El ponderado y la sorpresa
Cuando Turrull definió a la sociedad catalana como no violenta me vino en mente la violencia, política y patronal, que ha sufrido esta sociedad a lo largo de decenios
La primera bandera estelada que vi en mi vida fue en el campo del Español exhibida por gente de Esquerra Republicana. La mayoría de espectadores debieron creer era el escudo del equipo rival porque el independentismo era artículo de fe seguido por pocos feligreses. El oyente recordó ese dato cuando en la barra del bar escuchó comentar a un ciudadano que seguía en TV3 el juicio al procés que Turull no podía ser independentista siendo del Español. Resultó divertido y curioso que un par de horas más tarde Turull explicase ante el tribunal el dato del cartel del periquito saliendo de una jaula. Ignoro si Turull es periquito. Yo lo soy asumiendo que algunos independentistas me consideren poco menos que fascista.
El ponderado Turull estuvo en su papel, desmemoriado en algunos temas y puntilloso recordando otros. La sorpresa fue Romeva. Un amigo me dijo que se lo saltaba por tener poca entidad. Vaya con el amigo. Romeva me recordó en algunos momentos unas inolvidables conferencias de la BBC en las que el invitado se extendía sobre un tema y el oyente le seguía, estando de acuerdo o no: “No es admisible ser tan bueno y tan malos los demás”, me dice el abogado Mateo Seguí. Que nadie ni nada es perfecto lo prueba la Constitución invocada por ambos procesados: en una pared del centro de día Heura, asociación para gente sin techo y sin rabajo alguien escribió que la Constitución garantiza trabajo y vivienda digna. Y cuando Turull y Romeva citaron la Justicia y el Derecho recordé las palabras del abogado Roquetas diciendo que creía en el Derecho pero no en la Justicia. Y cuando Turrull definió a la sociedad catalana como no violenta me vino en mente la violencia, política y patronal, que ha sufrido esta sociedad a lo largo de decenios.
El tripartito de Montilla no guarda buen recuerdo de Turull. “No fue honesto con nosotros”, dice un peso pesado de aquel gobierno. Añade: “No siento ninguna simpatía por Turull porque fue de los más beligerantes en las filas de CIU mientras gobernamos antes de que la crisis se nos llevase por delante pero opino que no debería estar en la cárcel hasta que no haya sentencia firme; no mezclemos sentimientos con racionalidad”. No sé qué piensan los socialistas de Romeva, procedente de los restos del comunismo catalán que tanto hizo por la integración entre catalanes e inmigrantes. Nunca como ahora añoro a Paco Candel.
El balance de la jornada se lo sintetizó al oyente una persona admirada: “El problema es que nadie entiende lo que el otro dice y a casi nadie le preocupa lo que otro, los otros, tengan que decir”. De ahí arranca el lio.
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