Caen como moscas
EL FRÍO se puede fotografiar, pero no radiografiar. Este año hemos visto un catálogo impresionante de fríos, pues los hay de diferentes clases: secos, húmedos, inclementes, crueles, pasajeros, mortales… El de los campamentos de refugiados, por ejemplo, no es el mismo que el de ciudades como Chicago. Los campamentos de refugiados son no-lugares de los que paradójicamente el mundo está lleno. No vamos a decir que haya más no-lugares que lugares, pero podemos afirmar que el no-lugar avanza, se expande, crece en todas las direcciones físicas y morales que componen la realidad, el mundo, el entorno, el contexto, la situación, el ambiente. En ocasiones aparece un no-lugar a la vuelta de la esquina, donde hasta ayer mismo había un quiosco de periódicos. Las personas que viven en los no-lugares acaban siendo no-personas, o de ese modo las miramos. A la puerta de las tiendas de campaña de los no-lugares hay siempre un charco de aguanieve desde el que un niño, chupándose los dedos, mira a la cámara con asombro. De tanto ver estas imágenes del frío nuestro corazón se ha vuelto insensible, como si fuera ya un no-corazón.
El de la fotografía es un frío de un lugar llamado Nueva York. Lo que no sabemos es si el hombre que lo atraviesa y es atravesado por él es un no-hombre, o sea, un pobre. En los lugares-lugares hay grumos de no-lugares donde los indigentes caen como moscas cuando les alcanza el invierno. No sabemos si el de la maleta es un indigente con su casa a cuestas o un tipo que no encuentra taxi para ir al aeropuerto. Para averiguarlo necesitaríamos la radiografía.