denuncia Benm'Barek con su trabajo es el día a día en Marruecos, según confirma Alemi. Existen movimientos feministas que en los últimos tiempos han sacudido el país. Destaca el Movimiento Alternativo por las Libertades Individuales (MALI), una iniciativa de desobediencia civil feminista y laica que lucha contra todas las formas de discriminación y a favor de la igualdad de derechos. Entre sus prioridades, que son varias, se cuentan la libertad sexual y los derechos sexuales y reproductivos.
Otra de las consecuencias de esta normativa es que cuesta la vida a muchas mujeres que deciden realizarse un aborto a escondidas
Otra de las consecuencias de esta normativa es que cuesta la vida a muchas mujeres que deciden realizarse un aborto a escondidas porque solo está permitido en caso de que la vida de la madre corra peligro. En los últimos años esta norma se ha cuestionado mucho; sobre todo desde que en 2015 el ginecólogo y activista contra el aborto clandestino Chafik Chraïbi fuera destituido como jefe del área de maternidad del hospital en el que trabajaba, en Rabat. Este despido abrió un debate por el que se interesó incluso el rey Mohamed VI, pero lo cierto es que la ley no se ha modificado.
Tampoco se ha evitado el abandono de bebés, fruto de la decisión de madres sin alternativas ni recursos (las más adineradas se pueden pagar un aborto en el extranjero) y que se refleja en el filme cuando Sofía está a punto de dejar a su recién nacida en una caja de cartón. Alrededor de 50.000 bebes nacen anualmente fruto de relaciones extramatrimoniales, y unos 24 son abandonados a diario, según los datos recabados por INSAF, una asociación marroquí que trabaja por los derechos de los niños y las mujeres.
En 2019, el movimiento del 20 de febrero de 2011, que fue la Primavera Árabe marroquí, parece dormido. Las reivindicaciones de apertura y reformas en la ley de los miles de jóvenes que se manifestaron en las mayores ciudades del país han caído en saco roto, y sus líderes están en prisión o esperando a ser juzgados. "No hay activista que no haya sufrido represión en Marruecos", decía a este periódico hace unos meses la activista marroquí Khadija Ainani, vicepresidenta de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos.
En un panorama así, la película de Benm'Barek es toda una bofetada de realidad en el pómulo menos amable del país alauí. "Ha tenido una buena acogida y la ha visto bastante público. Trata de una realidad que existe y había que hablar de ella", expresa Maha Alemi.
Toda la programación del FCAT se puede consultar aquí.
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