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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Sánchez reclama el centro

El presidente ha usado el Brexit como espejo para advertir de las consecuencias funestas de la deriva en Cataluña

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia en el Congreso de los Diputados.Vídeo: Víctor J. Blanco (GTRES) / Quality
Teodoro León Gross

En el fuego cruzado del independentismo y los cientocincuentaicinquistas, bajo una polarización excitada por la irrupción de Vox en el tablero electoral, Sánchez parece haber vislumbrado que la bandera de la moderación es su opción estratégica, o al menos táctica, para sobrevivir en una huida hacia delante hasta las elecciones cada vez más desesperada. Así pues, Sánchez ha emprendido, como Aznar veinte años antes, un viaje al centro, de donde salió en 2015, tras la investidura fallida junto a Ciudadanos, para desplazarse hacia la frontera de Podemos con un discurso más a la izquierda y la beligerancia del no es no. Ahora rectifica bajo el principio aristotélico de la moderación virtuosa. Es lo que ha escenificado esta mañana en el Congreso: la lógica del in medio virtus.

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Sánchez necesitaba hoy enviar un mensaje a su partido, conmocionado por la derrota en Andalucía, y a su electorado. Sabe qué consigna circula estos días por las sedes, parafraseando el manoseado grito de Bill Clinton: “¡Es Cataluña, estúpidos!”. Si se ha perdido Andalucía, el feudo inexpugnable durante décadas con una fidelidad de voto socialista que parecía a prueba de todo, hasta superar recortes y escándalos en comicios muy delicados, ¿qué no puede sucederle a los demás? Sánchez ha querido enviar el mensaje de que hay un espacio que defender en un clima deteriorado por el nacionalpopulismo en Cataluña, con quienes suma Podemos, y el creciente nacionalpopulismo de la derecha con el polo de tensión de Vox. Para ello ha usado el Brexit como espejo para advertir de las consecuencias funestas de la deriva en Cataluña. El azar hacía salir a esa misma hora a Theresa May a la puerta de Downing Street en un escenario paralelo de caos y frustración.

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La presión interna es para Sánchez, con todo, un problema todavía menor. La presión es externa, de doble flanco. Y ahí el presidente ha buscado un discurso de racionalidad moderada entre el independentismo y el cientocincuentaicinquismo, antes llamado ‘bloque constitucional’, hasta que la moción marcó una ruptura de ese bloque con el PP y Ciudadanos aferrados a la bandera del 155 como enseña de la oposición al PSOE. Sánchez quiso creer que el diálogo y una gestión hábil podría enfriar la crisis de Cataluña, y ese éxito dejaría en off-side a una derecha radicalizada hasta la irracionalidad. No ha sido así. La deriva del independentismo va a peor, Torra ya no conserva un ápice de credibilidad, y su “apreteu” parece desbordado por los CDR que anuncian una recepción virulenta al Consejo de Ministros del 21-D. Sánchez, sin equidistancia, ha cargado en ellos la responsabilidad de esa deriva; y sin medias tintas, les ha acusado de buscar una balcanización insensata con mentiras desesperadas y un peligroso desconocimiento de la Historia.

Sánchez, en su discurso quizá más convincente desde la moción de censura, ha advertido que no hay más vía que el diálogo en el marco constitucional. Es el mensaje. Y aunque apelando una vez más a la moderación —“no hay que gesticular ni elevar la voz”— ha sido nítido y firme. Pero también ha marcado distancia con la derecha, a la que ha espetado “yo defiendo la España plural”. Esa parece su bandera —la-España-plural-en-el-marco-constitucional— para encarar 2019. Y Sánchez ha enlazado golpes, en un uno-dos pugilístico, para advertir a la derecha que el centralismo es un error histórico y un retroceso de derechos consolidados. De ese modo, frente a la derecha que desafía al modelo autonómico, frente a la izquierda que desafía a la monarquía parlamentaria, frente al nacionalismo que desafía a la unidad de España, el presidente reclama el centro y la razón del patriotismo constitucional alertando contra los agravios inventados. Está por ver si su clientela aún está dispuesta a creer a Sánchez en esta reactualización del discurso.

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Sobre la firma

Teodoro León Gross
Málaga, 1966. Columnista en El País desde 2017, también Joly, antes El Mundo y Vocento; comentarista en Cadena SER; director de Mesa de Análisis en Canal Sur. Profesor Titular de Comunicación (UMA), licenciado en Filología, doctor en Periodismo. Libros como El artículo de opinión o El periodismo débil... Investigador en el sistema de medios.

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