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Columna
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Don Tancredo y Marchena

Cuando Rajoy y Sáenz de Santamaría declaren como testigos en el juicio del 'procés', ¿pensarán en la campaña inmisericorde que el PP le ha hecho al Gobierno actual?

Pepa Bueno
Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Felipe VI junto a Soraya Sáenz de Santamaría y Ada Colau, en el Mobile World Congress de 2017.
Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Felipe VI junto a Soraya Sáenz de Santamaría y Ada Colau, en el Mobile World Congress de 2017. ALBERT GARCIA

Durante mucho tiempo, el PP y el Gobierno de Rajoy creyeron que aquello que se veía en las calles de Barcelona cada 11 de septiembre —cada Diada desde 2011— se podía arreglar con dinero. Te lo decían ministros y dirigentes populares, convencidos de que los líderes catalanes solo pretendían presionar y negociar un nuevo pacto fiscal. Para cuando quisieron darse cuenta de que el oportunismo de Artur Mas y las maniobras de Esquerra no tenían vuelta atrás, ya estábamos metidos en la consulta del 9 de noviembre de 2014. Visto que el Ministerio de Economía no embridaba el problema, se lo remitieron a la justicia. Y Rajoy siguió con lo que, tanto su derecha más extrema como el nacionalismo catalán, bautizaron como tancredismo, aquel no hacer nada confiando en que el tiempo arreglara las cosas.

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Pero como el tiempo no arreglaba nada, sino que lo empeoraba —al oportunismo de Mas le sucedió la irresponsabilidad de Puigdemont—, Bruselas empezó a no dar crédito a un conflicto como el que se veía crecer en Cataluña. Y el Gobierno organizó la Operación Diálogo, que dejó para la posteridad aquella foto de la inauguración del Mobile World Congress de 2017 —hace solo dos años— con Oriol Junqueras posando su mano sobre los hombros de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, mientras contemplaban, junto al Rey y Puigdemont, alguna novedad tecnológica de esas que emboban a los adultos. Siete meses después de la foto, al Gobierno le estallaban los hechos del otoño separatista catalán, con leyes de ruptura, referéndum ilegal y declaración de independencia en el mismo pack. Sus presuntos responsables se juzgan ahora.

A pesar del desastre evidente de aquella gestión política —incluido el 1 de octubre—, el Gobierno tuvo a su lado a la mayoría del Congreso de los Diputados para enfrentar aquel momento tan delicado en España. Se dejaba que las urnas saldaran, cuando llegara su hora, el error político, el fracaso histórico. No hubo ni descalificaciones personales ni sospechas conspiranoicas. Unidad en la tormenta.

Hoy, cuando Rajoy y Sáenz de Santamaría emprendan el camino hacia el Tribunal Supremo para declarar como testigos, ¿pensarán en la campaña inmisericorde que el PP le ha hecho al Gobierno actual y a cualquier intento, presente o pasado, de explorar caminos diferentes al tancredismo o los tribunales?

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