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Greta Garbo, la soledad de una estrella de Hollywood

Sothebys’ saca a subasta unas cartas inéditas de la actriz en las que habla de su odio por Beverly Hills y sus miedos por las críticas de sus películas

Greta Garbo, en la película 'Orquídea salvaje' (1929).
Greta Garbo, en la película 'Orquídea salvaje' (1929).cordon press

Era 1925, y una joven Greta Garbo abandonó su Suecia natal para buscar suerte como actriz en Hollywood. Tenía 20 años, y con el estreno de su primera película, Torrent (1926), se ganó a la crítica. Desde entonces encadenó un proyecto con otro, y se llegó a convertir en una de las estrellas más brillantes del Hollywood dorado en la década de los años treinta. Pero no es oro todo lo que reluce, y ahora unas cartas inéditas de la intérprete, que saldrán a subasta la semana que viene, reflejan en sus propias palabras la soledad que sufría y su rechazo a la fama, lo que le llevó a retirarse del cine de forma prematura.

“Ha sido un tiempo muy difícil, todo fue mal”, escribía en una carta de 1933 mientras trabajaba en la que es hoy una de sus películas más famosas, La reina Cristina de Suecia. En 1945, cuatro años después de su retiro autoimpuesto tras el fracaso de la película Otra vez mío, La mujer de las dos caras, escribió: “He estado considerando una película que quizás haga, pero no lo sé. El tiempo deja sus huellas en nuestros pequeños rostros y cuerpos”. Muchas de las misivas, dirigidas a sus amigos, están escritas mientras Greta Garbo estaba viviendo en Beverly Hills (California), un lugar que la actriz nacionalizada estadounidense detestaba. “Casi siempre estoy sola y hablando conmigo misma. Conduzco hasta la playa y me voy a pasear, lo que es maravilloso. Pero eso es todo”, se lee en una de las cartas, datada el 14 de noviembre de 1939, que va a sacar a subasta los próximos 11 y 12 de diciembre en Sotheby’s, en Londres. En la soleada California, ella echaba de menos la lluvia de Suecia. “He estado pensando mucho en Tistad. En los veranos allí, cuando llueve y esa maravillosa melancolía que nos envuelve”, se lee en una de las cartas escritas en sueco que han sido traducidas al inglés por la casa de subastas.

“Hay una insoportable tristeza y soledad en estas cartas. Es llamativo que ninguna de ellas haya sido firmada, en una pone ‘The Clown’ [El payaso] en vez de una firma, unas cuantas tienen dibujos de mujeres. El deseo de mantenerse en las sombras, alejada de ser el centro de atención, es extremo, uno siente que hay algo muy, muy mal”, asegura Gabriel Heaton, especialista en el departamento de libros de Sotheby’s. En total, 36 cartas de Greta Garbo enviadas a la condensa sueca Marta Wachtmeister que ocupan más de un centenar de folios, además de un álbum con más de 100 fotografías de la actriz antes de alcanzar la fama, que se espera que alcancen en la puja las 20.000 libras (casi 23.000 euros).

La atrices Greta Garbo, en un fotograma de la película 'Anna Christie' (1930).
La atrices Greta Garbo, en un fotograma de la película 'Anna Christie' (1930).cordon press

Cartas en las que Greta Garbo también demuestra su preocupación sobre el éxito que podían tener sus películas así como también cómo detestaba la fascinación que tenían por ella los tabloides. “Por encima de todas las absurdeces, me están casando por 759 vez”, escribe en 1934. Dos años después, cuando los medios a ambos lados del océano Atlántico estaban fascinados por la historia de amor entre Wallis Simpson y Eduardo VIII —que le llevó a abdicar como rey británico—, Greta Garbo escribe: “Querida señora Wallis, ahora sus días de silencio se han terminado. Será perseguida allá donde vaya. Espero que los fotógrafos la asusten tanto que deje a mi rey en paz”.

“Estás más o menos en lo cierto cuando piensas que aquí no me siento en casa… Oh amada pequeña Suiza, prometo que cuando regrese mi triste cara sonreirá como nunca antes”, escribía ya en 1925, recién llegada a Estados Unidos para trabajar con los estudios MGM. Pero lo cierto es que Greta Garbo, que llegó a ser apodada como “la mujer que no reía” por su capacidad para papeles dramáticos, nunca regresó a vivir a su país, y en sus últimos años se convirtió en una mujer que vivió prácticamente recluida en su casa (llegó a rechazar el Oscar honorífico) de Manhattan, rodeada de arte y sin nunca haberse casado ni haber tenido hijos. La actriz falleció en Nueva York apartada de los focos por completo en 1990.

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