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Las afueras no son Mordor: cinco edificios del extrarradio que rescatan los arquitectos y por qué

Repasamos proyectos tan amados como odiados pero que, en los últimos 20 años, han hecho de la periferia madrileña un destino arquitectónico a reivindicar

Imagen de las colmenas, de José Banús, cárcel física y mental de Carmen Maura en '¿Qué he hecho yo para merecer esto?' (Pedro Almodóvar, 1984).
Imagen de las colmenas, de José Banús, cárcel física y mental de Carmen Maura en '¿Qué he hecho yo para merecer esto?' (Pedro Almodóvar, 1984).
Ianko López

El extrarradio madrileño tiene mala fama. Más que ninguna otra cosa, su mención nos evoca aquellas colmenas —los bloques de viviendas del barrio de La Concepción pergeñadas en los años cincuenta por el constructor afecto al régimen José Banús—, que operaban como cárcel física y mental para Carmen Maura en la obra maestra de neorrealismo pop que era ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), de Pedro Almodóvar. Sin embargo, cuando, tras un mínimo receso, la burbuja inmobiliaria del centro ha retomado con entusiasmo la escalada de tiempos anteriores, muchos están redescubriendo las afueras como una posibilidad habitacional.

Este fenómeno ofrece varias lecturas: una destacaría el efecto expulsión de quienes se consideran los habitantes naturales del cogollo central, mientras otra augura un futuro más brillante para esos suburbios hasta ahora ignorados por la modernidad, o considerados como mucho un origen contingente, jamás un destino deseable.

"Al contrario que otras ciudades europeas de su tamaño, Madrid está en exceso centralizada y carece de otros centros que sean atractivos", admite el arquitecto, comisario y gestor cultural Javier Peña. Pero quizá estemos asistiendo al principio del fin de esta situación. Y, entre tanto, de la mano de nuestro comité de expertos en arquitectura, nos fijamos en algunas joyas que llevan un tiempo esperándonos desde su modesta posición periférica.

La biblioteca del barrio chino de Madrid

Con más de 4.000 metros cuadrados de superficie repartidos en siete plantas, la Biblioteca José Hierro (2003), de Iñaki Ábalos y Juan Herreros ("Se ha abusado de edificios de postal"), se inauguró en un momento en el que todo proyecto parecía posible y ningún presupuesto descabellado. El Ayuntamiento aportaba el suelo y la Comunidad de Madrid los fondos económicos. Y lo cierto es que el resultado presenta una innegable elegancia, además de un carácter icónico favorecido por su altura.

Así, Clara Moneo y Valerio Canals, socios del estudio Canals Moneo, destacan esta "solución vertical a un programa típicamente horizontal" como es el de una biblioteca, que la dota de identidad y la convierte en "una pequeña torre que actúa como referente natural del barrio" de Usera, conocido ya como el epicentro chino de Madrid.

Y concluyen: "Haciendo de la necesidad virtud, y sin ningún afán de protagonismo, resuelve lo urbano y lo arquitectónico de una vez. Es un proyecto al que su deliberada parquedad le hace precisamente cobrar su justificado protagonismo y valor".

"El feo de Sanchinarro"

Santi Burgos

Desde su construcción se ha dicho que es uno de los edificios más feos de Madrid, y de hecho durante un tiempo fue presencia habitual en los rankings del espanto. Pero Mara Sánchez Llorens, arquitecta y comisaria, no es de la misma opinión: "Quizá la extrañeza de su lenguaje, ajeno al Madrid de aquel momento y de ahora, es lo que más impacta. También destaca por su escala muy superior a la de todo lo que pasa alrededor: emerge en Sanchinarro casi como un arco del triunfo contemporáneo. Pero es uno de los casos que más han transformado la imagen del extrarradio de Madrid".

Sánchez Llorens procede a ubicarnos en los objetivos que se perseguían con el Edificio Mirador (2005), del estudio MVRDV y Blanca Lleó: "Entonces se explicó como una manzana tradicional del ensanche madrileño que 'se ponía de pie' a favor del espacio libre que quedaba alrededor. Visitar el mirador hoy solo es posible para los propietarios, pero en origen iba a ser un espacio público al que se llegaba a través de unas escaleras mecánicas gigantes. A mí me gusta pensar que encuadra —como si se tratara de un visor monocular— el maravilloso y lejano paisaje serrano que le rodea y al que muchos urbanitas viajamos con la imaginación".

La casa- reloj solar rodeada de vivienda de nuevo rico

Miguel Guzmán

Casa Turégano es una vivienda unifamiliar a base de planos de hormigón y cristal, y que sin embargo por su sofisticación no podría estar más alejada del vulgar minimalismo para nuevos ricos. Manuel Blanco, director de la ETSAM (Escuela Técnica Superior de Arquitectura, de la Universidad Politécnica de Madrid), directamente considera que si hay un sitio donde se detiene el tiempo y se entra en otra dimensión es esta casa: "Alberto Campo Baeza, profesor de mi escuela, la construyó en 1988 para la familia del diseñador gráfico Roberto Turégano, ahora presidente de DIMAD (Asociación de Diseñadores de Madrid), y la gran actriz Alicia Sánchez".

Se trata de un cubo de 10x10x10 metros "con un rico y complejo sistema espacial en el que la luz marca el espacio y el ritmo pautado del tiempo. Un cubo terso —y tenso— que se vuelca sobre el jardín y que nos enseña a entender la arquitectura no solo como un cobijo, sino como una experiencia que enriquece nuestras vidas".

El segundo intento del Ensanche de Vallecas

El Eco-bulevar de Vallecas (2007) es un ambicioso proyecto que pretendía dar un nuevo giro a la fallida operación de ensanche del Plan de Actuación Urbanística de Vallecas, con una vertiente social y también ecológica, gracias al diseño de unos "árboles de aire" o pabellones bioclimáticos de Belinda Tato.

El arquitecto, comisario y profesor universitario Javier Peña lo valora así: "Es un conjunto que reivindica una monumentalidad en un espacio y en un entorno en el que eso no se espera. Además traslada al espacio público la sostenibilidad medioambiental y social, algo que ahora está presente en todos los debates y planteamientos urbanos, pero no tanto cuando se inauguró hace más de 10 años".

Por eso, "es interesante que en el concurso se entendiera el espacio público como un espacio de todos, y que tuviera como objetivo su funcionamiento como soporte para actividades y acontecimientos, un espacio donde el ciudadano pudiera actuar en libertad y en el que tuviera cabida la espontaneidad".

Las viviendas sociales (y "defectuosas") de Carabanchel

Ni siquiera un premio Pritzker se libra de la polémica. El estadounidense Thom Mayne, ganador del "nobel de la arquitectura", era un fichaje estrella para los planes urbanísticos del alcalde Alberto Ruiz-Gallardón en el extrarradio madrileño, pero graves defectos en la construcción de las viviendas llevaron a sus habitantes a interponer una demanda que acabaron ganando.

El arquitecto y profesor de la ETSAM Héctor Navarro, sin embargo, destaca las ideas que sostienen conceptualmente el proyecto, que considera "una especie de resistencia": "Se trata de una propuesta de gran porosidad que integra distintas tipologías de vivienda colectiva y recupera el paisaje natural. Cobra especial relevancia el tejido de baja densidad que parece evocar un pequeño pueblo. Patios públicos y privados que interactúan continuamente entre sí, pequeñas calles, y una propuesta paisajística buscan crear una estructura urbana vibrante que recupera el concepto de vecindario de antaño. La circulación rodada queda relegada a niveles subterráneos y el ciudadano se convierte en el absoluto protagonista".

La biblioteca premiada antes de existir y que une a un barrio fragmentado

La Biblioteca Pública Rafael Alberti (1998), en Fuencarral, obtuvo el Premio de Urbanismo, Arquitectura y Obra Pública de la Comunidad de Madrid nada más construirse, cuando no se había inaugurado y ni siquiera poseía fondos bibliográficos. El arquitecto hispanocolombiano Andrés Perea Ortega recurre al lenguaje del hormigón y el cristal con resultados muy escultóricos.

Andrés Jaque, alma mater del estudio Office for Political Innovation, lo defiende así: "Es al mismo tiempo una infraestructura pública y un monumento. Es una infraestructura porque hay pocos sitios en Madrid en los que leer y acceder al conocimiento sea algo tan placentero. Y es también un monumento porque, en un barrio fragmentado, el edificio celebra la posibilidad de producir cohesión social en torno al acceso al conocimiento. Es un espacio centrífugo, que permite concentrarse y al mismo tiempo dispara la curiosidad en todas las direcciones. Perea Ortega es un arquitecto fundamental en la historiografía de la reciente arquitectura europea y referencia obligada para los arquitectos jóvenes españoles. Para aquellos que no conozcan la biblioteca, vale la pena una visita".

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Sobre la firma

Ianko López
Es gestor, redactor y crítico especializado en cultura y artes visuales, y también ha trabajado en el ámbito de la consultoría. Colabora habitualmente en diversos medios de comunicación escribiendo sobre arte, diseño, arquitectura y cultura.

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