Michael Atiyah, un matemático genial y generoso
El profesor, fallecido a los 89 años, había recibido la Medalla Fields y el Premio Abel, los dos equivalentes al Nobel de los números
El 11 de enero falleció a los 89 años Sir Michael Atiyah, distinguido con la Medalla Fields en 1966 y con el Premio Abel en 2004. Haber recibido los dos galardones que compiten por ser el análogo matemático de los Nobel es buena muestra de la profunda influencia de su trabajo.
Michael Atiyah empezó trabajando en geometría algebraica, el estudio de objetos geométricos definidos por polinomios en varias variables. Después desarrolló, en colaboración con F. Hirzebruch y R. Bott, lo que ahora se conoce como K-teoría topológica, sentando sus bases y convirtiéndola en una potentísima herramienta científica.
De manera natural, Atiyah empezó a utilizar su extenso bagaje matemático para abordar problemas físicos. El jurado del premio Abel señaló que Atiyah y su colaborador durante muchos años, Isadore Singer, lo recibieron "por descubrir y demostrar el teorema del índice, que aúna topología, geometría y análisis, y por su excepcional papel en la construcción de nuevos puentes entre las matemáticas y la física teórica". Es una buena descripción de lo que marcó gran parte de la carrera de Michael Atiyah: el interés por las interacciones entre la física y la geometría. Pero no sólo utilizando la segunda para entender la primera, sino también aprovechando, por ejemplo, la teoría cuántica de campos (QFT) como una herramienta para entender la geometría e integrarla con los aspectos más puramente físicos de la QFT.
Atacar los problemas desde distintos ángulos, buscando siempre las técnicas más adecuadas, era su estilo característico, que le permitía profundizar en la comprensión de los fenómenos que estudiaba y, en particular, contribuir decisivamente al desarrollo de la QFT topológica y al estudio de las teorías gauge.
Atiyah había nacido en Londres en 1929, hijo de madre escocesa y padre libanés firme defensor de la causa palestina. Pasó su infancia y juventud en Sudán y Egipto, realizando luego sus estudios universitarios y el doctorado en el Trinity College de Cambridge. Quizás influido por sus experiencias tempranas, Atiyah no dudó en involucrarse en iniciativas de cooperación internacional, presidiendo, por ejemplo, entre 1997 y 2002 las Pugwash conferences on Science and World Affairs, iniciadas en 1957 por Joseph Rotblat y Bertrand Russell con el objetivo de contribuir a la paz mundial buscando vías para reducir el riesgo de conflictos armados. Este interés por la cooperación se extendía al mundo académico, y Atiyah contribuyó a la creación, entre otras, de la Asociación de Academias Europeas (ALLEA) y de la Sociedad Matemática Europea (EMS), de la que fue el primer socio.
Atiyah era también un profesor excepcional, lo que, unido a una actitud siempre positiva y a su interés por interactuar en especial con los jóvenes, ha hecho que inspirase a varias generaciones de investigadores y estudiantes en todo el mundo, y también en España. Su influencia en nuestro país se refleja en que presidiese el Comité Científico del 3er Congreso Europeo de Matemáticas, celebrado en Barcelona en el año 2000; la concesión de sendos Doctorados Honoris Causa por las universidades de Salamanca y Politécnica de Cataluña; la elección como miembro correspondiente extranjero de la Real Academia de Ciencia Exactas, Físicas y Naturales; o el nombramiento como socio de honor de la Real Sociedad Matemática Española y la participación en el acto con el que la RSME clausuró en el Senado las celebración de su centenario en 2011. Esto se une a los innumerables reconocimientos que recibió, entre ellos el título de Caballero (llevaba con orgullo el sir delante de su nombre) y la Orden de la Legión de Honor, 34 doctorados honoris causa y la pertenencia a las Academias de Ciencias de una veintena de países.
Como algebrista, oí hablar por primera vez de Atiyah a través de otra de sus numerosas colaboraciones: el libro Introducción al Álgebra Conmutativa que escribió con Ian Macdonald en 1969. El Atiyah-Macdonald, en la traducción que publicó la editorial Reverté, fue importante en la formación de muchos matemáticos españoles en una época en la que no era fácil acceder en nuestro país a literatura científica avanzada. Sir Michael Atiyah decía que el álgebra era un instrumento del diablo, una herramienta poderosa que Satanás ofrecía al matemático que estuviese dispuesto a vender su alma renunciando a la geometría. Que, a pesar de eso, escribiese un libro de álgebra, demuestra que Atiyah no tenía prejuicios cuando algo era útil para entender las matemáticas… o el mundo. Como dijo en una entrevista en este mismo diario: "Platón creía en el sabio que lideraba al pueblo. Nosotros debemos ser líderes de la civilización".
Adolfo Quirós Gracián, es profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y director de La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.