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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

Desconecta en la granja y de paso ayuda al granjero

La web francesa 'Oh la vache' propone turismo rural y trabajo voluntario en el campo

(c) Oh la vache
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Las zonas rurales de Francia (y de muchos otros países) se van despoblando a una velocidad alarmante. ‘El campo no da para vivir’ se acepta como un hecho consumado y los jóvenes, a la que pueden, se van a la ciudad a buscarse la vida. Y sin embargo los ciudadanos siguen necesitando del campo (y de sus recursos) y los granjeros y agricultores necesitan, por su parte, que los ciudadanos consuman sus productos. ¿Qué mejor que acercarlos aún más físicamente y buscar establecer relaciones win-win?

Es la propuesta de Oh la vache, una web que desde el año pasado ofrece estancias cortas en una granja por toda Francia para no sólo airearse un rato y romper con la rutina sino también para ponerse manos a la obra y ayudar al granjero o agricultor de turno a sacar adelante su negocio. El nombre de Oh la vache es un juego de palabras en francés porque significa algo parecido a ‘vaya’, pero incluye la palabra ‘vaca’ (vache).

Los anfitriones no reciben clientes a menudo porque no se trata de reconvertir las granjas en hoteles rurales

Los turistas ocasionales que aterrizan en una granja deberán, durante el fin de semana de desconexión, realizar tareas diversas como recoger los huevos recién puestos o dar de comer a los animales. La experiencia de ‘Oh la vache’ está en general abierta a toda la familia. En algunos casos se especifica que no hay edad mínima para inscribirse. En otros se aceptan niños pero han de ser mayores de 8 años.

El hecho de trabajar en el campo sirve también para hacer pedagogía. Cuando uno ha comprobado cuánto trabajo lleva cultivar una col, por poner un ejemplo, va a concluir él solito y sin mucho esfuerzo que el precio en el supermercado no es ni de lejos desorbitado.

Normalmente las inmersiones rurales son de corta estancia, de incluso un solo día o como mucho de un fin de semana. Los anfitriones no van a recibir sus clientes muy a menudo porque no se trata de reconvertir las granjas en hoteles rurales, sino de ayudar a los granjeros y agricultores a llegar a fin de mes con un pequeño sobresueldo. De hecho, ellos se quedan con la parte del león del precio: entre el 60 y el 70% del coste total de la estancia, que oscila entre 160 y 320 euros. En este primer año de funcionamiento la web ha conseguido generar ingresos extra para sus granjeros por valor de 35.000 euros.

No sólo el precio de la estancia varía sino también la actividad. Cuando uno se inscribe en su web se puede escoger la granja en función de lo que se quiera hacer. Por ejemplo, se puede optar por una estancia en una granja que cultive verduras y frutas, o en otra donde se elabore cognac o cerveza; en algún lugar que produzca quesos o simplemente en una granja convencional de animales. Y luego hay las experiencias ‘insólitas’ según se lee en su página web. Allí se propone por ejemplo una estancia en un castillo del S.XIII para ocuparse de vacas, caballos, cerdos, asnos y cabras; o dormir el fin de semana en una cabaña instalada en un árbol y ayudar durante el día a la confección de quesos.

Oh la vache es la start-up de una joven francesa, Clara Béniac, quien en su día vivió su propia experiencia rural durante 3 semanas en Alemania gracias a Wwoof. Wwoof es una red internacional que propone estancias sólo en granjas orgánicas en cualquier lugar del mundo (incluida España) para compartir y aprender el oficio del campo a través de prácticas exclusivamente ecológicas. De hecho el nombre de la red son siglas en inglés: ‘World Wide Opportunities on Organic Farms’ y se traducen por ‘Oportunidades a escala mundial en granjas orgánicas’.

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