Paco León: “En mi familia, con una miga de pan se hace oro”
El actor que afirma mantener su espíritu callejero, es uno de los españoles del año gracias a 'Arde Madrid', calificada por 'Variety' como la mejor serie internacional de 2018
Lleva años persiguiendo el fantasma de Ava Gardner por Madrid, pero Paco León jura que no se considera mitómano. Su propio historial de referencias lo desmiente. Cuando le preguntan por la fama, en vez de echar mano de Beyoncé, asegura que no quiere ser Greta Garbo. Otro día cita a Vivien Leigh: "La tele debe reflejar la realidad; el cine, la magia". Y ya, para colmo, confiesa que se le grabó en la mente una frase que le dijo Concha Velasco cuando triunfaba con el Luisma en Aída. Llevaba varias temporadas de las 10 que encadenó seguidas y pensaba abandonar: "Nene, no lo dejes. Los jóvenes de hoy sois un poco quejicas del éxito".
Recogió el guante y siguió metiendo pájaros en la cabeza de aquel yonqui de barrio, machacado, liante y optimista hasta la obcecación: "Era la clave, tenía su alma de arlequín". Lo dice León, que ha estudiado a fondo la Commedia dell'arte italiana desde sus tiempos de formación en grupos de teatro independientes sevillanos. Entonces ya se pagaba el alquiler por la ciudad donde nació hace 44 años animando bingos, karaokes o fiestas en casas cuartel. Fue antes de empezar a ser reconocido por la calle primero por sus apariciones en la tele de Andalucía y luego de la mano de la productora El Terrat con programas como Moncloa, ¿dígame? u Homo Zapping.
Después llegó el cine y más tele como pura ficción. Primero se colocó ante las cámaras; después, detrás. Y cuando eligió lo segundo, como se considera apañado e inquieto, no quiso ser solo un actor que probaba como director. Su intención fue retar la estructura del negocio. Dinamitarla un poco para echarle un chaleco salvavidas. "Me gusta liarla, sí", reconoce. Así fue como con 50.000 euros rodó Carmina o revienta y nos presentó a su madre. Lo colgó en internet, vendió copias en DVD nada más salir y quiso rebajar el precio de la entrada para atraer más público en contra del criterio de la industria.
Tenía razón. Ganó. Y de paso, volvía a casa, de donde había salido con cierto desapego sólo atemperado por el aroma de la infancia cuando de vez en cuando —y maniático de los olores, como se define— se frota con unas gotas de colonia Nenuco. "Yo no soy como mi hermana María (también actriz), no me siento nada enmadrado. Ella sí. Ha sustituido el cordón umbilical por fibra y móvil. Pero me sirvió para hacer un homenaje a ese volcán que es mi madre".
La convirtió en estrella, de paso. Ya son tres en la familia de origen. Aunque, según Paco, para artista, don Antonio, su padre. Entre el bar y la venta de jamones no ha podido mostrar su auténtica sensibilidad, muy marcada por pertenecer al bando perdedor de la guerra. Paco León se mostró activo en la búsqueda de la tumba de su bisabuelo. Era maestro republicano y cayó asesinado en aquella oleada sangrienta que el ogro Queipo de Llano, hoy enterrado en La Macarena, decretó en Andalucía poco después del golpe de Estado del 36. Con aquella frase que le hizo famoso —darles café— depuró a miles de personas ese verano, entre ellas a Federico García Lorca.
A los León, les tocó sobrevivir. "En mi familia, con una miga de pan se hace oro", comenta. El colmo de ese arte, lo domina su madre, Carmina Barrios: "En esta época donde triunfa el feminismo, ella es un ejemplo de tirar pa'lante. Para mí, representa, sobre todo, el poder de la cuchara frente al del cuchillo". Pero, sobre todo, la ve como una gran comunicadora: "Podría perfectamente presentar un programa de televisión y llegar a alcaldesa. Aunque tiene una dureza muy propia de madre española. Ese mirar fuerte sin necesidad de gritar".
De comunicar sabe. De hecho, cree que es la clave para construir una carrera siglo XXI dentro del mundo farandulero. Lo que le diferencia a él de otros es la autenticidad. "El cartel que vendes ha de ser real", asegura. "Pero yo creo que la claves está más en la naturalidad". Esa que echa lazo a titulares como quien no quiere la cosa, buscando meollos entre paréntesis. Para prueba, cuando le comentó a Bertín Osborne, así, al vuelo, que antes de casarse había tenido novio.
Natural por encima de todo, incluso ante sus ambigüedades. Como la que muestra en su personaje de La peste, más cercano a la España de Quevedo que a la de comedia, habitual en él: "Ese sí era maléfico. Ahora me siento cómodo en esa faceta. Más tenebrosa. Será la edad, que oscurece". Con ese tono blanco y negro que predominaba en las calles en la época que se desarrolla Arde Madrid (Movistar series). Una ciudad de Purísima y oro, si recordamos la canción de Sabina: "Para la tisis, caldo de gallina; para la Ava Gardner, Luis Miguel". En ese ambiente desarrolla Paco León la historia que ha puesto en pie junto a su esposa, Anna Rodríguez Costa y que Variety ha calificado como la mejor serie internacional de 2018. "Hemos adoptado a Ava en la familia", afirma. Y el parentesco sigue, porque ya preparan la segunda temporada después de haber sido la propuesta de producción propia más vista en la plataforma.
Cabe en su casa del centro de Madrid, junto a su hija Manuela y a Eloi, actor también y descendiente de una relación anterior de Anna. La paternidad ilumina por contraste esa negrura de sus nuevas facetas interpretativas. "Te sientes frágil pero al tiempo fuerte y capaz de cualquier cosa por ellos". Dentro de un orden y siempre con la armonía familiar por delante y la buena salud que han demostrado como pareja Anna y él después de salir indemnes tras haber creado juntos una serie de esa ambición.
Para inspirarse en la siguiente entrega no renunciará a ese lado callejero que le hace lanzarse al aire del centro de la ciudad pese a que apenas le dejen avanzar sus admiradores por la demanda de selfies. Lo lleva con paciencia. La suficiente para que no le impida darse una vuelta por los anticuarios del rastro, meterse en tablaos flamencos o hacer cola para comprarse un pollo asado y pasar de cocinar los domingos.
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