Juan Herreros: "Se ha abusado de edificios de postal, pensados para quienes solo ven museos desde fuera"
Al frente de estudioHerreros ha conseguido reinventar los espacios expositivos para adaptarlos al cambiante arte contemporáneo. También se ha encargado de crear SOLO, un híbrido entre museo, club social y lugar de trabajo. Un proyecto para enmarcar
¿Cómo se diseña hoy un centro de arte? ¿Cómo se concibe el contenedor para un contenido cuya forma cambia a cada momento, y para el que los expertos se ven obligados a pergeñar definiciones cada vez más amplias, que puedan abarcar desde una performance en vivo hasta una instalación de plásticos encontrados en un vertedero?
Juan Herreros (San Lorenzo de El Escorial, Madrid, 1958) debería tener las respuestas porque es quizá el arquitecto español que últimamente más ha tenido que plantearse estas preguntas. Pero tampoco él ha dado aún con una receta universal. "El espacio debe ser flexible para admitir prácticas y formas de exhibir arte que aún están por desarrollar", reflexiona. "Tras la aparente voluntad de adaptación, la idea del traje a medida para el arte esconde un encorsetamiento. En realidad, lo importante es asumir la neutralidad, que la arquitectura sea lo menos impositiva posible para admitir nuevos formatos".
estudioHerreros, fundado en 2008 para redefinir el anterior Herreros Arquitectos, y en el que junto a su socio Jens Richter lidera un equipo de 15 profesionales, terminará el próximo año el museo Munch del barrio portuario de Bjørvika, en Oslo. Un proyecto que desde el principio se planteó como una gran intervención urbanística.
"El museo nació como una pieza muy importante en la redefinición de Oslo como ciudad-fiordo que comenzó en los 90, cuando se eliminó el puerto que se interponía entre la urbe y el agua. Alojará una colección muy definida, pero sobre todo será un gran hub social. Un centro cultural, educativo, de reunión, investigación, ocio, restauración, consumo… Los visitantes descubrirán distintos estratos de la ciudad al ir subiendo por él. Por eso es vertical, pero se inclina como reverenciando la costa. Y digo la costa, no el mar, que sería algo de postal".
Esto da pie para hablar de los iconos prefabricados, esos edificios que solo se quisieron como instrumentos de atracción turística y legitimación política. “La iconicidad no es algo contra lo que luchar irreflexivamente, sino algo que utilizar en beneficio de la construcción de un espíritu colectivo. Se ha abusado de ella para atraer a quienes ven los museos solo desde fuera. Pero yo no la desdeñaría en edificios que son espacios de experimentación arquitectónica, como el Guggenheim de Nueva York, por ejemplo".
Un experimento suyo es el Espacio SOLO, frente a la puerta de Alcalá, por el que ha ganado el último premio del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. Un lugar pensado para acoger la colección de arte en perpetuo crecimiento del matrimonio de emprendedores Ana Gervás y David Cantolla, pero que sobre todo quiere ser un híbrido imposible entre museo, espacio doméstico, club social y lugar de trabajo. ¿No corría el riesgo de convertirse en una ensalada algo indigesta? "Es cierto que su definición inicial fue muy nebulosa, pero se fue concretando durante el desarrollo. El arte es lo que da unidad y sentido al espacio, y a todas las cosas inesperadas que pueden ocurrir aquí: reuniones, presentaciones de proyectos, exposiciones…".
A la hora de valorar la nueva ampliación del Prado a cargo de Norman Foster, se muestra igual de lúcido: "Estoy convencido de que tendrá éxito, pero el recorrido del museo en las últimas décadas es un poco tortuoso. Para mí el reto es que dé coherencia a todo lo anterior siendo el último en llegar". Del mismo modo, al proyecto urbanístico más ambicioso –y polémico– de Madrid en los últimos tiempos, el del distrito Castellana Norte (que entre otras cosas supone cubrir las vías de Chamartín para conectar barrios hoy aislados), le pide que no desperdicie la oportunidad de ser realmente innovador: "Espero que proponga tipologías novedosas, nuevas formas de utilizar la ciudad. Me parecería frustrante que, una vez cumplidas las agendas de sostenibilidad e inclusión social, no hubiera también lugar para unos edificios que no sean como los de hace 30 años".
¿Pero él es optimista al respecto? "¡Soy arquitecto! Nosotros debemos serlo, porque si no esta profesión no avanza".
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