_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El Brexit, pesadilla del ‘Catexit’

Los jueces harán su trabajo, pero esto no exime a la política de tener que hacer el suyo

Fernando Vallespín
Declaracion institucional del presidente catalna, Quim Torra.
Declaracion institucional del presidente catalna, Quim Torra.Albert Garcia (EL PAÍS)

Antes de que el juicio a los implicados en el procés se convierta en tema único, quizá convenga volver sobre la cuestión catalana desde perspectivas distintas de las habituales. Me refiero a algunas enseñanzas que nos está proporcionando el propio Brexit. Y no solo, como se viene diciendo una y otra vez, a las consecuencias derivadas de opciones binarias sometidas a referéndum. Que este tipo de decisiones son problemáticas es algo que era sabido. Sobre todo cuando el resultado es ajustado.

A donde me gustaría apuntar es a otra cosa que está saliendo a la luz con gran nitidez en estas últimas fases del divorcio británico de Europa; a saber, la gran dificultad para deshacer todo ese conjunto de interdependencias que vertebran a las sociedades complejas entre sí. Como ocurría con la teoría marxista, se sabe más o menos cómo provocar la revolución, pero ignoramos todo respecto al qué hacer una vez que esta se ha producido. A los británicos se les vendió una recuperación de su soberanía para a continuación chocarse de bruces con la realidad de las consecuencias derivadas de su decisión. Tan grande ha sido el choque, que una clase política habitualmente experimentada y capaz anda como pollo sin cabeza para ver cómo resuelve el embrollo.

En la cuestión catalana siempre se ha discutido únicamente la primera fase, cómo alcanzar la soberanía o, en la jerga del independentismo, la “desconexión” del Estado. Y aquí el término elegido no es neutral. La idea es sacar a la luz que ese “desacople” significa literalmente eso, que el territorio catalán deja de ser España, pero que la sociedad funciona más o menos como antes. Eso sí, con los beneficios derivados de un autogobierno pleno, como el cese de los gastos redistributivos a otras regiones. Como ocurrió con los brexiteers, los efectos menos gratos, o se ocultan o se asumen como el sacrificio de una sociedad en nombre de su destino histórico. Pero no se especifican. Algo que ha encendido a algunos británicos es que Europa también decide. Y que siempre lo hará en su propio interés, salvaguardando su propia cohesión interna y desincentivando movimientos similares. España, en el caso de que se llegara a esta segunda fase, haría lo propio. Y el resultado sería enormemente disruptivo. No solo porque las interdependencias dentro de los Estados son aún superiores a las existentes entre los países, sino por la emocionalidad desatada que dominaría las negociaciones. Al fin y al cabo, la UE ha actuado a través de un equipo de tecnócratas fríos y calculadores.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Por todo lo dicho, lo mejor es anticiparse a las peores consecuencias. Por eso deben ser bienvenidas propuestas como las del Cercle d'Economía catalán, que en la línea de los constitucionalistas y administrativistas dirigidos por Santiago Muñoz Machado, hacen propuestas específicas de reforma de la Constitución que, a mi juicio, contribuyen a sacarnos de la persistente inacción política en esta cuestión. Los jueces harán su trabajo, pero esto no exime a la política de tener que hacer el suyo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Fernando Vallespín
Es Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_