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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Izquierdas posibilistas

Los espacios que acaben ocupando PSOE y Podemos no están cerrados

Pablo Iglesias llega a la cárcel de Lledoners para visitar a Junqueras.
Pablo Iglesias llega a la cárcel de Lledoners para visitar a Junqueras.LLUIS GENE (AFP)

Podemos ha aceptado unirse al proyecto de Presupuestos del Gobierno de Pedro Sánchez, en lo que parece una abierta aceptación de que los cambios en el sistema deben hacerse desde las instituciones, y de que ésta es la vía obligada para avanzar en su estrategia de mejora social. La lógica detrás de esta colaboración no es otra que la modificación del sistema político desde dentro. Y al igual que el nuevo PSOE de Pedro Sánchez es, en gran medida, producto del impacto de Podemos en la reconfiguración de los espacios políticos, el Podemos de ahora es fruto de su interacción con el PSOE, y muestra un cierto viraje hacia posiciones socialdemócratas. Además de una podemización del PSOE, lo que se está produciendo es un psoeficación de Podemos.

Pablo Iglesias ha declarado en reiteradas ocasiones que su partido no surgió de una asamblea del 15-M. Lo cierto es, sin embargo, que la formación violeta fue la expresión política más representativa de la brecha generacional y social que cristalizó al calor de la crisis económica. Desde entonces, Podemos aspira a vertebrar pulsiones sociales que necesitaban ser canalizadas por la vía institucional y a través de políticas públicas efectivas. Su identidad, no obstante, ha ido moviéndose en la palpable contradicción entre una vocación antisistema y la decisión consciente de integrarse en las instituciones, de la que su posición ante los Presupuestos sería hasta ahora la manifestación más representativa.

Esta tensión en Podemos es la que estaría detrás de la visita de Iglesias a prisión para reunirse con el líder de ERC, Oriol Junqueras. El Gobierno ha asegurado que se trata de una iniciativa unilateral de su socio, no de un encargo destinado a superar la inicial negativa de los independentistas a aprobar las cuentas públicas. Aún así, Iglesias ha vuelto a demostrar su habilidad para jugar con ventaja en ambos casos: si su gestión con Junqueras obtiene resultados, la aprobación de los Presupuestos aparecerá como obra suya; a sensu contrario, el beneficio será reforzar la posición de Podemos en Cataluña.

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Aunque la política de bloques no cesa de consolidarse como consecuencia de la pugna entre el PP y Ciudadanos por un mismo espacio político, un aumento del peso electoral de la derecha podría terminar con la unidad de la izquierda que está manifestándose en la negociación de los Presupuestos, y obligar a Iglesias a buscar un tipo de oposición diferente. Los espacios que acaben ocupando PSOE y Podemos no están cerrados, y si la única vía de acceso al poder que parece tener Iglesias es apoyando a Sánchez, el líder socialista cuenta con distintas alternativas para mantenerse en él. Por este motivo, haría mal Sánchez dando por hecho que su alianza con Podemos es el único sendero transitable para desarrollar un programa de Gobierno, sobre todo cuando, como en la negociación actual, las eventuales ventajas nunca son superiores a los riesgos. Aunque la tendencia del Parlamento a congelarse en una política de bloques basada en la férrea división entre izquierda y derecha permanece invariable, lo cierto es que las opciones políticas están más abiertas que nunca, y que la ciudadanía está preparada para aceptar apoyos más transversales. Ese fue otro de los mensajes del 15-M, que no sólo vale para Podemos sino para la totalidad de unas fuerzas políticas obligadas a componer alianzas en un Parlamento sin mayorías inequívocas.

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